Share:

El mundo de las noticias hoy

Quiero expresar con la debida anticipación que estoy escribiendo esta columna desde la más completa ignorancia y más que nada como un mecanismo para dar respuesta a ciertas inquietudes que me vienen preocupando desde hace algún tiempo y que tienen relación con cómo se expresa el acontecer noticioso en nuestros días.

La referencia primaria para un analfabeto conceptual como yo es la Real Academia de la Lengua Española, la que explicita conceptos tales como “nueva, novedad, primicia, revelación, informe, crónica” para dar luces explicativas de una noticia. De esta manera y muy básica por lo demás, podemos construir la idea de que una noticia es un texto oral, escrito o visual sobre acontecimientos recientes.

Debe ser un acontecimiento definido por su actualidad y relevancia. Es uno de los llamados géneros periodísticos que, supuestamente, está desprovisto de comentarios y de interpretaciones. Busca ser una representación de lo acontecido, por lo que la narración resulta ser el modo discursivo empleado por excelencia para explicitar la noticia. Sin caer en consideraciones más técnicas de ella, información por lo demás que abunda en internet, su extensión es variable, aunque siempre mantiene una estructura que parte con un titular, una información de entrada y el cuerpo del texto en el que se busca desarrollar las ideas principales expresadas en los dos primeros.

Las noticias llegan al público general a través de los medios de comunicación social que, gracias a las consecuencias de la masificación de internet, ha superado los medios tradicionales asociados a la radio, la televisión, la prensa, el cine y la publicidad, incorporando todas las plataformas de las redes sociales por las cuales circula cantidad considerable de información y, lamentablemente, también desinformación. Estos medios, además de entretener, de masificar la producción artística, la oferta de productos y servicios, tienen el rol fundamental de informar. Si consideramos que la noticia es el espacio de desarrollo profesional del periodismo que tiene como responsabilidad elaborar y emitir mensajes que relatan acontecimientos reales novedosos y de interés para la sociedad y que se difunden a través de los medios de comunicación social.

Esta breve y muy vaga explicación conceptual es sólo el marco introductorio para expresar algunas de las preocupaciones que me generan el mundo de las noticias de hoy. ¿Quién determina que suceso o acontecimiento es una noticia? ¿Es posible mantener una completa objetividad al momento de la narración si el simple hecho de potenciar una noticia sobre otra ya lleva implícito un sesgo de subjetividad? ¿Qué relevancia tienen que se explicite la línea editorial de un medio para dar mayor contexto a la noticia presentada? ¿En quién cabe la responsabilidad moral de la selección, intensidad y frecuencia de algunas noticias en desmedro de otras?

Hace algún tiempo, en una charla a estudiantes de un distinguido comunicador social de mi país, Chile, el expositor explicitaba la importancia que tenía el medidor de audiencias en la selección de la noticia que salía al aire por parte de la dirección del medio de comunicación. Incluso fue más allá y expresó que al estar midiendo el ranking de audiencias en línea le habrían impelido a acortar la noticia que estaba desarrollando, referida a una relevante política de gobierno, por una información más que miscelánea de un seudo perrito que hablaba, ya que ella estaba marcando mejores niveles de audiencia en el noticiero de la estación de la competencia. En la misma charla le expresé mi preocupación por el rol profesional del periodista que define la noticia y que, de acuerdo con lo que estaba detallando, la noticia no era nada más que resultado de la respuesta al mercado y un espacio en que la entretención superaba el rol informativo de la misma.

Quedaba en completo entredicho el rol de la noticia de informar sobre aquellos aspectos relevantes, ya que, espero no equivocarme, una política gubernamental será siempre más importante que el espectáculo de un caballero que apretando de manera poco cariñosa la parte superior del cuello de un pequeño can lograba que este emitiera sonidos parecidos a determinadas palabras.

También es relevante discutir, como sociedad, el impacto que determinadas noticias tienen en los niveles de audiencia de los noticieros, en especial de los canales de televisión. El lugar, el tiempo y la intensidad que dan a las noticias de tipo negativas superan con creces los espacios en que se puede informar sobre aquellas cosas positivas que, me imagino, siempre están presentes en una sociedad.

