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El Grupo Wagner, la mano derecha de Putin

La invasión rusa a Ucrania está sacando a flote graves problemas del régimen de Vladimir Putin. Ya se sabía que ese gobierno autoritario basaba gran parte de su poder en el apoyo de una inescrupulosa oligarquía económica que se hizo con el control del país después de la caída de la Unión Soviética.

Mucho de lo conseguido por Putin, en cuanto al control del Estado, se derivó del apoyo de esos oligarcas y de los aparatos represivos de Rusia. Pero hasta ahora se adquiere completa certeza de que utilizó a núcleos paramilitares para promover sus intereses dentro y fuera del país.

Es lo que se ha sabido del ejército paramilitar llamado Grupo Wagner, que Putin utilizó en África y Asia para apoyar a sus aliados, garantizando ganancias para los líderes de ese ejército, para su gobierno y para los integrantes de la oligarquía que se lucra a su lado.

El jefe reconocido del ejército mercenario de nombre Grupo Wagner se llama Yevgueni Prigozhin, un exconvicto de la era soviética que hizo dinero al lado de Putin, utilizando todo tipo de estrategias inescrupulosas para conseguirlo, de modo parecido a como lo hicieron otros oligarcas postsoviéticos de hábitos mafiosos, que se montaron en el caballo del capitalismo salvaje, para hacerle mucho daño a las mayorías exsoviéticas.

Vladimir Putin y Yevgueni Prigozhin.

Prigozhin empezó con una pequeña compañía de perros calientes y, gracias a sus relaciones políticas y a la habilidad para los negocios, terminó organizando empresas para servir alimentos en el Kremlin y para hacer el aseo en las instalaciones militares del régimen, siempre bajo la vista amable de Putin.

Posteriormente inauguró varios restaurantes, destacándose el New Island, donde recibía a la crema y nata de la élite rusa, incluido Vladimir Putin. Por ese trabajo y por el servicio prestado al Kremlin, se le empezó a llamar el chef de Putin. Hasta la fecha, Prigozhin es considerado uno de los hombres más ricos de San Petersburgo.

Este señor está detrás del surgimiento y desarrollo de un núcleo de mercenarios conectado con el ejército ruso, con los aparatos de inteligencia del Estado y con el propio Putin. De otra manera es imposible explicar la actuación de esos paramilitares en diversos sitios del planeta.

El Grupo Wagner está compuesto por mercenarios mayoritariamente rusos, aunque reclutó también soldados de otros países de la antigua cortina de hierro. Un mercenario es alguien que va a la guerra recibiendo un sueldo, pero sin adscripción a las fuerzas oficiales, sino haciendo parte de una especie de empresa privada.

Su móvil principal no es la política, ni la ideología, sino el dinero o los beneficios económicos que pueda recibir. Esta situación vuelve al mercenario particularmente avaricioso y sin escrúpulos. Violar los derechos humanos o el Derecho Internacional Humanitario hace parte de su juego macabro por ganar a cualquier precio y sin respetar ningún límite.

Miembros del Grupo Wagner.

El Grupo Wagner no es solo un conglomerado de mercenarios, sino un ejército de paramilitares. Es una fuerza que actúa, aparentemente, sin conexión con el poder patrocinador y que ejecuta, sobre todo, el trabajo sucio que, por cualquier razón, no puede realizar un ejército oficial, como el ruso.

En Colombia, por ejemplo, los paramilitares, aliados o no con las fuerzas estatales, realizaron masacres y desapariciones forzadas de reales o supuestos enemigos del Estado y de ellos. Las barbaridades cometidas por los paramilitares, con o sin el visto bueno de las fuerzas del Estado, ya son bien conocidas en nuestro país.

El trabajo sucio y más duro a que se enfrentaron las tropas oficiales de Rusia en África, Asia y Europa en los últimos tiempos fue asumido por el Grupo Wagner, ya sea apoyando un régimen amigo de Putin (de cualquier color ideológico) o limpiando de adversarios los campos de batalla.

Ese trabajo lo hacían por debajo de cuerda, como mercenarios y paramilitares que, en apariencia, tenían poco que ver con Putin y sus generales. Así ocurrió en Libia, Sudán, República Centroafricana, Malí, Siria y otros países donde el Grupo Wagner funcionó como punta de lanza de los ejércitos de Putin.

La participación más abierta y reconocida de esos mercenarios en una guerra ocurrió en Ucrania. Una responsabilidad muy importante para hacer avanzar la invasión rusa recayó en el ejército paramilitar de Prigozhin.

Lo último que se sabe es que el dueño del Grupo Wagner se rebeló contra los generales rusos aduciendo falta de apoyo e ineptitud. Vladimir Putin, después de pensarlo bien, calificó la sublevación como una traición a la patria, es decir, se alineó con su ejército y le dio la espalda al antiguo aliado y protegido. Sus palabras certifican que Wagner sí era de los suyos, pero le traicionó.

Es incierto aún cómo se desarrollará esta crisis. Qué efecto tendrá sobre la invasión a Ucrania o sobre las decisiones futuras que tomará Putin. ¿Llevará esta situación a una derrota de las fuerzas invasoras en Ucrania? Ante la eventual pérdida de la guerra, ¿hasta dónde llegará Putin en cuanto al uso de las bombas nucleares?

Toda esta problemática se irá aclarando con el correr de los días. Es muy difícil un nuevo acuerdo entre el gobierno y el Grupo Wagner, a pesar de que ambos, con la mediación de Bielorrusia, bajaron las armas. ¿Será esta implosión dentro de las fuerzas de Putin el comienzo del fin de la invasión rusa a la sufrida Ucrania?