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Genocidio y delitos de lesa humanidad en la Franja de Gaza

Durante esta semana la situación entre Israel y Hamás y los bombardeos sobre la Franja de Gaza se han mantenido a pesar del acuerdo del alto al fuego por 4 días y la posibilidad del intercambio de rehenes. El conflicto, más allá de la menor exposición en los medios de comunicación, sigue cobrando vidas todos los días, en especial población civil, mayoritariamente niños y de una crisis humanitaria que ha generado el desplazamiento, sin las mínimas condiciones, para más de un millón de personas, con un cerco militar que, durante semanas impidió el acceso a la mínima ayuda humanitaria.

Las manifestaciones se han extendido a todo el mundo. En Europa grupos pro palestinos y pro israelíes han marchado y han hecho sentir su posición ante el conflicto de distintas maneras, protestas, caminatas, comunicados de prensa e incluso a través de debates en los medios de comunicación y hasta en las más variadas plataformas de las redes sociales.

En nuestra Sudamérica hemos vivido un episodio muy especial pero no por ello menos revelador del conflicto de Medio Oriente. El artista Roger Waters ha sido acusado por comunidades judías en Argentina, Colombia y Chile por incitar discursos de odio en sus conciertos y ha tenido que enfrentar procedimientos judiciales por sus expresiones en los conciertos e incluso cancelaciones en sus reservas hoteleras.

Sabido es que el músico tiene una historia en favor de causas activistas y ha asumido con transparencia su posición ante determinados conflictos. En el caso de las presentaciones en Argentina, con una comunidad judía cada día más empoderada, con un presidente que ha declarado públicamente su apoyo a Israel y que la capital de su país se trasladará a Jerusalén, contraviniendo de paso nuevos acuerdos firmados y reafirmados desde la creación del Estado judío a partir de la división de Palestina en 1948, se le prohibió plantearse durante el espectáculo sobre aspectos específicos de la causa que ha asumido, pero expresó, en medio del concierto, su derecho a la libre expresión, “Si eres de los que dicen, “Me encanta Pink Floyd, pero no soporto la política de Roger, harías bien en irte a la mier… e ir al bar en este momento.”

El músico británico ha cumplido con sus compromisos en Argentina, Colombia y Chile a pesar de los recursos judiciales que se han instalado en la justicia de dichos países por las comunidades judías residentes. El origen de los reclamos tiene relación con las expresiones de Waters que acusa a Israel de prácticas de genocidio graficando con fotos y cifras lo que sucede en la Franja de Gaza. Una fuente periodística turca (país considerado aliado de Israel y Estados Unidos durante mucho tiempo) eleva la cifra de Palestinos muertos por ataques israelíes en 14.128 personas, de los cuales 5.840 son niños y 3.920 son mujeres, datos al 23 de noviembre. La cifra de muertes al día anterior rondaba las 13.300 víctimas, se supone en un estado de alto al fuego que debería mantenerse por 4 días.

Los datos avalan los dichos del artista británico, no podemos mirar para el lado y menos justificar actos de violencia barbárica en un mundo que busca, a través de la generación de un derecho internacional, prohibir actos de este tipo. ¿Cómo podemos objetivar lo que opina Roger Waters? ¿Es posible que muchos consideren que las estadísticas pueden estar alteradas? ¡Que las declaraciones puedan estar influidas ideológicamente? Bueno, como lo ha hecho la humanidad a lo largo de la historia, a través de la posibilidad de generar cierto nivel de consenso con respecto a situaciones, fenómenos, acontecimientos o procesos que nos puedan poner en conflicto. ¿Qué es lo que quiero decir? Que si un grupo de personas, de trayectoria, responsabilidad e inteligencia construyen una imagen parecida a lo que opina el artista, podemos llegar a construir un nivel de consenso que eleva las opiniones personales a cierto nivel de acuerdo y con una alta dosis de realidad.

El 31 de octubre, después de declaraciones en las redes sociales, Bolivia, a través de su vicecanciller, Freddy Mamani, comunicaba que dicho Estado "ha tomado la determinación de romper relaciones diplomáticas con el Estado de Israel en repudio y condena a la agresiva y desproporcionada ofensiva militar israelí que se realiza en la Franja de Gaza". En párrafos posteriores aportaba los fundamentos que explicaban dicha situación: los miles de víctimas civiles, el desplazamiento forzado de millones de palestinos, el bloqueo que impide la entrada de alimentos, agua y otros elementos esenciales para la vida violando el derecho humanitario internacional. Incluso hubo declaraciones públicas del expresidente Evo Morales que llamaba a poner fin a las relaciones con el “Estado terrorista de Israel”.

También podemos consignar lo realizado por el Presidente de Chile Gabriel Boric, quien llamó a consulta al país al embajador como una clara muestra de protesta por la acción iniciada por el gobierno de Netanyahu. Incluso, el mismo día expresó, en su cuenta oficial en X, “Chile condena enérgicamente y observa con gran preocupación que dichas operaciones militares –que a estas alturas de su desarrollo comportan un castigo colectivo a la población civil palestina en Gaza– no respetan normas fundamentales del Derecho Internacional” para más adelante agregar, “lo demuestran las más de ocho mil víctimas civiles, en su mayoría mujeres y niños”.

