Share:

Leandro Díaz: El cardenal guajiro

Me llamó mucho la atención el título de El cardenal guajiro porque me hace referenciar al famoso Cardón Guajiro que es una planta que permanece verde en pleno desierto. También hay una combinación entre el color morado con  el título  de la caratula donde figura Leandro Díaz: El cardenal guajiro, remite a la herencia religiosa hispanoamericana. Igualmente como lo dice el autor referencia al pájaro El cardenal, que abunda mucho en estas tierras, tanto de la Guajira como de la Sierra Nevada de Santa Marta.

El cardenal guajiro, cuyo nombre científico es El Cardinalis Phoeniceus, es un ave endémica del departamento de La Guajira, mide aproximadamente 18 c.m. Es un pájaro inconfundible ; porque su cresta de color rojo brillante , al igual que su plumaje y bordes de color rojo oscuro en las alas y cola, con su pico brillante robusto y color azuloso.

Este pájaro tiene su propia leyenda  Wayúu: Las primeras mujeres tenían dientes en la vagina y no podían tener desendencia humana, por lo que un joven Wuayuu disparó una flecha y arrancó los dientes de la vagina de Volunka, mujer primigenia,que con su sangre tiñó de rojo algunas piedras de la Alta Guajira. Con la sangre restante de Wolunka se bañaron algunos pájaros como el Lisho o Cardenal Guajiro.

Desde ese entonces, el cardenal guajiro ha resaltado por su plumaje  de color rojo brillante , convirtiéndose en una de las aves más simbólicas y reconocidas del territorio Guajiro.(Consultar: Corpoguagira: Monitoreo de aves migratorias - 2016-2017-

Desde el punto de vista formal podríamos argumentar que la caratula tiene de fondo  una silueta del rostro de Leandro Díaz resaltado por los colores anaranjado, morado, negro y amarillo candela, convertido en un marco donde está por todo el cuadro el título de la canción Dios no me deja. No tiene solapa y en la contra caratula está un pensamiento de Emiliano Zuleta Baquero (2002)  Que dice: “Ahora, el hecho de que Leandro Díaz pinte las cosas sin verlas, sin saber cómo son en esencia física, ya de por si es un hecho extraordinario, fuera de lo común. La producción de Leandro es más intensa por la profundidad del mensaje, por la profundidad del contenido, y por el hecho mismo de ser un hombre ciego”. Notamos que en el pensamiento de Zuleta Baquero se abren las comillas pero no se cierran cuando termina el pensamiento, sino que quedan abiertas, parece un problema de imprenta.  Es una edición producida por Unicesar, su respectivo ISBN y el código de barra indicando que el libro no es una edición pirata.

Al mostrar el libro a algunos docentes de investigación lo primero que me dijeron fue que parece un texto de historia o geografía para estudiantes de bachillerato, por su contextura formal y además, que tiene la forma de un viejo manual.

Desde el punto de vista del contenido de la investigación está compuesto por un prólogo, una presentación y por tres partes con ocho capítulos; incluidas las evidencias con sus cuatro anexos respectivos y una amplia bibliografía.

La parte primera del libro se llama: El itinerario de Leandro por la provincia de Padilla y Valledupar, subdivida en tres capítulos.

El capítulo uno nos lleva a conocer la tierra de los orígenes de Leandro, tanto geográficos como familiares. Podemos encontrar los lugares de la finca Altopino, Lagunita de la Sierra. El conocimiento del árbol genealógico de los días. Gente sencilla, serrana, campesinos de montaña y músicos por naturaleza. Árbol genealógico que plantea la herencia de una ceguera acuciosa y desconocida de la familia Díaz. Ella  está repartida por las poblaciones Altopino, Lagunita de la Sierra, San Esteban, Barrancas, Hatonuevo,  Los pajales. Lugares donde la memoria recobra su inocencia y se remonta a lo más alto del artista.

Luego en el capítulo dos, se nos argumenta la ruta del artista por la provincia de Valledupar entre cañahuates, cedros y algodonales. Lugares emblemáticos del autor como Tocaimo, Los Manguitos en Codazzi, Urumita y Manaure.

En San diego vivió cuarenta años donde compartió sus canciones en parrandas con amigos, artistas, literatos y poetas del famoso taller literario Vargas Vila. Y sus hijos. Esto lo desarrolla en el capítulo tres.

La segunda parte de la investigación se llama: Un trupillo cargado de versos provincianos.  Y contiene los capítulos cuatro, cinco y seis.

