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La alienación ideológica produce monstruos

Se define la alienación ideológica como el comportamiento determinado por una ideología cerrada que provoca la separación del agente que la porta de la realidad circundante o de la realidad histórica. Esa ideología puede ser religiosa o laica.

El rasgo más relevante de dicha actitud consiste en la separación entre esa ideología y la ciencia, lo cual determina que el fundamento ideológico permanezca inmutable, cerrado en sí mismo, y que sus elementos conceptuales no dialoguen con la realidad, por lo que permanecen fijos a través del tiempo.

Es común encontrar estas estructuras simbólicas invariantes en el campo de las religiones, especialmente en aquellas que fanatizan al portador, como ocurrió en el medioevo europeo con el islamismo y el cristianismo, y como ocurre hoy con los núcleos violentos del fanatismo musulmán.

Pero la alienación ideológica que lleva a la violencia no es exclusiva de los movimientos religiosos, pues también anida en sectores radicalizados laicos que copian, sin proponérselo, la forma de actuar y el perfil psicológico del fanatismo religioso.

Ese hecho se destacó en las hordas fascistas del siglo XX y en el estalinismo soviético, pero también es visible hoy en grupos de ultraderecha minaristas o anarcocapitalistas y en sectores marxistas extremos que viven de espaldas a la historia y a la ciencia.

En todos estos casos se observa un apego obsesivo a un cuerpo ideológico hermético, compuesto de creencias divorciadas de la realidad por motivos psicológicos o teórico-políticos. El mantenimiento de las ideas dentro de la estructura ideológica es provocado por el peso de la tradición, por la falta de un enfoque científico o por ciertos intereses creados.

Los intereses creados no son necesariamente económicos, aunque estos también están incluidos en ciertas variantes de la alienación ideológica, como sucede con los minaristas o los anarcocapitalistas. El móvil principal de estos dos grupos está en la defensa del capitalismo salvaje o de una economía capitalista sin Estado.

La motivación principal de los grupos marxistas que padecen la alienación ideológica consiste en la aplicación de los modelos económicos y políticos derivados de Marx (o de sus discípulos), los cuales fracasaron estruendosamente en el pasado, y que los marxistas repiten por falta de visión científica, por darle la espalda a la historia o por físico dogmatismo.

Talibán armado

Lo grave de la alienación ideológica de origen religioso o laico no está solo en que provoca una ceguera fanática en los agentes que la portan, sino en que es capaz de crear auténticos monstruos, seres dispuestos a matar o morir por motivos ideológicos.

El fanatismo proveniente de la alienación ideológica es una barrera casi infranqueable para resolver viejos conflictos que aún persisten. Recuérdese, por ejemplo, el enfrentamiento palestino-israelí, que tuvo su origen en una torpeza de las potencias triunfantes en la II Guerra Mundial, al crear el Estado de Israel dentro de un polvorín musulmán.

Acciones monstruosas de los dos contendientes, como masacres, bombazos o la aplicación indiscriminada de la violencia a personas inocentes, son alimentadas por el dogmatismo de ultraderecha existente en Israel y por el fanatismo de izquierda de las sectas radicalizadas del islamismo. 

Estas dos posiciones extremas son la principal dificultad que tienen los sectores moderados y realistas de ambos países para concretar la única salida al problema, que consiste en el desarrollo de dos Estados que sepan respetar su autonomía y existencia. 

Entretanto, el miedo, el terrorismo y la zozobra son el pan de cada día, impuestos por gente de los dos lados que mantiene su agenda sectaria y maximalista al precio que sea, hasta al de la destrucción mutua, pues ese conflicto local está conectado a otro mayor que enfrenta al sionismo (y a muchos otros israelíes y potencias mundiales) con el radicalismo musulmán en la región, en la cual hay países que disponen de bombas atómicas.

Otra forma de alienación ideológica que provoca monstruos se presenta en las sectas musulmanas radicalizadas, las cuales, a nombre de una interpretación enfermiza del Corán, envían mujeres u hombres-bomba a destrozar a sus enemigos. El propio acto de inmolarse, a nombre de una religión o un dios, constituye la mayor muestra de alineación.

Un efecto monstruoso que parece estar fuera del tiempo se concreta en los líderes talibanes afganos. Al avanzar contra los derechos y la libertad de las mujeres, por ejemplo, impusieron en su país medidas discriminatorias que brotan de su concepción del mundo, un telón de fondo fanático que va contra el respeto de quienes no son como ellos.

El sectarismo y el fanatismo de los alienados ideológicos sigue siendo un terrible problema en muchos países. Así, detrás del intento de golpe de Estado en Brasil y USA están grupos radicalizados que aman al capitalismo salvaje y al anarcocapitalismo. El uso de la violencia es directamente proporcional a sus creencias económicas y políticas.

Parte de la violencia que subsiste en Colombia (con bombazos y asesinatos en masa) se deriva de la acción de los alienados ideológicos que aún creen en la dictadura y en el estatismo a ultranza, a pesar de su fracaso histórico; esos sectores mantienen esas posiciones por carecer de una visión científica, por darle la espalda al desarrollo histórico y por ser muy dogmáticos. 

La alienación ideológica es uno de los graves problemas contemporáneos que conspira contra el humanismo y contra la construcción de sociedades democráticas y modernas basadas en la ley y en el respeto al otro. 

Quizás la mejor terapia para enfrentar ese flagelo sea una educación científica y de masas que, sin negar la libertad religiosa y la posibilidad de las ideologías, insufle en cada quien anticuerpos para pensar con libertad, críticamente, y para construir una actitud decente, no violenta, democrática y pluralista.

El fanatismo y el dogmatismo, como secuelas de la alienación ideológica, solo pueden ser disueltos inutilizando sus raíces mediante la ciencia y la educación. El método pacífico de la educación actual centrada en la ciencia es la mejor ruta para disolverlos. No existe otra.