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Juan Carlos Martínez-Aparicio Castillo.
Juan Carlos Martínez-Aparicio Castillo.
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Zona Cero

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La Navidad rodante que desde hace 18 años alegra las calles de Barranquilla

Juan Carlos Martínez-Aparicio y su ‘Jeep navideño’, un símbolo especial en el ambiente decembrino de la ciudad.

Sin siquiera proponérselo, pues fue una idea que surgió repentina, o “de recocha”, como se dice en la calle; Juan Carlos Martínez-Aparicio Castillo se ha convertido desde hace 18 años en un símbolo infaltable en medio del ambiente de alegría que marca el espíritu de la Navidad en Barranquilla.

A bordo del ‘Jeep navideño’, como ha dado en llamar un campero Willyz modelo 59, que ha dotado de cinco mil bombillos de luces titilantes y multicolores, Juan Carlos se dedica a recorrer la ciudad como un atractivo muy especial en medio de la celebración del último mes del año, que se embellece y destaca precisamente por la luminosidad en casi todos los sectores.

Desde el primero de diciembre hasta el primero de enero, a las 6 de la tarde, comienza puntual y entusiasta esta especie de ritual al que se vincula su esposa, Olga Ortega, y sus tres hijos.

A esa hora el Willyz enciende motores y sale de la casa de Juan Carlos en el barrio Villa Carolina, norte de la ciudad, con un desfile pausado, sin rumbo específico, pero que va organizando mentalmente a medida que conduce, y que cada día se puede prologar hasta la medianoche.

“Me dirijo a sectores concurridos, la Ventana al Mundo, Buenavista, el estadio Metropolitano, el Malecón, la 72, la 84, y otros más, allí me detengo por ratos mientras empieza a llegar la gente a tomarse fotos”, señala Juan Carlos, quien con mucha paciencia y cordialidad permite las imágenes a los visitantes.

El recorrido va ambientado con mucha música, y no podía ser otra que villancicos, sumados a la vasta discografía tropical de ritmos alusivos a la época que muchos consideran “la más linda del año”: la de diciembre.

Además de las luces Led, que son el atractivo que impacta a quienes observan y admiran este espectáculo rodante, el vehículo va adornado de guirnaldas en toda la estructura, y en la parte del capó lleva un pesebre con todas las figuras bíblicas, que complementa la escena navideña.

Para poder dar fuerza lumínica a los 5 mil bombillos, integrados por 20 extensiones, el vehículo ha sido sometido a una serie de transformaciones mecánicas y eléctricas, explica Juan Carlos.

“Le implanté un convertidor de 12 voltios a 110 voltios, porque son muchas luces, fíjate que lleva luces hasta en la parte de abajo del chasis. Todo va iluminado. Son cuatro baterías para mover todo el aparataje”, dice.

La amplificación musical tampoco es poca cosa, consta de 4 amplificadores, 8 parlantes de media, 4 bajos, 8 tuiters, para dar un sonido fino y audible no solo en el recorrido sino cuando estaciona.

Toda esta parafernalia le representa a Juan Carlos Martínez-Aparicio una inversión cercana al millón y medio de pesos, y un desembolso diario de entre 40 a 50 mil pesos en combustible, dinero que sale de su bolsillo pues no cuenta con patrocinio comercial que lo financie.

“Este es un carro al que le adapté caja automática y motor 6 en V, el cual consume más gasolina de lo normal, pero para mí es una satisfacción personal hacer todo esto, porque me estimula a seguir viviendo, y hasta siento que me rejuvenece”, manifiesta visiblemente emocionado de lo que hace.

Al ‘Jeep navideño’ se acerca mucha gente atraída por la decoración, el alumbrado, la música, e incluso para conocer al gestor del concepto, y entre estos Juan Carlos destaca a algunos en especial.

“Una vez estacionado en Buenavista se me acercó Joe Arroyo, era la primera vez veía el carro, y quedó tan admirado que se tomó fotos en todos los ángulos. También Alci Acosta, Checo, y un montón de turistas extranjeros y del interior han plasmado su paso por Barranquilla con una foto de nuestro vehículo”, rememora.

El ‘Jeep navideño’ cambia de motivación el 2 de enero, y se transforma entonces en el ‘Jeep carnavalero’. Juan Carlos reemplaza los motivos de Navidad y sube un inmenso muñeco disfrazado de marimonda rodeado de muchos elementos alegóricos a la fiesta de Carnaval, eso sí, conserva el sistema de luces y sigue de largo hasta el Miércoles de Ceniza.

“En realidad la idea original fue sacar el carro ‘disfrazado’ en temporada carnavalera, y así lo hicimos un año con un muñeco de marimonda, pero al siguiente los amigos me impulsaron a decorarlo con motivos de la época de Navidad, a mi familia le gustó la propuesta y así lo hemos seguido haciendo hasta ahora”, cuenta Juan Carlos.

Solo el año pasado por motivos de la pandemia el vehículo permaneció guardado, aunque tuvo salidas esporádicas.

Finalizadas las dos temporadas festivas de Navidad y Carnaval, el campero vuelve a la ‘normalidad’, en la que se destaca su color original blanco, placas PXJ 603, como aparece registrado en la Secretaría de Movilidad.

“Lo saco poco el resto del año, permanece más bien en el garaje de la casa a la espera de la Navidad y el Carnaval, yo tengo otro vehículo que utilizo para mis actividades”, manifiesta Martínez-Aparicio.

Una de las grandes satisfacciones de este pensionado es que a la pasión a la que le ha invertido tiempo y dinero, ha tenido muy buena acogida en su hijo mayor, Juan Carlos, quien lo respalda y está presto a continuar el legado.

“Como buen barranquillero estas dos celebraciones hacen parte de mi ADN, y me enorgullece sentir que con mi carro lleno de luces contribuyo a constituirme en un atractivo más de mi ciudad en medio de estas fiestas, además de establecer una especie de ícono con mí idea”, sentencia sin tapujos Juan Carlos Martínez-Aparicio Castillo, mientras terminamos el diálogo a un lado del Gran Malecón, y la brisa fresca que viene del río golpea suave, acompañada del bullicio de la gente que llega a tomarse fotos y grabar videos para guardar un recuerdo con el ‘Jeep de la Navidad rodante’.

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