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Amaya y Francia no son sorpresas

Hace unas semanas en una emisora señalaba que la favorabilidad de "x" candidato tiene más que ver con su buena imagen que con votos en urna. Yo intentaba elaborar un argumento que explicara que a un elector le puede parecer un gran tipo alguien por quien no va a votar.

En esa entrevista dije que Carlos Amaya iba a ser un ejemplo de eso, pero a la inversa. No era difícil vaticinarlo ni se necesitaba ser adivina para predecirlo. Estamos hablando del gran cacique político de Boyacá, quien además cuenta con el respaldo irrestricto de la casa López-Lozano en Bogotá. ¿Cuál fue la sorpresa? Ninguna. No hubo.

Carlos, con 451 mil votos, demuestra lo que era evidente antes de. Que es un gran elector en el interior del país. Con 193 mil votos en Boyacá y 116 mil en Bogotá. Les hago este símil: hoy Amaya tiene más respaldo en la capital que el ex alcalde Enrique Peñalosa quien obtuvo 104 mil apoyos en su ciudad natal. El boyacense entonces, se refrenda y legitima como un jugador cotizadísimo en la bolsa de valores de la jungla política nacional.

En las huestes del Pacto Histórico tampoco sorprende Francia Márquez. O acaso ustedes no veían cómo la ciudadanía le aplaudía emocionada después de cada intervención en un debate. -Y sí, en un país de radio y televisión, los debates son una plataforma importante... He de decir con claridad que las propuestas de Francia, en su mayoría, me parecen elucubraciones fantasiosas y que pueden ser fácilmente desmontadas. Pero igualmente debo reconocer que supo interpretar la orfandad de muchos votantes y salir fortalecida de ello.

Una mujer valiente, eso sí. Con la que disiento pero que ha aprendido a hacer política y es una clara triunfadora de todo este proceso. El voto por ella es emocional, las audiencias encuentran en Márquez a una figura que "por fin" los representa y dice lo que ellos anhelarían escuchar del estamento.

Muchas mujeres también la perciben como la líder del género; sin emargo aquí me tienen: soy mujer pero no le veo ningún soporte técnico a su reforma agraria feminista. Un disparate económico sin fundamentos.

Amaya y Francia seguro sabrán capitalizar lo que hoy simbolizan sus miles de votos. Han demostrado ya con creces que entienden el, a veces, inhumano juego de la política.

Por cierto, lo de Federico Gutiérrez tampoco es sorpresa, el fervor por él en Antioquia es enorme y los 900 mil votos en su Departamento así lo demuestran. Tiene el paisa ahora la enorme tarea de unificar varias fuerzas, deberá decidir si se radicaliza hacia la derecha o se pega más hacia el centro (yo les confieso, preferiría lo segundo).

Lo de Sergio Fajardo en una palabra: lamentable. Si él y sus allegados no lo aceptan ni asumen, peor futuro aún tendrá esa coalición. El colombiano les terminó cobrando todas sus pugnas internas a la Centro Esperanza.

Carlos Amaya y Francia Márquez