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De las relaciones abiertas al poliamor

“Si no hubiera reivindicado su derecho al placer habría vivido dichosa o al menos tranquila hasta su muerte. Y, sin embargo, aún ahora consideraba intolerable la insatisfacción, ese estado de letargo sexual al cual la condenaba el matrimonio con Luis. La libertad tenía un precio y ella lo estaba pagando, duramente, de la peor manera que habría imaginado, pero después las puertas del mundo se le abrirían de par en par”.

‘El tiempo de las amazonas’ es el libro póstumo de la escritora barranquillera Marvel Moreno, en el que narra tres décadas de la vida de tres primas, Gaby, Virginia e Isabel, que llegan a vivir a París en los años sesenta del siglo pasado.

Y nada es casualidad. Mi hija Cata lo está leyendo para una de sus clases y me contó que uno de los tantos temas que se toca es el poliamor y las relaciones abiertas. La autora dejó su novela lista para su publicación en 1994, poco antes de su muerte, en París, en 1995.

Desde hace unos años se habla del poliamor y de las relaciones abiertas, términos que tienden a confundirse; pero ‘no es lo mismo la gimnasia que la magnesia’, reza el dicho popular.

“En el poliamor todas las relaciones existentes pretenden tener la misma relevancia y que no exista jerarquías entre ellas, es decir que sean horizontales y comprenden tanto la parte afectiva como la sexual. En cambio, en una relación abierta suele existir una relación principal, estable y prioritaria, mientras que las demás son secundarias, esporádicas (a veces también son estables) y /o que se limitan únicamente a la parte sexual o a la afectiva, pero no a ambas”, afirma la psicóloga y sexóloga Ana Lombardía Molero.

La experta confirma que hay un tipo de poliamor, conocido como jerárquico, en el que hay un grupo central en el que la relación es más comprometida y por fuera de ese círculo hay otras relaciones secundarias que no tienen la carga emocional de la relación principal. Este tipo de relación se parece a una relación abierta, la diferencia es que en el centro no siempre hay una sola relación o que sea solo de dos personas.

De acuerdo con Lombardía, las relaciones abiertas y el poliamor, son una forma minoritaria de relacionarse y poco conocida: “Las relaciones monógamas son las relaciones que más se encuentran representadas en el cine, las series y las novelas; por lo tanto, son las que más percibimos como ‘normales’”.

Sin embargo, la sexóloga confirma que, poco a poco, este tipo de relaciones no convencionales son cada vez más comunes: “Estamos viviendo una época en la que, cada vez, se hacen más visibles nuevas formas de vivir la sexualidad”.

Y explica por qué es tan difícil aceptar una relación fuera de la monogamia: “Es una cuestión cultural que está relacionada con la manera como nos educaron y las estructuras sociales en las que vivimos que dificultan enormemente salir de ese patrón”. Agrega que la sociedad está construida pensando en relaciones de solo dos personas (y podemos añadirle otros factores, como la orientación sexual o el género), que dificulta vivir fuera del molde.

La cuestión es que, cada vez, más personas afirman que pueden amar a varias personas al mismo tiempo, creando escepticismo en este tipo de relación. Al respecto, Lombardía dice: “Tenemos muy integrada la creencia de que, si te fijas en alguien que no sea tu pareja, es porque algo va mal o porque ya no la amas”.

De otra parte, también señala que a las personas que se vinculan dentro de estos nuevos modelos de relación, muchas veces, se les rotula como viciosas o pervertidas, pues además de vincularse de forma no exclusiva, muchos están abiertos a otro tipo de prácticas sexuales, que incluyen juegos no tan convencionales como el intercambio de parejas, el BDSM (bondage y sadomasoquismo), o el uso habitual de juguetes eróticos.

“Al final, el naturalizar y mostrar otras formas de vivir la sexualidad genera referentes, normaliza y permite que las personas tengamos más opciones para elegir, libremente, cómo queremos vivir nuestra sexualidad. Aunque hay muchos prejuicios y queda mucho camino por recorrer”, concluye Ana Lombardía.

Aunque las relaciones abiertas no son un modelo de pareja nuevo, la monogamia sigue siendo lo tradicional de acuerdo con los parámetros establecidos social y culturalmente; no obstante, cada pareja puede establecer la relación sentimental y sexual que se ajuste a su estilo de vida.

Sexólogos coinciden en que sí es posible que una relación abierta funcione, siempre y cuando exista el mutuo acuerdo, la madurez, la seguridad y la voluntad de ambas partes de transformar esa relación tradicional a una más libre y sin imposiciones.

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