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Y la muerte no tendrá dominio

Pensar la muerte de Milton Zambrano Pérez

 

Desmesuradamente que decir, sobre lo que nos acaba de suceder; demasiado que hablar con la muerte de 'El comandante', del profesor, del camarada, del compañero, del padre, del amigo, del hombre humano demasiadamente humano: Milton Zambrano Pérez, con una – muerte temida sin duda – porque después de esos malditos hierros viejos y deteriorados del tal BodiTech que le destruyeron sus vertebras cuando estaba haciendo su faena de alzar y subir sus pesas.

Con resistencia tenaz, no sin antes que le realizaran 'El paseo de la muerte', de la Unidad de Salud de la Universidad del Atlántico, que lo atendieron dándole los primeros auxilios y le dijeron que no lo podían seguir atendiendo porque no les había pagado su servicio de trabajo; de aquí a otra clínica y lo mismo hasta que lo recibieron en la Clínica La Misericordia donde le realizaron dos operaciones en sus vértebras. La primera duro 10 horas de intervención quirúrgica con un médico verdaderamente alumno de "El gran Esculapio" padre de la medicina y la segunda intervención 7 horas. Aguantó tanto y tanto esas operaciones, que salió ileso.

Todos sus amigos y amigas nos alegramos tanto, y comenzó su recuperación despacito muy despacito. Tenía su enfermera al lado, realizándole sus ejercicios de recuperación, sus terapias.

Con el maestro Dolcey Romero nos habíamos citado a la entrada del edificio de su residencia a las 3 de la tarde, para visitarlo y darle ánimo para su pronta recuperación.

Dolcey Romero llegó primero y al hablar con el portero, este le manifestó que hacía como 15 minutos el profesor Milton había muerto...

Milton Zambrano Pérez

Dolcey quedó turulato. Imposible. No lo podía creer y en vista que me demoraba en llegar, me llamó y me dijo tembloroso sin ningún rodeo: Milton se acaba de morir. Quedé mudo. Sin aliento. Impávido. Terriblemente conmovido.

Esa razón de boca de la muerte en concreto, Esta imagen inimaginable. Ese doloroso infinito de otro acontecimiento, me dejó noqueado técnicamente con la presión en alto. Pensativo, sin hablar y sudando salvajemente.

Tener un amigo como Milton Zambrano es conservarlo. Seguirle con la mirada. Cuando él ya no está aquí, seguir viéndole y esforzarse en buscarle, o leerle, cuando uno sabe que no lo vera más, eso es llorar. Uno se va siempre antes que otros.

"La Philia" comienza con la posibilidad de sobrevivir. Sobrevivir es el otro nombre de un duelo cuya posibilidad al menos nunca se hace esperar" (Politiques de l´amitié).

Y el profesor Milton Zambrano Pérez no nos esperó. Cuando llegó el maestro Dolcey Romero ya Milton no estaba.

Y como en Epicuro  "Nada es la muerte y en nada nos concierne". Es decir, que algo que es una ausencia absoluta, se convierte inmediatamente en una ansiedad, en algo que de algún modo nos acosa de un modo permanente.

La muerte del historiador Milton Zambrano Pérez es el sello de una gran pasión, sin ella su existencia no tenía valor.

Perder un amigo de verdad, significa perder parte de uno mismo. Y como Gabo lo decía que escribía para que sus amigos lo quisieran más Milton también.

El profesor Zambrano como hombre libre no pensaba casi sobre la muerte. Mas bien compartía con Heidegger que la sabiduría sobre la historia no era una meditación sobre la muerte, si no sobre la historia viviente.

Villiers es un relato de L´isle Adam. Maravilloso. Y recuerdo que al final del relato le preguntan a un personaje femenino que ha pasado por una historia terrible, pero que no ha podido confesar su dolor y que va siempre vestida de negro:  "¿Una mujer tan guapa por que va siempre vestida de negro? Lo único que contesta:  le noir me va ci bien  el negro me sienta muy bien. Es decir, no nos morimos, sí, pero nunca estamos muertos. Ese es el matiz. (Consultar a Los mejores debates. Para todos L.A. 2  (2013)".

Antes de sus 2 intervenciones quirúrgicas, nos invitó a almorzar a su residencia para no perder la costumbre del encuentro que hacíamos todos los meses con los profesores Romero y Dalin. Mandó a comprar arroz chino y compartimos toda la tarde.

Recuerdo nítidamente que cada vez que almorzábamos me decía que quería conocer a madre Tilsa Tulia Olivera antes que esta falleciera. Lo mismo que mi hermana Marvel y ese día llegamos a mi casa en el barrio de San José. Se lo presenté a madre y Milton la abrazó con fuerza, mucho candor y dulzura. Vi que se le salieron las lágrimas. Tomo el café saboreándolo y preguntó: ¿Cómo se llama ese café? Y mi hermana le dijo que  "Cerro de Maco"  de San Jacinto, Bolívar. De una le encargó a mi hermana Marvel un paquete. Ella se lo entregó y quedó muy pero muy contento con ese café Monte Mariano. Luego subió donde tengo el estudio y de una me dijo que me iba a regalar un líquido para quitar el olor a viejo de los libros. Al día siguiente me lo entregó en el edificio H de la Universidad del Atlántico, sede norte, donde dictamos clases y me regaló el siguiente consejo académico: Vea Numas cuando vayas a consultar a tus viejos sabios, primero báñate para que estés aseado. Esos sabios merecen respeto y no hacer como hace la mayoría que van a su biblioteca de estudio sucios y sudorosos. Así era el profesor Milton Zambrano Pérez.

Ahora solo nos reuniremos con el Maestro Dolcey Romero y nuestro Decano, el profesor Dalín. Estaremos esperándolo en el lugar que a Milton le gustaba, para comernos una mojarra frita que era su preferida. Porque como dice Dylan Thomas  " y la muerte no tendrá dominio".

Maestro Dolcey Romero y profesor Dalín. Nos vemos cuando nos paguen a fin de mes en el lugar preferido del maestro Milton Zambrano Pérez.