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El procedimiento para construir historia

Construir historia significa elaborar un discurso o una narración que tiene como propósito  tratar   de   entender   o  explicar   lo   que   ocurrió   en   la   sociedad.  Este resultado es lo que se llama conocimiento histórico y es producido  por   los historiadores mediante un procedimiento especial.

Un punto de partida del proceso es la formación del historiador, que hoy ha llegado a niveles muy altos gracias a las tradiciones intelectuales que nutren la historiografía desde tiempos inmemoriales y que alcanzaron una cota muy alta en el siglo XX.

En   esas   tradiciones   viajan   metodologías,   técnicas   y   teorías   que   son imprescindibles en   la  preparación  del   historiador  contemporáneo, las  cuales integran el bagaje de los programas de pregrado, posgrado o de más nivel en muchos lugares.

A  este   acervo   teórico-metodológico   y   técnico  se   le   integra   el   desarrollo   de temas históricos de diversa índole, es decir, el aporte de los investigadores al conocimiento en el ámbito local, regional, nacional o internacional.

Jaime Jaramillo Uribe

Ese   conocimiento   histórico   propiamente   dicho   es   el   eje   de   la   erudición   de cualquier historiador o historiadora. Si se carece de este, aunque sea en un campo específico del saber (en lo nacional o local, por ejemplo), habrá una gran falencia que puede limitar la comprensión o explicación de los procesos históricos, para lo cual ha habido aporte de los pares.

Los historiadores son quienes hacen la historia, en el sentido de realizar las intervenciones tendientes a esclarecer lo que ocurrió y a generar un relato que contiene   el   recuerdo   razonado   de   lo   ocurrido,   como   historia,   como conocimiento histórico.

El papel de los investigadores históricos, para producir esos conocimientos, es fundamental y a su preparación actual (en cuanto a aspectos metodológicos, técnicos, teóricos o de erudición) se le agregan las influencias ideológicas o políticas y los principios o valores que provienen de la vida social.

Lo ideal es que los investigadores sepan moverse dentro la ética de la certeza o de la verdad, sin hacerle concesiones a la ideología, la religión o la política. Los saberes sólidos, los que perduran, no hacen parte de  la propaganda a favor de ningún grupo o ideología, sino del deseo de certeza o de producir verdades.

El   saber   en   historia   no   es   el   fruto   de   la   simple   capacidad   especulativa   o interpretativa  del  investigador,   sino  del  diálogo  entre  este  y  las  fuentes,  del contacto entre quien desea crear saber histórico y los vestigios o testimonios legados por el tiempo.

Germán Colmenares

Lo que se puede conocer acerca de lo que ocurrió viaja en el vehículo de las fuentes  históricas.   Pero   no   lo   hace  como   evento   o   proceso   completo,   sino como vestigio o indicio. 

La   tarea   principal   de   los   historiadores   consiste   en   interpretar,   entrelazar   o integrar esas  huellas en  un texto  cuyo  propósito  es explicar lo que ocurrió, valiéndose de todos sus conocimientos no basados en fuentes, o sea, de su experiencia   intelectual,   del   aporte   de   los   pares   y   del   bagaje   teórico-metodológico y técnico que nutre su formación. 

Los historiadores construyen sus explicaciones mediante un trabajo creativo, activo, donde entra en juego su subjetividad. Pero establecen los hechos, es decir, analizan lo que ocurrió y lo enmarcan espacial y temporalmente, tratando de explicar los porqués y el cómo, siempre con apego a los datos que aportan las fuentes.

Las   fuentes   históricas   son   definitivas   en   la   producción   del   conocimiento histórico. Sin testimonios de lo que ocurrió es imposible elaborar saber sobre los aconteceres del pasado. Sin esas fuentes solo queda la capacidad reflexiva de   los   historiadores,   pero   únicamente   con   esta   nunca   es   posible   construir conocimientos históricos. 

El   procedimiento   para   elaborar   discurso   histórico   tiene   dos   ingredientes esenciales   (entre   otros):   la   preparación   adecuada   de   los   historiadores   y   la evidencia histórica que reposa en las fuentes. De ese diálogo creativo brota la memoria razonada que hoy conocemos como historia.