Por aquellos días la prensa chilena estaba muy preocupada por las repercusiones que podían tener en Estados Unidos, importante destino comercial para los productos chilenos, las medidas y los comentarios del gobierno, ad-portas de una visita oficial a dicho país de Gabriel Boric. Las voces, muchas que reclamaban realismo político, pero nula altura moral, estaban más preocupados del impacto que podrían tener dichas declaraciones en las relaciones comerciales entre ambos países. Muy por el contrario a dichos comentarios, el presidente chileno, en su visito oficial insistió en los mismos términos y no le bajó el perfil a sus declaraciones. El 2 de noviembre declaraba de la siguiente manera: ““Le manifesté al presidente Biden nuestra preocupación por lo que está ocurriendo hoy día en la Franja de Gaza”,  y luego agregaba, “Más de 8.000 muertos después de que comenzaran los ataques del Estado de Israel hacia la Franja de Gaza podemos decir que, sin lugar a dudas, la respuesta ha sido desproporcionada, que se está violando el derecho humanitario internacional y lo que está sucediendo en la Franja de Gaza es, sencillamente, inaceptable”.

Joko Widodo, presidente indonesio, el pasado lunes 13 de noviembre pidió, en Washington, al presidente de Estados Unidos que debe actuar y cumplir con el rol de garante de la paz y del derecho internacional, tal como corresponde a una potencia con sentido de humanidad. Fue tajante al expresar, “Por ello, Indonesia insta a Estados Unidos a hacer más para parar las atrocidades en Gaza. El alto al fuego es imperativo por el bien de la humanidad”.

El mismo día, el presidente de Brasil, Lula Da Silva, ante la llegada de un avión que repatriaba a connacionales desde la zona en conflicto expresaba a los medios de prensa, “…nunca haber visto una violencia tan brutal e inhumana contra inocentes”. Los evacuados demostraban con claridad las características demográficas de la zona atacada por Israel, eran en total 32 personas, entre ellas 17 niñas y niños.

El 21 de noviembre pasado en Johannesburgo, Sudáfrica, su presidente Cyril Ramaphosa declaraba que Israel está violando el derecho internacional al cometer crímenes de guerra y genocidio en la Franja de Gaza. Sus palabras textuales fueron: "Las acciones de Israel violan claramente el derecho internacional, incluida la Carta de las Naciones Unidas y la Convención de Ginebra leídas junto con sus protocolos". La instancia, además, reunía a representantes de Brasil, Rusia, India y China, convocada para discutir la situación en el enclave palestino asediado.  

El mismo día, en Turquía, la primera dama del país, Emine Erdogan expresaba en una entrevista con Newsweek que, “La línea roja de toda persona concienzuda debería ser la vida de una persona inocente tomada por un crimen que no cometió, o la lágrima de un bebé, o el llanto de un niño que dice 'quiero vivir'".

La esposa del presidente turco está elevando la voz por 1,5 millones de habitantes de Gaza que fueron desplazados por la fuerza, incluyendo mujeres embarazadas, madres con bebe y niños con necesidades especiales, interpelando a la comunidad internacional con lo difícil que nos resulta imaginar lidiar con esas condiciones. Más adelante agregó, "Actualmente en Palestina, un Estado beligerante está claramente cometiendo crímenes de guerra, que equivalen a crímenes de lesa humanidad, en violación de los valores humanitarios universales y del derecho internacional."

Este 24 de noviembre la diputada japonesa Akiko Oishi ha declarado, en el hemiciclo del congreso nipón que, “Las fuerzas israelíes atacaron un hospital en Gaza, Estados Unidos lo respaldó, el gobierno japonés dijo que no comentaría si es una violación a la ley humanitaria internacional, si había una sospecha de que fuese tal violación, esto es una desgracia, si esto no es un genocidio, entonces qué es…. Ya ni siquiera hablan de justicia, la comunidad internacional es cómplice” Una alta figura política, de un respetado país oriental, en que las lógicas occidentales han calado hondo y con un pasado histórico que les permite comprender en toda su integridad lo que significa el genocidio y los delitos de lesa humanidad.

Un somero repaso por distintas latitudes, países con tradiciones y culturas diversas, inmersos en diferentes civilizaciones coinciden con las declaraciones del artista británico. Delitos de lesa humanidad, crímenes humanitarios, genocidio y hasta terrorismo de Estado son conceptos que surgen de la generalidad de las declaraciones.

El llamado, aunque insistente y generalizado no hace mella en los organismos internacionales encargados de mantener la paz, pero controlados por potencias que expresan sus intereses a través del veto y la inacción histórica. No sólo hacemos daño a Palestina y sus habitantes, nos hacemos daño como humanidad que no somos capaces de detener prácticas que violan insistentemente los derechos humanos, que normalizan prácticas de genocidio y de destrucción.

¿Cómo es posible que un pueblo que vivió experiencias traumáticas de persecución, genocidio, violaciones sistemáticas de sus derechos haya olvidado su pasado histórico y hoy se eleve al nivel de los mismo que tanto reprochan? ¿Habrá llegado el momento de que Israel dejé de utilizar su pasado trágico en función de intereses políticos deshumanizados? ¿Es necesario que la comunidad internacional exprese con fuerza lo que estamos presenciando? No más eufemismos, no más miradas para el lado, no más explicaciones falsas y tendenciosas, lo que hace Israel, en complicidad con Estados Unidos, es una violación flagrante al derecho internacional y al derecho humanitario, son prácticas de genocidio y exterminio, con millones de expatriados y desarraigados. Para recuperar un poco de humanidad, es necesario decir las cosas por su nombre.