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El método comparativo en la ciencia histórica

El método comparativo utilizado en la historia es diferente a la simple comparación, la cual se emplea en todos los ámbitos de la vida sin poseer connotaciones científicas. La comparación científica suele tener otras cualidades.

En la historia, la comparación adquiere un perfil científico que se apoya en el rigor, la razón y en la necesidad de verificar una hipótesis, establecer diferencias o similitudes entre varios objetos de estudio y definir tendencias o patrones a través del análisis de estos, entre otros aspectos.

Mediante la comparación es posible, teniendo en cuenta la similitud, la analogía o el contraste, comprender tópicos desconocidos que surgen de la relación de objetos de estudio; descubrir o resaltar lo especial de un caso en relación con otros; o acentuar y sistematizar las diferencias o similitudes (Dieter Nohlen, El método comparativo).

El método comparativo en historia tiene diversos usos y abarca varios planos: a) es posible comparar una misma problemática en dos territorios distintos; b) un problema o situación en un mismo territorio, pero en tiempos diferentes; c) un tema en tiempos diferentes y lugares distintos; entre otras posibilidades.

Por ejemplo, Barrignton Moore, en su libro Los orígenes sociales de la dictadura y la democracia, compara diversos lugares de Europa y América para intentar probar su hipótesis de los orígenes parecidos de las dictaduras y de las condiciones indispensables para el surgimiento y la permanencia de la democracia.

Malcolm Deas, en un ensayo que aparece en el libro Pasado y presente de la violencia en Colombia, contrasta la violencia asociada a las guerras civiles en el siglo XIX con el período que llaman la Violencia en el siglo XX. Aquí estamos ante una comparación en dos tiempos históricos y en un mismo territorio.

Valiéndose del método comparativo, Deas entresaca importantes similitudes entre los dos procesos, pero también múltiples diferencias relacionadas con la apropiación de la tierra, la inserción en la legalidad de los excombatientes o el papel de la mujer en el conflicto, entre otros tópicos.

En el libro Rebeldes primitivos Eric Hobsbawm realiza un viaje por diversos lugares estudiando el tema de los bandidos sociales y de las mafias para resaltar sus características o singularidades, pero también aquello que las equipara y que representa una tendencia o patrón en cuanto al surgimiento de esos procesos o al modo de relacionarse o conflictuar con el Estado o la sociedad. En este trabajo hay multiplicidad de espacios y, además, variedad de tiempos.

Es muy claro que Marx, en los Borradores y otros estudios, también emplea el método comparativo al establecer su famosa secuencia histórica de los modos de producción. Tal patrón de desarrollo social (modo de producción comunista primitivo, esclavista, feudal, etcétera) brota de las fuentes y de la comparación que permite teorizar sobre las diferencias y similitudes entre los diversos períodos históricos. En este caso se está ante una comparación histórica que se ha proyectado, decisivamente, hacia el plano teórico.

Lo mismo podría escribirse de los tipos ideales de Max Weber (ver: Economía y sociedad). Para construir esos modelos teóricos él compara varios casos y extrae aquellas similitudes que pueden constituir un patrón o tendencia, o rasgos típicos. Weber procede de modo parecido a como lo hizo Marx para elaborar sus conceptos complejos del desarrollo de la sociedad.

La importancia del método comparativo también se asocia al hecho de que permite extraer conclusiones temáticas relacionadas con los objetos de estudio comparados, tendencias o patrones ligados a esos objetos o categorías y modelos teóricos que nutren la teoría de la historia y que pueden servir para posteriores procesos investigativos.

Aunque el dicho popular reza que es posible comparar hasta a dios con el diablo, en historia esto no funciona así. Los problemas u objetos de estudio comparados deben tener cierta similitud o analogía (por ejemplo, poco resulta de comparar a la luna con el capitalismo). El hilo temático, el contenido de conocimiento, es quizás más importante que la delimitación temporal o geográfica y ese es el que debe regular el proceso comparativo.

Otro aspecto importante a tener en cuenta para aplicar el método comparativo tiene que ver con la existencia de acervos adecuados de fuentes primarias y secundarias. La comparación fluye si los objetos de estudio comparados están bien cubiertos por una buena base de estudios históricos.

Si no existe producción histórica sobre un tema en concreto es muy difícil compararlo con otro tema análogo de otro lugar o tiempo. Esta condición es indispensable si lo que se busca es generar resultados de fondo, en el nivel de lo singular o en el de la generalización que intenta establecer patrones mediante la comparación.

Si se quiere comparar, por ejemplo, los imaginarios de Barranquilla sobre los caños o el río con los de otra ciudad o población del país o del exterior es fundamental contar con resultados de investigación en los dos objetos comparados en el nivel mencionado; de lo contrario, no existe forma de realizar una comparación productiva. La comparación en historia requiere de los saberes previos acerca de los lugares comparados para evitar que la aplicación del método no conduzca a ninguna parte.

La comparación histórica es otro de los métodos con que cuentan los historiadores para procesar sus investigaciones. Hace parte del utillaje teórico, metodológico y técnico de la historiografía contemporánea y su utilidad es bastante amplia. La historia-conocimiento se ha enriquecido con el empleo de este método, indudablemente.

Georges Duby