El capítulo cuatro es el más emblemático. Recoge los postulados epistemológicos de Ken Wilber, sobre la psicología transpersonal y más exactamente sobre la teoría de os tres ojos, para aplicarlo a la elaboración artística de Leandro Díaz. Wilber plantea la necesidad de realizar los procesos de investigación y la vida cotidiana observándolos desde los tres ojos: el de la carne, la mente y espíritu con el único fin de relacionar, realidad, mente y espíritu “Tesis inicial del místico victoriano Hugo de San Víctor y retomado años después por Sanbuenaventura” pág. 129. Es importante resaltar aquí que en La Republica de Platón parte 517b 3- 518c 11- 12, se plantea una serie de equivalencias a saber: La Caverna equivale al mundo visible mediante los ojos; la región de la luz, al inteligible; el tránsito de las sombras hacia la luz, a la ascensión del alma hacia el mundo inteligible, que es el mundo de las ideas, y el sol  a la idea del bien, que es el fundamento ultimo de todas las cosas y de todo saber. Lo cual nos demuestra que ni es planteamiento del victoriano Hugo de San Víctor ni de Sanbuenaventura sino de Platón.

El autor plantea retomar la teoría de Wilber, para fundamentar epistemológicamente el marco teórico y así realizar una ruptura epistemológica con el positivismo como metodología de investigación que “solo ha aceptado lo objetivo, racional, empírico, variable y medible. Que es una condición imposible de cumplir por los artistas y científicos vanguardistas en otros momentos de la ciencia, la espiritualidad, la realidad cuadrática y su consecuente pertinencia, la conciencia a plenitud”. Pág. 137.

Para seguir fundamentando su ruptura epistemológica y fundamentar su propuesta metodológica pospositivista, recurre a autores como el padre Alfonso Llanos Escobar, Iribas Rubín para argumentar sobre la lucidez mental en Leandro Díaz. Recurre también a Christina Grof, hija del científico Estanislao Grof, fundadora de la red de emergencia espiritual. “según ella, en muchas culturas del oriente las experiencias transpersonales son aceptadas por la mayoría de sus habitantes, por lo tanto no son un problema para la sociedad y el individuo. En cambio en el mundo occidental pueden ser traumáticos, porque en ella los parámetros aceptados indican que esas manifestaciones están por fuera de la normalidad social, muy cercanas a un estado alterado sicótico” pág. 138. Y lo demuestra con la canción Fantasía de Rosendo Romero Ospino quien se morfa de sus coterráneos cuando canta: “Ese que escribe versos, que casi no saluda y siempre está en la luna, ese soy yo”.

También, para seguir profundizando en su ruptura epistemológica recurre al psicólogo estructuralista Tart y demuestra que su teoría mantiene una identidad respecto algunas características, para aplicárselas a Leandro Díaz encontrando coincidencias, que es lo que hace aseverar que Leandro es una persona destellada. Que se mantiene en un estado de conciencia alterado según Tart. Y lo demuestra con la canción Dios no me deja, aplicándole las siete características de lo que es una persona lucida.

Este título de la canción figura en la caratula del texto en color negro y blanco, resaltando a Dios con mayúscula. Lo cual lo hace sospechoso.

En el capítulo cinco se plantea la base para componer y cantar como ninguno y así conducirlo a un hombre espiritual y sincero. Igual podríamos argumentar que el texto rescata la memoria y la coloca en un pedestal. Leandro es prodigioso con su memoria, con su anamnesis y lo convierte en un ser memorioso. Recurre también al científico colombiano Rodolfo Llinás para argumentarnos que “El cerebro utiliza los sentidos para apropiarse de las riquezas del mundo pero no se limita a ellos, es capaz de funcionar sin ningún tipo de entrada sensorial”.  pág. 156.

Recurre a la memoria porque ella es la única forma activa de combatir la muerte. Porque recordar es apretarse de vida, irse hacia adentro, nutrirse de música energética que afiebra y enriquece la conciencia. Todo recuerdo es una comparación y un balance.

La memoria es esto lo que hemos atesorado, que celosamente hemos vigilado, que hemos defendido con nuestras mejores instancias, para que el olvido no testifique en nosotros su dominio. Porque el olvido es la derrota. La derrota en nosotros; en lo que somos, en lo que un tiempo, una eternidad o un segundo padecimos con intenso poderío; con hambre de imposición, con el ímpetu que nos acompañaba en nuestros sueños y nuestra sangre.

En el texto se entroniza la memoria como fundamento del conocimiento.

También se nos plantea en el capítulo seis la canción contestataria que realiza Leandro Díaz razones fundamentales para rezongar desde el arte. Se remite a la historia de estas canciones de protesta de Pablus Gallinazos a Romualdo Brito, pasando por Máximo Jiménez con su burro leñero; la Ley del embudo. Lo hace igual con Daniel Celedón, David Sánchez Julia; Santander Duran, Armando Zabaleta,   Hernando Marín, Marciano Martínez, Lisandro Mesa etc.

Es una investigación con muchas fuentes que nos orienta hacia un norte, para las nuevas generaciones de investigaciones sobre la música de acordeón: estilo vallenato.

 

Leandro Díaz: El cardenal guajiro,  investigación de 335 páginas. Es una Historia de vida que le sirvió  al investigador Jaime Maestre Aponte como su tesis doctoral. Editado por la Universidad Popular del Cesar, Vicerrectoría de Investigación y Extensión, Bienestar Universitario.