¡El olor del otoño!
«Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena». —Ingmar Bergman (Guionista sueco).
Abordo este tema con sensibilidad y comprensión, guardando el respeto a la dignidad de las personas mayores.
Razón tenía Alejandro Durán cuando comparó a una mujer joven con la primavera en su canción «La mujer y la primavera», la cual, en una de sus estrofas dice lo siguiente: «la mujer y la primavera, ay son dos cosas que se parecen/la mujer huele cuando está nueva/la primavera cuando florece». El «olor de la juventud» es un concepto interesante. No existe un término médico específico para describir el olor corporal de los jóvenes, sin embargo, hay algunas características que permiten distinguir dicho olor en estas personas, tales como: un mejor funcionamiento hepatorrenal, el cual contribuye a que las personas jóvenes eliminen las toxinas de una manera más eficiente, lo que origina un olor corporal fresco y limpio. Así mismo, los jóvenes tienden a transpirar más, lo que permite eliminar toxinas y mantener la piel fresca. Además, sus niveles hormonales contribuyen a un olor más suave como consecuencia de un mejor equilibrio hormonal. De igual manera, la higiene, la nutrición y la energía de los jóvenes, redundan en un olor corporal más agradable y suave.
Los olores individuales juegan un papel importante que nos permite reconocer a las personas, especialmente a los familiares, ejemplo, el bebé reconoce el olor de la madre y viceversa. Inclusive, pueden darnos información acerca de las enfermedades que padecemos. Sin embargo, esa caracterización del olor corporal cambia a medida que la piel envejece, por consiguiente, las grasas que excretamos a través de las glándulas sebáceas también cambian. De la misma manera, y como consecuencia del paso inexorable del tiempo, la piel pierde humedad tornándose más seca. Todo lo anterior, en concurso con las células odoríferas, hace que el cuerpo cambie la composición química de los olores.
«El olor del otoño» es un tema que abordo con sensibilidad y comprensión, respetando la dignidad de las personas mayores sin pretender herir susceptibilidades. Así las cosas, si establezco una analogía entre primavera y otoño, y defino a la primera como el renacimiento de la naturaleza, así mismo, es válido comparar el otoño con la vejez humana, es decir, así como los árboles en otoño cambian sus hojas y se renuevan para dar paso a una estación diferente, los humanos también experimentamos cambios hacia un estado diferente. Uno de esos cambios es el hormonal el cual trae consigo el inevitable envejecimiento, especialmente el de la piel, con el resultante y característico olor de algunos ancianos. Es importante resaltar que, independientemente de la edad, el olor corporal es subjetivo y puede variar ampliamente de persona a persona.
Existen diferentes causas, tanto naturales como patológicas, por las que las personas mayores pueden experimentar un cambio en su olor corporal, el cual puede ser percibido como desagradable. No obstante, solo abordaré de una manera sucinta, la producida por los cambios hormonales y bioquímicos que ocurren naturalmente en la piel cuando avanzamos en edad.
Todos tenemos un olor corporal característico, es decir, nuestra rúbrica química corporal olfativa. Sin embargo, esta varía con la edad, la dieta, el estrés y la menstruación, entre otros. Los japoneses, quienes han estudiado a profundidad este tema, acuñaron un término denominado «kareishu» (olor a viejo o a anciano), para referirse al olor característico, típico y peculiar que emanan algunas personas de edad avanzada. Estas alteraciones del olor corporal humano tienen como responsable a un aldehído insaturado llamado 2-nonenal, el cual se encuentra en mayor concentración en los ancianos que en los jóvenes. Este 2-nonenal es el resultado de la oxidación de los ácidos grasos omega-7 los cuales aumentan con el envejecimiento.
El omega-7 es el ácido palmitoleico, un ácido graso monoinsaturado que reacciona con el oxígeno en la superficie de la piel produciendo un olor desagradable, descrito despectiva y coloquialmente como «olor a viejo». Insisto en que dicho olor no está causado por las comidas, alcohol, medicamentos, estilo de vida o por falta de aseo personal, sino por los cambios químicos y hormonales relacionados con el envejecimiento afectando tanto a mujeres como a hombres.
Otro protagonista responsable del olor corporal a viejo, aparte del 2-nonenal, es el compuesto químico benzotiazol, el cual se encuentra en concentraciones mayores en los ancianos. De igual manera, sigue siendo un misterio el porqué la piel segrega más compuestos químicos que se convierten en 2-nonenal a medida que envejecemos. Es probable que la liberación del ácido graso omega-7 sea meramente el resultado del envejecimiento corporal y que el producto de degradación sea un efecto secundario. De igual manera, el cuerpo tiene enzimas que desaturan las grasas cuya producción puede cambiar por múltiples causas a medida que entramos en años, lo que a la postre puede desembocar en una mayor cantidad de omega-7.
Según el químico, José María Antón, experto en biotecnología y presidente fundador del grupo Prima-Derm: “Los cambios hormonales de la madurez traen como consecuencia un aumento en la producción de lípidos en la superficie de la piel. Paralelamente se va reduciendo nuestra capacidad antioxidante natural”. Ante esta situación, lo lógico es pensar que con una buena ducha podemos deshacernos de este olor. Pero no es así. “Los lípidos no son solubles en agua. De ahí que el mal olor relacionado con los ácidos grasos sea tan complicado de eliminar”.
Así las cosas, si el envejecimiento trae consigo un olor inherente al cuerpo, se hace imperioso tomar medidas para no incrementarlo. No obstante, aunque que tratemos de evitarlo, tenemos un factor natural que juega en contra, y es que, a medida que envejecemos perdemos la capacidad olfativa lo cual dificulta distinguir, tanto los olores agradables, como los desagradables.
En resumen, así como Willie Colón en su canción, «los olores del amor», describe dichos olores como la voz del corazón, como fragancias que anuncian lo mucho, lo poco, lo malo y lo bueno»; el olor del otoño humano anuncia sabiduría, experiencias, aprendizajes, transiciones y reflexiones.