El colombiano Andrés Ramírez Pulido estrena el viernes en España su primer largometraje, "La jauría", que él define como "un cuento muy visceral que te agarra de adentro", una película "cruda, oscura y fuerte que busca justo eso: Llevarte a lo más profundo de la caverna para encontrar el camino hacia la luz".

"La jauría" es continuación de dos de sus cortometrajes, "El edén" (2016) y "Damiana" (2017) en los que el colombiano ya insiste en su preocupación personal sobre la importancia de la figura paterna durante la infancia y la adolescencia y cómo el amor, el cuidado de un padre, o por el contrario su abandono, ausencia o violencia pueden afectar a toda una vida.

"La película tiene varias semillas, una de ellas es el propio contexto en el que escribí el guion", explica el director a EFE desde Ibagué, donde se fue desde su Bogotá natal junto a su esposa para poner en marcha talleres de cine para niños y jóvenes problemáticos.

"Yo me trasladé a vivir al valle del río Magdalena, en Ibagué, una ciudad intermedia en Colombia, en una zona muy tropical todo el año donde se dan ciertas características que se comparten en toda Latinoamérica: la pobreza, la violencia, la marginalidad, y esa es la capa exterior del guion", apunta.

Pero allí, dice, también se encontró con la realidad de aquellos chicos y eso, que fue como "como poner un espejo" a su interior, le llevó a hacerse preguntas "muy personales", como cuál era la relación con sus padres, de dónde venía, y cómo marcan los primeros años y la herencia recibida.

Aparte, Ramírez Pulido se reconoce como "una persona muy creyente" y convencida de que "hay un mundo más allá de lo tangible, un mundo invisible".

"La película se pregunta si podemos cambiar, ser distintos, si hemos cometido un error grave en la vida, y si se puede uno desprender de esa herencia invisible, educacional, que hemos recibido sobre todo, si lo recibido es violencia y abandono", reflexiona.

Aún así, "La jauría" no es la "típica" película sobre adolescentes violentos y desarraigados, víctimas de la droga y de los cárteles. Esta es una intensa historia sobre la adolescencia, la familia y la libertad en Colombia que se simboliza en el terrible viaje de Eliú (impresionante trabajo del debutante Jhojan Estiven Jiménez) desde la caverna más profunda hacia la luz: desde el mal más sinsentido al arrepentimiento y al deseo de mejorar.

Eliú es un chico de campo que, una noche de alcohol y drogas junto a su amigo El Mono (también notable Maicol Andrés Jiménez), asesina a un hombre al que confunde con su padre. Por ese motivo cumple condena en un centro experimental de menores en medio de la selva tropical colombiana, donde un par de militares "iluminados" intentan meter en vereda a los jóvenes reclusos a través de un trabajo físico extenuante y una intensa terapia de grupo.

Un día, El Mono es trasladado al mismo centro y las autoridades les obligan a revivir el crimen para que confiesen qué hicieron con el cadáver, que nunca apareció.

"Mis personajes no logran encontrar esa salida y caminan en círculos, menos Eliú, que opta por dejarse hundir en lo más profundo de la caverna y allí, donde nadie la ve, él encuentra la luz", señala.

Porque la película "tiene mucho de esperanza", afirma Ramírez Pulido. "Y es también una carta de amor a la realidad muy cruda de muchos chicos que he conocido, algunos ya no están vivos: es mi manera de decirles que espero que puedan tener un viaje similar al de Eliú".

Se despide el colombiano entre risas, asegurando a EFE que "nunca" tuvo ningún hecho traumático en su infancia. Por las dudas. 

EFE