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Tela por cortar

Recuerdo como si fuera ayer, aquella fatídica tarde del martes 17 de junio de 2004. Las diligencias judiciales que atendí ese día en Cartagena  ocuparon más tiempo del que tenía previsto, situación que me obligó a prescindir de pernoctar en Barranquilla e iniciar un largo recorrido desde la capital de Bolívar hasta el municipio de Maicao, La Guajira, donde debía también cumplir compromisos profesionales a primera hora del miércoles 18 de junio.

Llegando a Tasajera, en el Magdalena, recibí una llamada del sacerdote Bernardo Hoyos Montoya. quien me informó que  “agentes del DAS capturaron, en la vía pública, a Alfredo Correa De Andreis, y sería trasladado a Cartagena, de donde provino la orden de captura". Bernardo me recomendó  hacerme cargo de la defensa judicial de Alfredo.

Sin dudarlo, acepté el encargo, me comprometí a anticipar mi regreso de La Guajira y a trasladarme a Cartagena, pero no siempre las cosas ocurren como uno las planea. Esa noche del 18 de junio cuando, regresábamos por la troncal del Caribe, a la altura de Palomino, una vaca se nos atravesó en el camino.

El impacto destrozó la parte delantera del vehículo. Eran las 8 de la noche, quedamos en la oscuridad, sin señal de telefonía móvil, en el corazón de un territorio controlado  por el Frente Resistencia Tayrona de las AUC, lo cual aumento la preocupación de las unidades de escolta que me acompañaban.

Un pequeño camión se detuvo y nos llevó a Palomino y el amable conductor nos dejó en la Estación de Policía. Me identifiqué con el sub oficial a cargo del puesto, y pedí protección y ayuda para continuar el viaje a Barranquilla.

Sin sonrojarse el Comandante me dijo, “lo mejor es que se vaya, aquí no puedo garantizar su seguridad, está zona la controlan Ud. sabe quiénes. Con decirle que esos manes, hasta a nosotros, nos pasan revista. Ellos son la autoridad en esta región”, agrego el Sub oficial.

En la vespertina del martes 17, un amigo y pariente de Alfredo, el popular Cachaco Correa tocó a la puerta  del abogado Antonio Nieto Guette para pedirle que fuera  a las instalaciones del DAS en Barranquilla. El objeto  era establecer la situación jurídica de Alfredo, quien permanecía allí, privado de su libertad, a la espera de su traslado a Cartagena.

En la noche,  por orden del Fiscal 33 de Cartagena, Demóstenes Camargo de Ávila, se practicó un allanamiento en el apto de la familia Correa Glen. Como era de esperarse, los 20 agentes del DAS que se apiñaron en el pequeño inmueble, nada hallaron que pudiera comprometer penalmente la intachable conducta de Alfredo.

Exactamente, tres meses después, el 17 de septiembre de 2004, Juan Carlos Rodríguez de León, conocido en el Frente José Pablo Díaz de las AUC con el alias de “El gato” asesino a Alfredo, en la misma vía pública donde semanas atrás había sido capturado.

“Hey, loco no dispares” fueron las últimas palabras del “vikingo” más tierno, ingenuo e idealista que he conocido.

Durante estos últimos 20 años hemos dado una batalla sin descanso para  reivindicar el buen nombre de Alfredo, mantener en alto su memoria, reputación y legado. También para lograr se imparta justicia terrenal con los responsables del repudiable montaje judicial  y de su execrable asesinato.

La perseverancia de las dos últimas décadas por ver la luz al final del túnel no ha sido en vano. Poco a poco, hemos ido cosechando frutos judiciales. En su orden jerárquico: logramos la condena del jefe paramilitar 'Jorge 40', del ex director del DAS Jorge Noguera Cotes, del ex Subdirector del DAS en Santa Marta Javier Alfredo Valle Anaya, del Capitán® del Ejército Edgar Ignacio Fierro alias 'Don Antonio' y  del sicario Juan Carlos Rodríguez de León.

Pese a los importantes avances en el escenario judicial, aún hay tela por cortar, faltan varios personajes  por saldar cuentas con la justicia y la sociedad: el ex presidente Álvaro Uribe; Giancarlo Auqué De Silvestre, para la época jefe de inteligencia del DAS, a quien Rafael García Torres denomina “el genio del mal”; el ex Director del DAS de Bolívar Rómulo Betancourt Garrido, quien según Javier Valle Anaya participo a título de dolo en el montaje judicial; el Magistrado Demóstenes Camargo y Álvaro Pupo, un primo de 'Jorge 40', que según García Torres era el que hacía las veces de correo entre el Bloque Norte de las AUC  y el “buen muchacho” Jorge Noguera Cotes, llevando  las listas de líderes que debían ser asesinados.

Lo confieso. Fui ingenuo al pensar que en la audiencia de seguimiento al régimen de condicionalidad que tuvimos la semana anterior en la JEP, el ex Subdirector del DAS de Santa Marta, Javier Valle Anaya, reconocería su responsabilidad en el asesinato de Alfredo y haría aportes a la verdad que facilitaran avanzar en el proceso de judicialización de quienes en este caso no han saldado sus cuentas con la justicia. No hizo ni lo uno ni lo otro.

Ha sido una lucha titánica de años, la que dimos para que Javier Valle Anaya fuera capturado por las autoridades de inmigración y aduanas (ICE) en New York y deportado a Colombia. Ahora por no haber hecho aportes a la verdad, más allá de la que conocemos, tendrá que pagar la pena a la que fue condenado por un Juez Especializado de Bogotá.

Eloísa y Alfredo padres del vikingo, fallecieron sin recibir del Estado el pago de las indemnizaciones que logramos obtener en la jurisdicción de lo contencioso administrativo, a título de “reparación del daño moral” a ellos causado con el asesinato de su hijo Alfredo Rafael Francisco. Peor aún, se fueron de este mundo sin conocer toda la verdad.

Carlos Gardel decía en uno de sus más célebres tangos, “que 20 años no es nada”. Sin embargo, después de haber transitado dos décadas por los más variados escenarios en busca de la verdad, nos parece toda una vida.

Querido Alfredo: “Sentir que es un soplo la vida,

Que febril la mirada, errante en las sombra,

Te busca y te nombra

Vivir con el alma aferrada”

A tu dulce recuerdo

Que hoy lloró otra vez.