El abogado y exprocurador provincial en el Atlántico y Risaralda Napoleón Jesús Ricardo Álvarez, de 85 años, falleció a las 11:45 de la noche de este martes en su residencia en Barranquilla,.

Oriundo del municipio de San Marcos, Sucre, estudió derecho en la Universidad de Cartagena, y fue en Barranquilla donde se destacó como un  prominente jurista.

En el inicio de su carrera judicial fue nombrado juez de menores en El Banco, Magdalena, y de allí pasó al circuito judicial de Barranquilla.

Llegó a la capital del Atlántico muy joven, y aquí ocupó los despachos de juez penal municipal, juez de instrucción criminal y juez civil municipal.

“Vengo a conquistar a Barranquilla”, recuerda su hija, la abogada Muriel Ricardo, las palabras de su padre cuando llegó con la familia a radicarse en la ciudad.

‘Napo’, como era conocido entre sus amigos y en los círculos judiciales de la ciudad, brilló por su gran elocuencia jurídica y conocimiento del derecho.

Es recordado por su desempeño en las antiguas audiencias públicas, en las que la mayor de las veces fungía como parte de la defensa o representante de parte civil.

Al final de su carrera como abogado litigante, entre 1995 y 1998, Napoleón J. Ricardo fue nombrado en la Procuraduría Provincial del Atlántico, de la que pasó luego a la Procuraduría de Risaralda.

De trato amable, respetuoso e incluso, cariñoso, Ricardo Álvarez compartió oficina de abogado en el edificio Las Flores del centro de la ciudad, con su colega Guido Mazzenet Guido, con quien lo unía una entrañable amistad.

Militó toda su vida política en el Partido Conservador, ideología que defendía y propagaba en tertulias de amigos y colegas del derecho.

Estaba casado con Angelina Felissa del Socorro, exjuez de infancia, y de esa unión están sus hijos Muriel, abogada; Jorge, abogado, y Napoleón, arquitecto.

El cuerpo de Napoleón J. Ricardo Álvarez está siendo velado en el Parque Cementerio Jardines de la Eternidad sede norte.

El sepelio fue fijado para este jueves 23 de marzo a las 11 de la mañana.

El adiós final de Napoleón J. Ricardo Álvarez deja un vacío en los estamentos jurídicos de la ciudad, en la que le reconocían sus méritos profesionales y su don de caballero. Paz en su tumba.