Tobby Setton, el artista de la moda que cumplió 15 años de ausencia
Fue el primero en crear sus telas, montar una fábrica y exhibir sus prendas.
Era un adelantado de su época, los glamurosos años 50, cuando las damas más exigentes de la sociedad barranquillera no se resistían a la tentación de dejarse vestir por sus diseños.
Desde entonces, hasta su muerte hace 15 años, el cartagenero Toby Setton Sasson fue considerado uno de los mejores diseñadores del país.
Esta aguja, la misma que apoyó y enseñó a cortar a Silvia Tcherassi, no sólo embrujó a Colombia. Estados Unidos y Suramérica también le abrieron sus puertas a la Jackson Fashion, una de las primeras marcas que comercializó el cartagenero, en asocio con uno de sus cuñados.
El arribo de Setton al mundo de la moda no fue fruto de la casualidad: era miembro de una familia española que llegó desde Egipto para instalarse en la Costa Caribe, por lo que sus diseños siempre tuvieron una mezcla de sobriedad europea con los colores característicos del trópico.
Ese estilo fue el que permitió que muy pronto su pequeño taller se convirtiera en una fábrica, pionera en Atlántico por incorporar la producción de ropa en serie.
El primero en adelantar a su época
Toby Setton fue el primero en establecer una fábrica de ropa. Iba al exterior y, en lugar de copiar las colecciones pasadas, estudiaba para dónde iba la tendencia. Como la importación de telas era muy cerrada, él mismo las diseñaba y creaba sus prendas. Fue el primero en poner su nombre en una marquilla, en exhibir las prendas en hermosos y amplios almacenes y en traer al país el concepto de Prêt-à-porter o ‘ropa lista para llevar’. Además montaba dos o tres desfiles al año con sus propias colecciones.
María Eugenia Vieira, una amiga de la época, recuerda que estableció su primera fábrica en Barranquilla. “Era preciosa, tenía muchas y excelentes costureras, y máquinas industriales; montó una organización muy buena para ventas y distribución. Lo mejor era la atención personalizada. Él siempre estaba pendiente de tener personas que supieran atender a sus clientes, y le recomendaba a cada persona las prendas y el color que debía usar. Todo lo vendía por tallaje, en esa época nada de eso existía”.
Su visión lo llevó a salir de su taller para buscar inspiración en los grandes almacenes y fábricas del mundo. Él mismo explicó su proceso creativo a la revista ‘Cromos’ en 1985:
“Yo voy palpando los cambios desde un año atrás y me inspiro agregando cierta información adicional. Además me arriesgo a producir telas a priori, previendo estos cambios. Si logro acertar en un 80% me doy por satisfecho. Las formas o siluetas se presienten. De acuerdo con ese presentimiento me imagino previamente las telas para cada temporada. Sé que no es la mejor manera de hacer negocios, pero así gozo con mi trabajo y me identifico con mi personalidad. Si no inventara las telas me volvería uno más del montón”.
Toby llegó a la cumbre con su marca Jackson’s Fashions en los setenta. Y según pudo concluir Lila Ochoa en su libro Colombia es moda, la fábrica alcanzó a tener 1.350 metros de área, 300 operarias y produjo 25 mil prendas mensuales. En el departamento de diseño tenía 11 expertas bajo su estricta supervisión. Con esta infraestructura abrió la primera exportación de moda colombiana.
Además, formó a decenas de personas en Colombia. Una de sus pupilas, Silvia Tcherassi, lo recuerda con aprecio porque estuvo pendiente de su evolución y la llenó de consejos que le han servido en su exitosa carrera. “Él era el Calvin Klein o el Ralph Lauren de nuestro país; eran creadores con mucho talento y visión empresarial”, afirma Silvia.
La forma injusta en la que acabó todo
El declive de este visionario comenzó en los 90. Según Lila Ochoa, “los bancos empezaron a calificar la industria de la moda como negocio de alto riesgo y limitaron los créditos. Las importaciones se hicieron cada vez más difíciles para Toby, quien negociaba cartas de crédito por más de 120 mil dólares, esos préstamos se redujeron, lo que le ocasionó todo tipo de trastornos en la producción”.
Poco a poco, sumido en una profunda tristeza, Toby tuvo que empezar a cerrar uno a uno sus almacenes, primero en Bogotá y luego en otras ciudades del país.
Finalmente, en el año 2000 murió de un agresivo cáncer el 17 de agosto a los 64 años en Barranquilla.
Quince años después de su partida, los expertos se atreven a señalar cuáles fueron los secretos de su éxito. Tenía una estética moderna, que todo el mundo podía usar. Era impecable en la selección del color y la silueta era muy comercial. Además fue un ejemplo de organización y de venta.