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Daniel Ortega se parece a Anastasio Somoza

Anastasio Somoza Debayle fue el último mandatario de una dinastía de tiranos que devastó a Nicaragua por más de 40 años. Perdió el poder por la presión del pueblo, del Frente Sandinista de Liberación Nacional y porque fue abandonado a su suerte por el gobierno norteamericano, dirigido a la sazón por Jimmy Carter.

El tercero de los Somoza en el gobierno del país centroamericano aplicó una dictadura militar sin escrúpulos que, aparte de ser una cleptocracia, reprimió sin misericordia a todos, a los periodistas, a los intelectuales, a los trabajadores, a la iglesia, a todos.

Un gobierno tan corrupto y criminal no podía caer sino de la forma como cayó: por la fuerza de la presión popular y mediante un ejército del pueblo que venciera a la Guardia Nacional que le sostenía. Tachito, como también llamaban al dictador infame, se fue del poder de modo parecido a como sacaron los revolucionarios a Fulgencio Batista en Cuba.

Las esperanzas de la gente en Nicaragua y América Latina crecieron desmesuradamente por el triunfo del Frente Sandinista a finales de los años setenta. Después del horror de la dictadura militar de los Somoza era de esperar un cambio a favor del pueblo que trajera prosperidad y libertades públicas, luego de la victoria.

Sin embargo, con muchos altibajos, ese Frente se fue consumiendo y degradando de la mano de un gobernante que no quiere ceder el poder bajo ninguna circunstancia. La manera de gobernar de ese presidente ofrece muchos puntos en común con el estilo del dictador que él ayudó a sacar del gobierno. 

El mandatario que copia el estilo de Anastasio Somoza se llama Daniel Ortega Saavedra. Imita el modo de ser del dictador inescrupuloso que ayudó a tumbar por la misma razón que tuvo este para eternizarse en el cargo: por físico amor al poder.

Daniel Ortega, presidente-dictador de Nicaragua.

Daniel Ortega no quiere dejar el puesto y para lograr ese propósito ha hecho de todo, desde aliarse con los generales hasta organizar una represión feroz contra los opositores. 

Temeroso de perder las últimas elecciones presidenciales se atrevió a meter presos a todos los contrincantes que podían dañarle el deseo de mantenerse en el cargo como fuera. Ganó las elecciones, según se esperaba, porque no compitió con nadie de peso, pues todos los probables candidatos con opción de ganar habían sido encarcelados poco antes del proceso electoral.

Ha perseguido con saña a los periodistas que lo critican, obligando a muchos a huir del país, encarcelando a otros y cerrando gran cantidad de medios de comunicación. Como Somoza, Ortega es muy alérgico a las críticas e implementa el mismo tipo de medidas represivas contra los periodistas, emulando a Tachito.

De acuerdo con las dictaduras más sanguinarias, Daniel Ortega tiene una buena cantidad de muertos tras sus espaldas. Los cálculos más conservadores arrojan una cifra superior a los 250 fallecidos a manos de los esbirros de su régimen.

Ortega, el dictador del degradado Frente Sandinista, ha ido tan lejos que ni siquiera respeta a los antiguos y más visibles militantes de ese partido. Peleó con muchos de ellos, haciéndolos huir del país, y encarceló a otros. Un sector minoritario del sandinismo ha formado un nuevo partido, buscando aislarse del olor fétido que hoy despide la dictadura de Ortega.

El colmo de los colmos es lo que el orteguismo hizo con la iglesia católica. Ha perseguido sacerdotes y obispos, cerró iglesias, encarceló religiosos y mantiene una presión indebida sobre las bases y los líderes, similar a la que ejercía Tachito en los tiempos en que la iglesia apoyaba a los sectores populares en su lucha por salir de su dictadura.

Daniel Ortega, el presidente-dictador elegido fraudulentamente, destrozó la separación de poderes, pues a ningún tirano le conviene un congreso y una justicia independientes. Juez que se ponga pesado contra él, es juez que se lleva su encanada, como en los tiempos de Tachito. 

Y lo último que se inventó, para terminar de masacrar a los opositores, es que quien no se someta a sus designios es declarado traidor a la patria y pierde la ciudadanía nicaragüense. En esto sí superó a Tachito, en convertir en apátridas a quienes no acepten su dictadura. 

Daniel Ortega parece tener como modelo la dictadura cleptocrática que ayudó a combatir en el pasado. Es muy lamentable que el proyecto del Frente Sandinista, que pudo haber llevado a Nicaragua a otro estadio, fuera degradado por un sátrapa ambicioso obsesionado con el poder. 

Tachito y Ortega: dos dictadores sanguinarios que ensombrecieron la historia de Nicaragua. El reverso y el anverso de la misma moneda de la ignominia. Qué cosa más triste,