Diversos sectores políticos de Estados Unidos reaccionaron tras la decisión de Donald Trump de nombrar en el Pentágono a tres de sus aliados, desmembrando así la cúpula civil del Departamento de Defensa, después del despido ayer de su titular, Mark Esper, en un momento en que el mandatario se niega a reconocer su derrota en las elecciones frente a su rival demócrata, Joe Biden.

Una de las voces más fuertes vinieron del exsecretario de Defensa y exsenador republicano William Cohen, que no lo apoyó en las dos campañas y que votó por Biden, quien sostuvo en entrevista con el periodista Don Lemon de CNN que "el presidente Trump está tratando de politizar al Departamento de Defensa".

Además, según citó CNN, en uno de los apartes sostiene que la conducta de la administración es "más parecida a una dictadura que a una democracia".

Otro de los temas citados por CNN es el "extraño universo paralelo" en el que Trump asegura un segundo mandato, algo de lo que habla Mike Pompeo.

"El desafío de la administración tomó un giro aún más ridículo el martes cuando el secretario de Estado Mike Pompeo mostró su lealtad a un líder que no muestra signos de trabajar en temas clave, incluida una pandemia que ahora ha llevado a más estadounidenses a hospitales que nunca", se lee en el artículo de CNN.

Y cuando Pompeo fue preguntado sobre la negativa de Trump aceptar la derrota que va en contravía a las críticas tradicionales de Estados Unidos a las elecciones corruptas en el extranjero. Dijo: "Eso es ridículo", cuando el lunes advirtió sobre problemas electorales en  Myanmar.

Mientras todo esto sucede, el presidente electo Joe Biden con mesura criticó la postura de Trump, quien no admite que perdió los comicios y sigue enzarzado en una fútil estrategia legal para disputar el resultado en varios estados clave.

"Simplemente creo que es vergonzoso, para ser muy franco. No ayudará al legado del presidente (Trump)", dijo Biden el martes.

Y aseguró que podrá arreglárselas sin tener acceso a información clasificada de inteligencia, como es la tradición para todos los presidentes electos, algo que describió como "útil", pero no imprescindible, porque todavía no tiene el poder necesario "para tomar decisiones sobre esos asuntos".

Con información de CNN y EFE