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No nos dejemos arrebatar la Paz

A raíz del nuevo vídeo subido a las redes por el señor Ivan Márquez, Jesús Santrich y otros hombres al margen de la ley proclamando un nuevo alzamiento en armas, me parece sensato mantener la cordura. No han pasado unas cuantas horas y ya vemos tanto a los que culpan al proceso de Paz por haber sido una “farsa” según ellos, mientras que los otros culpan al Gobierno de turno por “incumplir” los acuerdos pactados. Es claro que se han visto golpes constantes al acuerdo de Paz y han surgido innumerables trabas en diversos aspectos. Desde la construcción del acuerdo habían detalles confusos, en la implementación también han aparecido muchísimos obstáculos y lamentablemente se ha visto un desgaste bastante grande por parte de todos los involucrados. Entendiendo lo anterior,  siento que es irracional e irresponsable culpar únicamente al Gobierno por la actitud de unos cuantos delincuentes guerreristas. Hay muchos factores que nos han llevado por este camino rocoso, pero no es el momento de señalarnos los unos a los otros.

Desde el primer día se encontraban diversos tipos de personas, esos quienes pensaban que el acuerdo de Paz firmado con las Farc en 2016 era un acuerdo que solo beneficiarían a esta guerrilla, otros que esperaban que a la hora de la firma de los acuerdos todo iba a ser color de rosa. Hay que entender que aunque el nombre que se le dio a este acuerdo llevaba un nombre general y algo inalcanzable en Colombia como la “Paz”, lo que se estaba pactando era el fin del conflicto armado con las FARC, como eran conocidas. Hoy salen unos excombatientes de esta guerrilla armados y con nuevas amenazas, pero se nos olvida que hay más de 8000 excombatientes de las FARC que decidieron desmovilizarse, entregar las armas y volver a una vida lejos del monte, de la sangre y en especial de las armas. 

Hay que tener mesura a la hora de tomar decisiones que puedan llevar a unas repercusiones nefastas para el país, se pueden encender las alarmas, pero no se debe incurrir en posiciones sesgadas ni actuar en calor. Colombia tiene una concentración de tierra altísima, pocas oportunidades educativas, una economía débil y poco sostenible, fallas en el sistema de salud, reducción en las oportunidades laborales y muy pocas chances reales de progreso para una amplia parte de la población. Mientras lo anterior no mejore, no se busque la solución para la situación infernal que vive una gran proporción de nuestros compatriotas, seguirá existiendo esa coyuntura para crear no una si no múltiples grupos al margen de la ley. Algunos como Márquez y Santrich, quienes tienen órdenes de captura por narcotráfico desde USA quieren seguir delinquiendo y utilizarán todas las palabras necesarias para intentar camuflar su perversidad a la hora de rearmarse como una nueva ala de las FARC guerrerista. 

Por supuesto que da miedo un grupo que ha sido uno de los responsables de tanta muerte y desolación que se ha vivido en Colombia, que da tristeza que estos irresponsables pongan en jaque a miles de desmovilizados cuya intención ha sido volver a la vida cotidiana, dejando atrás esas prácticas ilegales que tanto daño nos han hecho. 

Hago un llamado de unidad, de apoyo y de mucho trabajo para no dejar que este hecho previsible e ilógico sea un nuevo detonante de una guerra sin misericordia. Por culpa de unos hombres malvados, de negocios turbios y poca honestidad, no podemos desamparar ni a los desmovilizados que han cumplido con su palabra de buscar una Paz posible, ni mucho menos a las víctimas de las FARC que merecen recibir la verdad, justicia y ser reparadas. A esos mafiosos que han armado una nueva guerrilla, a quienes tienen en la mente seguir delinquiendo y cometiendo actos atroces contra la ciudadanía, tanto en el ámbito rural como en el urbano, debe caerles todo el peso de la ley.