Share:

Prevenir, prevenir, prevenir

Según el más reciente informe de “Barranquilla Cómo Vamos”, los atracos callejeros, la presencia de bandas delincuenciales y la drogadicción, fueron los problemas más graves que vivieron los barranquilleros en sus barrios, durante el 2022. Por eso, la seguridad debe ser una prioridad en la agenda pública y, para lograr esto, como explicaba la semana pasada, necesitamos de una política integral robusta que propongo y represento como una mesa de cuatro patas y su parte superior o tapa.

En esta oportunidad, profundizaré en la prevención del delito, nuestra primera pata y estrategia que va de la mano de la inversión social. Hay que destinar recursos y esfuerzos para romper las brechas sociales y mejorar la calidad de vida de nuestros ciudadanos, sobre todo las de los más vulnerables. Esto, más que una inversión económica, implica una intervención en áreas como la salud, vivienda, cultura, deporte y educación.

El mismo reporte de “Barranquilla Cómo Vamos” expone que, para la comunidad, la salud, el empleo y la educación son los principales temas que se deben atender y estos están ligados a lo que propongo en esta pata. Hay que mejorar las condiciones de vivienda, el acceso a los servicios públicos, contar con más centros de salud y fortalecer los existentes, más parques y espacios deportivos para garantizar calidad de vida y empezar a prevenir el delito.

Si bien vamos por buen camino, y los avances en Barranquilla y el Atlántico se están viendo, aún falta mucho por hacer y más zonas a las que llegar. Por ejemplo, la pandemia por el Covid-19 expuso las falencias que teníamos en el sector de salud. Y aunque, hasta febrero de este año se habían intervenido 29 puestos de salud y cinco hospitales, beneficiando a más de 320 mil atlanticenses, según cifras de la Gobernación, hay que seguir invirtiendo en equipamiento, profesionales e infraestructura; así como en programas de atención, prevención y promoción de la salud, no solo física, sino también mental. Y es urgente garantizar una atención oportuna para todos.

 Debemos romper las barreras socioeconómicas que limitan la calidad de vida y afectan la salud mental de los atlanticenses. Inversión social también es implementar programas que aborden la desigualdad, la pobreza y la violencia, acompañados de servicios de atención psicológica, para promover el desarrollo integral de las personas. Y esto se conecta con la educación, otro punto clave en esta conversación. Este año, dos estudiantes de colegios oficiales de Galapa y Repelón estarán de intercambio científico en Japón y Estados Unidos, respectivamente, gracias a sus proyectos desarrollados en los semilleros de investigación. ¡Hay que sumar casos así!

Fomentar la participación de niños y jóvenes en la ciencia, hará que no lo vean como algo lejano y ladrilloso, sino como un proceso de aprendizaje interactivo en el que pueden exponer y desarrollar todas sus capacidades. Para esto, es indispensable tener espacios y material educativo acordes y profesionales que brinden una educación de calidad, desde Preescolar hasta Secundaria. Abordar, con acompañamiento psicoeducativo, problemas de salud mental como la depresión, la ansiedad y el estrés, para identificar sus causas y mitigar los impactos negativos en el desarrollo académico los de niños y jóvenes y que estos puedan alcanzar su máximo potencial.  

Adicionalmente, fortalecer la educación pública y garantizar la correcta implementación del Programa de Alimentación Escolar (PAE); y contar con centros educativos en territorios estratégicos para garantizar el acceso de todos, en especial de quienes viven en zonas rurales.

Este punto estará completo si nos apoyamos con programas de jornadas complementarias que incluyan deporte y cultura (música, arte, danza, teatro, entre otros). Desde allí promovemos los talentos y las aptitudes de nuestros estudiantes para que sueñen con ingresar a una universidad o dedicar su vida a una carrera artística o deportiva. Un joven entretenido en las artes y los libros no tendrá tiempo para pensar en delinquir, tomando el camino de las armas y las drogas.

Pero es un trabajo entre todos. Y este se fortalecerá si los dirigentes cuentan con el apoyo del sector privado, las organizaciones no gubernamentales y la comunidad en general, para crear entornos propicios en los que se promuevan la justicia social, la equidad y el bienestar.

Una inversión social sólida construye una sociedad más justa e inclusiva, lejos de la violencia. Por eso propongo esta primera pata, pues, destinar recursos y esfuerzos que beneficien nuestro presente, proyectará un futuro de oportunidades, en el que se construya un Atlántico seguro y próspero para todos, un territorio en el que podamos decir que sí hay futuro.

La próxima semana hablaremos de la segunda pata: el control. ¿Para mejorar la seguridad de tu barrio y prevenir el delito, en qué crees se debe invertir primero? ¿Vivienda, salud, educación, cultura, deporte, otro?, ¿cuál?

Escríbeme y cuéntame tus ideas: @titocrissien (Twitter).

Panorámica de Barranquilla