Gustavo Petro y Rodolfo Hernández.
Gustavo Petro y Rodolfo Hernández.
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EFE

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Petro y Hernández, dos candidatos con perfiles opuestos que buscan la Presidencia

Es la tercera aspiración del candidato por el Pacto Histórico y la primera del de la Liga de Gobernantes Anticorrupción.

Gustavo Petro y Rodolfo Hernández se disputan este domingo la elección presidencial más reñida de los últimos años.

Una campaña electoral llena de ataques y acusaciones de lado y lado, y sin debates televisivos, tiene a Colombia en vilo.

Sin embargo, siempre es bueno conocer los perfiles de los aspirantes a la Casa de Nariño.

Tercera aspiración

Gustavo Petro prefiere que lo llamen revolucionario a guerrillero, porque liderando revoluciones es como se ha sentido siempre cómodo y la de llevar a la izquierda a la Presidencia de Colombia es la que enarbola en estas elecciones.

Es la tercera vez que lo intenta y la segunda que llega a la elección decisiva, después de conseguir la mayor votación de un candidato en primera vuelta, y este domingo puede que lo consiga, aunque la competencia con su rival, Rodolfo Hernández, se prevé ajustada.

Nacido en 1960 en Ciénaga de Oro, en el departamento caribeño de Córdoba, creció y estudió en el interior del país, en Zipaquirá, un pueblo andino cercano a Bogotá. Es el mayor de tres hermanos, de familia de clase media, con padre costeño y madre del interior.

Esa mezcla también pervive en su carácter: tímido, callado y ufano en lo personal, como se le describe, pero un gran orador y cómodo cuando sube al escenario de las repletas plazas públicas, donde encandila a sus oyentes con frases grandilocuentes y discursos cautivadores.

Congresista brillante

Al Petro que en 2022 quiere ser "su presidente", como proclama, lejos le quedan ya esos años y seguramente le pese más su etapa de parlamentario. Nunca se sintió cómodo con las armas, pero sí con las palabras, con las que se defendía en la Cámara de Representantes y en el Senado.

Allá se volvió "uno de los congresistas más brillantes que ha tenido Colombia", como se le nombra habitualmente, y ganó popularidad a principios de los 2000 por sus denuncias de los nexos entre políticos y paramilitares, volviéndose también un dolor de cabeza para su némesis, el expresidente Álvaro Uribe, y consiguiendo el enjuiciamiento de varias personas.

La primera amenaza que recibió Petro, de las tantas que vendrían después y que lo tienen con uno de los dispositivos de seguridad más fuertes del país, fue en 1994 y le obligó a exiliarse en Bélgica.

Petro cuenta con amargura su paso por Bruselas, alejado de todos, y con episodios depresivos de los que se sobrepuso estudiando una especialización en Medioambiente en la Universidad de Lovaina, que sumó al grado en Economía en la Universidad Externado de Colombia, cuando militaba en el M-19.

Un rival que dio sorpresa

Rodolfo Hernández se convirtió en el aspirante sorpresa al meterse en la segunda vuelta de la elección presidencial de Colombia y desde entonces es la incógnita de la contienda: todos se preguntan si será capaz de mantener el fenómeno "rodolfista" que se ha extendido por el país y pasar de ser un empresario multimillonario a ser el presidente de la República.

El "Trump colombiano", como algunos le llaman, volteó todos los escenarios previstos desde hacía meses e inauguró un nuevo terreno de juego en el que el próximo domingo disputará la jefatura del Estado colombiano con el candidato, izquierdista Gustavo Petro.

Sin duda, el ingeniero sacudió el tablero político el pasado 29 de mayo cuando los electores se decantaron por él frente al hasta ese momento favorito para quedar segundo, el derechista Federico 'Fico' Gutiérrez. Desde entonces, el fenómeno Rodolfo Hernández ha ido creciendo bajo su batuta.

Hernández es la cabeza del movimiento Liga de Gobernantes Anticorrupción, creado por él. No se define políticamente, aunque sus propuestas tienden al populismo, y lidera un movimiento que lo sitúa con altas probabilidades de imponerse en las urnas, si bien las encuestas anticipan un resultado apretado.

Desde el inicio de la carrera electoral, este candidato, de 77 años, ha protagonizado una atípica campaña en la que las redes sociales han sido el medio favorito para transmitir su mensaje, en el que la lucha contra la corrupción ocupa un lugar prominente.

En la recta final de los comicios no se ha desviado de su táctica; de hecho, incluso, la ha intensificado: no participa en debates con su contrincante, limitado sus apariciones públicas y protagoniza encendidas controversias.

Lengua afilada

Pero sin duda, lo que más ha marcado su presencia en el panorama político ha sido su carácter, con tendencia a lo pintoresco y chabacano, y sin miedo a la confrontación.

Hernández es un "candidato atractivo", porque tiene ideas novedosas, si se quiere, poco ortodoxas, y "las transmite sin filtros, algo que puede conectarle con los votantes", explica a Efe el analista político Felipe Botero, quien añade que eso no significa que las propuestas sean "plausibles".

El ingeniero llegó a la carrera por la Presidencia con algunos episodios polémicos a la espalda, como una entrevista en la que aseguró que admiraba a Adolfo Hitler o cuando, siendo alcalde de Bucaramanga, golpeó a un concejal opositor.

Su actual campaña, como la que le llevó a la alcaldía de Bucaramanga, se ha basado en un discurso muy crítico con la corrupción, ampliamente extendida en Colombia, y contra los políticos tradicionales, a los cuales acusa de todos los males del país.

A pesar de esta soflama que ha convertido en bandera, Hernández está envuelto en un caso de corrupción que se remonta a su época de alcalde (2016-2019) debido a presuntas irregularidades en un contrato de consultoría para la gestión de basuras en Bucaramanga del que no se sabrá si es responsable hasta que se celebre el juicio, programado para después de las elecciones.

Si bien en la primera etapa de la carrera electoral la corrupción centró su discurso, en esta segunda ha tratado de explicar un poco más su programa de gobierno, y recalcar que no cambiará su discurso con tal de sumar apoyos y que no es el candidato del uribismo, en alusión a la corriente política fundada por el hoy expresidente Álvaro Uribe (2002-2010).

El rol que deben cumplir las mujeres y la supuesta implementación de una jornada laboral de diez horas diarias generaron polémica en torno a sus propuestas, hasta que en plena visita a Estados Unidos decidió suspender todos los actos de campaña previstos en Colombia -que no eran muchos- aduciendo que existe un plan para asesinarlo.

*Con información de Agencia EFE

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