Por lo menos en mi país, la delincuencia y la inseguridad ciudadana hoy, dentro de la lamentable lógica de mercado, venden más que cualquier otra noticia. No hay días en que no abran los noticieros y no repitan hasta la saciedad conceptos e imágenes asociados con un asalto, un robo, un portonazo, en fin. Es triste decirlo, pero me veo en la obligación de explicitarlo, sólo los lamentables sucesos de Viña del Mar, hace dos fines de semanas, en que un incendio devoró miles de viviendas y le quitó la vida a más de ciento treinta compatriotas es lo único que puede remover de su sitial al tema delincuencial. Esa semana, más allá del dolor generado por las dramáticas condiciones que experimentaron miles de conciudadanos, parece que no hubo actos de delincuencia, no se explicitó, a través de los medios que se caracterizan por hacer de ello su línea editorial, ningún asalto, encerrona, robo o portonazo y, estoy seguro, que no es que no hayan existido. De lo anterior resulta una reflexión, el rol que tienen los medios a la hora de instalar determinadas cuestiones de relevancia en una sociedad y que deben ser consecuentemente responsables de lo que dichas condiciones generan. No olviden que tienen el poder de visibilizar o invisibilizar sucesos, acontecimientos, novedosos y relevantes para una comunidad.

Otro de los acontecimientos que sacó la agenda delictual de los medios informativos televisivos fue el lamentable accidente que cobró la vida del expresidente de Chile, Sebastián Piñera, al caer el helicóptero que piloteaba a las aguas del lago Ranco. Se puso un adecuado énfasis en la relevancia de la noticia y las consecuencias de ella.

Se evaluó, de manera indirecta, el rol del gobierno y de la oposición ante una situación de profundo dolor. Se expusieron muestras de afecto y de dolor al exmandatario por personajes conocidos y de parte de la población anónima del país que concurrió a los lugares en que en que su cuerpo fue velado y en los alrededores de la misa realizada en la Catedral de Santiago. El domingo en que terminaba esa semana, dos días después de los funerales de Sebastián Piñera, se verificaba, en el estadio Nacional de Santiago, el partido por la Supercopa entre Huachipato, campeón del torneo nacional y Colo Colo, monarca de la Copa Chile. Al iniciarse el partido se solicitó un minuto de silencio por el expresidente fallecido y la reacción de la mayoría de las 32.000 personas congregadas en dicho recinto fue gritar  en contra, visibilizando graves violaciones a los derechos humanos ocurridas durante el estallido social y que, según los manifestantes, lo emparentaban con la dictadura de Pinochet.

Por favor, que quede claro que , no me parece que ése sea el momento para explicitar diferencias con una figura política relevante del acontecer nacional de los últimos cuarenta años, pero lo curioso, por decir lo menos, es que ningún medio televisivo categorizó ese acontecimiento como relevante, novedoso y fue completamente invisibilizado por todos los medios de comunicación tradicionales, a tal punto que el relator y los comentaristas del canal que transmitió el partido, no hicieron en vivo ningún comentario de algo que a todos luces se elevaba al nivel de una noticia.

Fueron las redes sociales las que permitieron visibilizar el momento y, como cualquier otra noticia, hacernos cargos de ella,  que al igual que el espacio apropiado que se había dado para todos aquellos que quisieron destacar el legado político y humano del presidente Piñera, me parece que también debe haber espacio para aquellos que pueden, legítimamente por lo demás, no compartir esa visión y que buscan los medios para expresar su punto de vista con respecto a la figura del extinto presidente.

Una noticia que me llega muy fuerte en lo personal fue ampliamente destacada por los medios internacionales durante la última semana. Dos rehenes israelíes fueron liberados por el ejército judío de aquellos que habían sido secuestrado por Hamas en octubre del año pasado, noticia por lo demás ampliamente difundida. Pocos son los medios que al momento de informar sobre la noticia reparan en la devastación que esta acción generó para un número importante de civiles que poco o nada tienen que ver con las acciones. Algunos medios de comunicación han reparado, en un nivel de relevancia muy inferior y con, claramente una menor visibilidad, que cerca de 400 civiles habrían muerto en la operación israelita y que habría provocado nuevos miles de desplazados palestinos de sus territorios, acrecentando de manera brutal las estadísticas devastadoras de muertos y refugiados.

El valor de la noticia no puede estar desarraigado de su relevancia moral, la lucha por la vida no debe reparar en jerarquías que se proyectan y se instalan, las personas inocentes que sufren requieren, demandan, desde una perspectiva profundamente ética, un tratamiento igualitario, de otra manera estamos elevando la noticia a un espacio mezquino, una nueva arma profundamente ideológica.