En la ola de atracos que a diario tiene en jaque a la comunidad barranquillera, y a las autoridades, es evidente que el botín más apetecido por los delincuentes son los telonos celulares de alta gama.

En todos los atracos documentados por cámaras de seguridad, cuyas imágenes han publicado medios de comunicación y hechas viral las redes sociales; para los bandidos parece no hay más cosas atractivas para robar que los móviles, como también se les llama.

Muchos de estos aparatos, que llegan a costar hasta 6 millones de pesos en el mercado legal de las empresas prestadoras del servicio de telefonía, constituyen indudablemente un botín interesante para estos hampones que ahora pululan detrás de un celular.

Es aquí donde saltan varias preguntas.

¿Y en Barranquilla dónde comercializan, dónde venden estos antisociales los teléfonos que son hurtados al transeúnte que camina desprevenido en la calle, el robado en locales comerciales, o en cualquier sitio, casi  siempre bajo la presión de armas de fuego? ¿Quién los compra? ¿Qué hacen con esto aparatos? ¿Hay alguna organización que se encarga de negociarlos para llevarlos a otras ciudades del país, o se negocian aquí mismo en Barranquilla?

El 15 de abril de 2017 la Policía capturó en el aeropuerto Ernesto Cortissoz a dos hombres que transportaban 56 celulares marca iPhone, reportados como robados y avaluados en 168 millones de pesos.

Los sujetos viajaban destino a Buenos Aires (Argentina), con escala en Panamá.

En esa oportunidad la Policía reportó que en Barranquilla existía una banda con ramificaciones internacionales que compraba los celulares robados en la ciudad y los comercializaba en otros países de América Latina, especialmente en Argentina, donde el mercado de estos dispositivos estaba altamente valorizado.

Otras preguntas que surgen también son: ¿Sigue operando esta misma organización transnacional? ¿Salen de Barranquilla hacia otros países los teléfonos que se roban en Barranquilla?

Los delincuentes que tienen asolada la ciudad parece que no solo se burlan de las autoridades con su accionar permanente y descarado, sino se mofan de la misma tecnología en el tema de los celulares.

En el 2018 el Ministerio de las Telecomunicaciones lanzó una campaña en conjunto con la Policía para hacer efectivas las denuncias de robos de celulares, e inutilizarlos para impedir su comercialización.

Con esta medida se anunció con bombos y platillos que era el punto final a los robos de celulares, pues serían bloqueados y no tendrían ningún tipo de funcionamiento.

Pero el fenómeno del robo de celulares no solo siguió, a pesar del supuesto bloqueo tecnológico, sino que se incrementó inusitadamente hasta convertirse en el delito de mayor incidencia en la ciudad.

A enero del año pasado las estadísticas de la Policía Nacional mostraban una cifra de 69.585 celulares robados en el país solo durante ese primer mes. Ello equivaldría a unos 3.162 robados cada día.

Para contrarrestar este tipo delitos se propuso también incrementar las penas a los delincuentes implicados en estas maniobras.

Que se les tipifique el hurto de celulares como hurto agravado en caso que se utilice arma de fuego o cualquier otro tipo de arma. Igualmente se sume el de  tentativa de homicidio si hay uso de armas.

En Barranquilla se han realizado operativos contra algunos locales del Centro Comercial Fedecafé, en el centro de la ciudad, en busca de combatir el fenómeno, pero los comerciantes allí asociados han puesto el grito en el cielo, pues afirman que no deben estigmatizados y que les afecta la actividad.

Entonces le quedan a la autoridad policial  dos tareas: cómo contrarrestar un delito que cada vez va más en alza, e investigar a donde van a parar tanto celular robado en Barranquilla.