La muerte del líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, y la visita de Obama a Cuba marcaron el año que termina.
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EFE/archivo

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Adiós a Fidel y visita de Obama grabaron a fuego 2016 en la historia de Cuba

Este año pasaron por La Habana presidentes y primeros ministros de países como China, Irán, Japón, Canadá y Vietnam.

La muerte del nonagenario líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, sumió a Cuba en el luto poco antes de despedir el 2016, un año de efervescencia informativa en el que Barack Obama se convirtió en el primer mandatario estadounidense en poner un pie en la isla en más de medio siglo.

Tres meses después de cumplir 90 años, el controvertido hombre que gobernó Cuba durante casi medio siglo murió en La Habana, una noticia acogida en la isla con perplejidad inicial que dio paso a nueve días de luto oficial y manifestaciones de dolor por la desaparición de una figura casi patriarcal para la población.

La imagen de las cenizas de Castro recorriendo el país de extremo a extremo en una caravana recibida por miles de cubanos llorosos dio la vuelta al mundo, en medio del frenesí mediático desatado por los centenares de periodistas que viajaron a Cuba para cubrir la muerte del último líder revolucionario del siglo XX.

El propio Fidel se había despedido ya de los cubanos en abril, en una de sus últimas apariciones públicas, en el VII Congreso del Partido Comunista (PCC), donde dijo: "A todos nos llegará nuestro turno, pero quedarán las ideas de los comunistas cubanos".

Pero la muerte de Fidel no fue la única noticia que puso Cuba patas arriba este año. En marzo, los ojos del mundo ya estuvieron centrados en la isla caribeña, que recibió la primera visita de un presidente de EE.UU tras más de cincuenta años de enconado enfrentamiento.

Un lluvioso 21 de marzo, el Air Force One presidencial aterrizaba en La Habana con Barack Obama y su familia a bordo.

Fueron dos días de visita que pusieron la guinda al acercamiento diplomático iniciado en diciembre del 2014 y en el que el ambiente cordial y el apretón de manos entre Obama y el presidente Raúl Castro quedará en la retina de los millares de cubanos que siguieron atónitos el acontecimiento.

En la visita, Obama se prodigó en mensajes y gestos a favor de la reconciliación, la apertura democrática y el respeto a los derechos humanos, se reunió con disidentes y activistas críticos e independientes, de los que elogió su "coraje extraordinario", y respaldó a los trabajadores por cuenta propia.

Sin embargo, todos estos hitos antes impensables no mitigaron las críticas de las autoridades cubanas ante un bloqueo estadounidense aún en pie que, sumado a la crisis de Venezuela, abocan a la isla a una inminente recesión, después de una década de tímido crecimiento sostenido.

Venezuela, el principal aliado político y económico de Cuba, se vio obligada este año a reducir a la mitad sus envíos de petróleo subsidiado a la isla, que solo produce el 40 por ciento del combustible que consume.

Por eso Cuba aceleró en 2016 una frenética búsqueda de inversiones extranjeras y de contactos con potenciales suministradores de crudo -Rusia y Argelia- que permitan apuntalar su economía para hacer sostenible el modelo socialista, principal empeño del "reformista" Raúl Castro.

El deshielo con EEUU y la gradual, aunque aún lenta, apertura económica del país caribeño, atrajo la atención internacional, lo que se tradujo en un goteo de visitas de alto nivel para estrechar lazos y allanar la llegada de empresas.

Este año pasaron por La Habana presidentes y primeros ministros de países como China, Irán, Japón, Canadá y Vietnam.

Junto al acercamiento de Washington, la principal apuesta política por Cuba fue la de la Unión Europea (UE), que materializó su nueva relación con la isla en forma de un Acuerdo de Diálogo Bilateral que pone fin a 20 años de la llamada Posición Común, que condicionaba los vínculos a avances en la democratización y los derechos humanos en la isla.

La negociación llevó más de dos años, incluyó una visita a la isla en marzo de la jefa de la diplomacia europea, Federica Moguerini, y culminará el 13 de diciembre con la firma del acuerdo en Bruselas.

En contraste con este acercamiento y a pesar del empeño de Obama en normalizar las relaciones, el año termina con incertidumbre por la llegada a la Casa Blanca del volátil magnate republicano Donald Trump, que asegura que revertirá el deshielo si Cuba no se compromete a abrirse políticamente y garantiza más derechos a la población.

La Habana rechaza de plano estas pretensiones bajo el argumento de que su soberanía y asuntos internos no están sobre la mesa de negociación.

En lo cultural, y al calor del deshielo, también se produjeron estampas impensables pocos años antes.

Los Rolling Stones dieron un concierto gratuito en La Habana el 25 de marzo, cuando aún resonaban los ecos de la visita de Obama, y la icónica "maison" Chanel, emblema del lujo, eligió en mayo la socialista Cuba para presentar una de sus colecciones.

 

EFE

 

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