Treinta años después de la avalancha que borró al pueblo del mapa, las tumbas y ruinas continúan siendo un lugar de peregrinación y el doloroso recuerdo de la tragedia.
Habiendo perdido todo en la tragedia, sin fotos para recordar a sus seres queridos, los que no murieron en la tragedia de Armero la recuerdan a través de relatos orales.