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Un deseo de cumpleaños para la Región Caribe

Este 10 de octubre se celebra el día de la Región Caribe, un cumpleaños que conmemora el día en que las últimas tropas españolas salieron del puerto de Cartagena en 1821, dejando el destino de la entonces República de la Nueva Granada, por primera vez en manos de sus propios ciudadanos.

El aniversario no es menor y reviste un simbolismo destacable, pues podría decirse que hoy se conmemora el verdadero símbolo de la libertad total de Colombia. Así de importante es el Caribe para la historia nacional: aquí se dio la primera declaración de independencia absoluta de la Corona Española, proclamada en Cartagena en el 11 de noviembre de 1811; y aquí despedimos a los últimos representantes del yugo colonial cuando partieron de la ciudad heróica una década después.

Pese a su relevancia, la fecha suele pasar inadvertida. Es más, apenas hace unos 10 años conmemoramos el día de la Región Caribe, en un esfuerzo por avanzar en la integración regional y contagiarnos con la identidad caribeña que debe unir a sus más de 11 millones de habitantes, cerca del 23% de la población nacional.

Esta efemérides, sin embargo, es especial porque hace más de 100 años no se sentaba en el sóleo de Bolívar un presidente nacido en el caribe. El detalle no es menor, pues es de esperarse que Gustavo Petro por fin le de a la Región Caribe el lugar que merece dentro de los grandes proyectos de desarrollo dispuestos por cada nuevo gobierno central.

Si queremos avanzar en seguridad alimentaria, y en protección del medio ambiente -por nombrar dos pilares del actual Gobierno- tenemos en el caribe miles de hectáreas de tierra fértil y el gran Río Magdalena, el cual hemos defendido como el principal foco de desarrollo del país.

No obstante, vemos con preocupación que en el Presupuesto General de la Nación de 2023, los recursos asignados a los ocho departamentos del Caribe, apenas  presenta un aumento de 1,4% con respecto al del año inmediatamente anterior, pasando de 13.651 mil millones de pesos, a 13.846 mil millones. Es decir, no alcanzamos ni los 200 mil millones adicionales.  

Las cifras sorprenden, sobre todo porque el proyecto de presupuesto presentado para la vigencia de 2023 tiene un aumento general de 14 billones de pesos. ¿Cómo puede ser posible entonces que departamentos como Atlántico tengan una reducción de sus recursos que supera el 10%?

El caso del Atlántico es destacable por varias razones: primero, porque es el departamento que más le aporta al PIB nacional en la región (4,4% del total), y siempre ha destacado entre los cinco primeros departamentos del país en competitividad y dinámica empresarial, pese a sortear problemas serios para su desempeño económico como son las altas tarifas de la energía, una dificultad compartida por todos los caribeños. 

Al respecto, los congresistas del Atlántico le hemos solicitado al gobierno que replanté esta decisión de disminuir más de 260 mil millones de pesos de los recursos del departamento, petición que realizamos de manera formal por medio de una misiva dirigida al ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, y al director del Departamento Nacional de Planeación, Jorge Gonzales Borrero.

Sabemos que el presupuesto responde a unas prioridades de inversión y busca focalizar el dinero ahí donde hay más necesidades básicas insatisfechas, pero hasta ahora no hemos tenido una respuesta clara del por qué de esta disminución. Si bien el Atlántico ha avanzado en muchos aspectos de su economía, todavía quedan muchas necesidades y dificultades por resolver.  ¡No podemos arriesgarnos a dar marcha atrás!

Hay un viejo adagio de la gestión pública que dice “inversiones son amores”. No nos caería mal a los caribeños recibir como regalo de cumpleaños un poco más de amor del Gobierno Nacional. Nos lo merecemos, pues aquí se consiguieron victorias electorales contundentes que le abrieron las puertas del poder a este Gobierno del cambio.

En el Caribe se necesita mucha más inversión, muchos más amores. Especialmente si queremos sacar adelante megaproyectos como el de la navegabilidad del Río Magdalena; poner en marcha los planes estratégicos para el manejo de las diferentes cuencas hídricas del Caribe -entre ellas las del Río Sinú, el Río San Jorge o el Río Cesar-, cumplirle a la subregión del Canal del Dique; promover la agricultura y el cultivo de alimentos con distritos de riego y redistribución de tierras; construir las vías terciarias, el tren regional y los más de 700 klms de red férrea necesarios para integrar a toda la región entre sí y con el resto de Colombia; atender la crítica situación humanitaria por la que atraviesa actualmente La Mojana; o implementar la estrategia para garantizar la ampliación de la cobertura y el mejoramiento de la educación en todos sus niveles.

Es destacable que departamentos como La Guajira haya pasado de 1.442 mil millones de pesos, a 1.582 mil millones, aumentando en 9,71% su asignación en el presupuesto, o que a Sucre se le haya aumentado el 8,66%, pasando de 1.293 a 1.405 mil millones de pesos; y que otros departamentos como Magdalena (+5,76%) o Bolívar (+4,89%) también hayan aumentando sus asignaciones. E incluso San Andrés y Providencia, que fue el que más variación positiva registró (+33%), pasando de 315 mil millones a 419 mil millones.

Reconocemos y aplaudimos estos aumentos, pero se quedan cortos cuando la disminución al Atlántico, y a otro polo de desarrollo del Caribe como lo es Córdoba -que pasó de 2.050 a 1.930 mil millones de pesos, reduciendo en un 5,85% su asignación presupuestal- dejan un saldo regional agridulce.

Si analizamos las cifras que nos presenta el presupuesto con más detalle, encontramos que incluso en los departamentos donde la asignación presupuestal subió, el impacto de dichas inversiones frente al total del Presupuesto General de la Nación bajó con respecto al año pasado. Algo que pasa también con el total regional. Pese a aumentar los casi 200 mil millones antes mencionados, el peso de las inversiones de la Región Caribe pasó de ser 19.6% del presupuesto nacional en 2022, a ser el 18.7%, para el 2023.

Por eso como representante del Atlántico y de toda la Región Caribe deseo que en su cumpleaños nuestro presidente caribeño escuche esta petición respetuosa pero clara: por favor reconsidere este presupuesto. Nuestra tierra necesita más política del amor, y más platica, para no detener el avance que tanto trabajo nos ha costado conseguir.