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Julio X

Julio X podría ser el nombre de un papa o de un rey medieval. Pero no es así: se trata del apelativo que le han colocado al “nuevo” entrenador del Junior, señor Julio Avelino Comesaña López, nacido en Montevideo, Uruguay, el 10 de marzo de 1948.

Julio X proviene de que el entrenador uruguayo regresó por décima vez a la dirección técnica del cuadro tiburón, estableciendo un récord mundial que quizás nadie pueda superar en el futuro. No es que sea el entrenador con más años en un banquillo, sino el que más veces ha vuelto al mismo onceno.

La lista de los estrategas con una larga estancia al frente de un equipo no es muy extensa pero sí inverosímil, por el tiempo que duraron; solo cabe destacar a los siguientes: Willie Maley, 43 años dirigiendo al Celtic de Glasgow; Guy Roux, 42 años al mando del Auxerre de Francia; Ronie MacFall, 30 años en el banco del Portadown de Irlanda del Norte, y Alex Fergunson, quien duró 27 años como entrenador del Manchester United.

En cuanto a los técnicos que han regresado varias veces a entrenar al mismo onceno, el asunto es todavía más restringido. Julio César Uribe dirigió en cuatro ocasiones a los Tecos de México, y en su última oportunidad le fue tan mal que lo sacaron para nunca más volver; Jupp Heynckes lideró en tres ocasiones al Bayern Munchen, ganando casi todo en su último lance; y Luis Fernando Tena estuvo cuatro veces al frente del Cruz Azul, consiguiendo un título en 1997.

Julio X está muy lejos de todos los perseguidores internacionales con sus diez regresos al Junior, sin mencionar los campeonatos. De hecho, tiene en su haber más títulos que cualquier otro estratega que haya pasado por Junior, y el subcampeonato de la Copa Suramericana del año 2018.

Comesaña se ha vuelto una especie de terapista ocupacional para el cuadro tiburón. Lo invocan cuando hay dificultades, y le ha ido tan bien las más de las ocasiones que ha sido invocado, que lo siguen llamando. Es posible, tal como van las cosas, que con el paso del tiempo rompa su propio récord mundial de los diez retornos al Junior. Esto puede suceder, pues el personaje ama al fútbol tanto como los niños disfrutan los juguetes nuevos.

Ha sacado al equipo de la probabilidad del descenso y parece tener una varita mágica para entender a los jugadores. No se cree un filósofo del fútbol, como Julio Tocker (dirigió en 1969), ni un renovador del juego, como Juan Cruz Real o Juan Carlos Osorio, pero comprende por dónde le entra el agua al coco para organizar bien un onceno en la cancha y, sobre todo, para motivar a los jugadores.

Es un pragmático que sabe hacer la tarea y que sobrecarga a los muchachos con una buena dosis de testosterona para que lo den todo en el césped. El orden en la defensa y el ataque le han permitido obtener más de un campeonato.

Lo sorprendente que ocurre con Julio X consiste en que en el pasado dividió a la afición, y despertaba tanta inquina en algunos sectores que hasta se llegó a temer una agresión. Pero, así mismo, al sacar al equipo de una de sus crisis y elevarlo al campeonato obtuvo como premio un monumento compartido (la Aleta de Tiburón), que en sus inicios era una estatua para él solo, según el ofrecimiento de un empresario.

Es un poco extraño que ahora casi todos acepten a Julio X como una especie de redentor, después de la campaña mediocre de Juan Cruz Real. Sus enemigos olvidaron que fueron sus enemigos y en este momento le dan otra oportunidad, como si llegara por primera vez al Junior. Quizás lo ven como un monarca mayor casi imprescindible, como suelen verlo los dueños de la escuadra.

El cambio de la mentalidad colectiva se refuerza por el hecho de que el campeón mundial pegó duro en Santa Marta, ganando por fuera (el equipo no ganaba por fuera con el anterior entrenador) y parando un onceno enjundioso, como era su costumbre en el pasado.

Solo resta esperar que los buenos jugadores con que cuenta el Club Junior reseteen su disco duro para olvidar al defenestrado Juan Cruz Real, y se apliquen a recibir las enseñanzas y las dosis de testosterona que sabrá administrarles Julio X.

Con esa nómina de lujo y con un técnico que conoce la magia de la motivación no cabe augurarle un fracaso al Junior. Lo más probable es que se alce a pelear por varios logros, con lo cual se justificará plenamente la traída desesperada del redentor. El rey ha vuelto. Viva el rey.

Julio Comesaña, entrenador del Junior