Isla Negra
Primavera-sep. 2003
La Asociación Colombiana de Filosofía del Derecho y Filosofía Social (ASOFIDES), fue invitada al Congreso Iberoamericano de Filosofía del Derecho que se realizó en la Universidad de Chile de Valparaíso durante tres días.
A ella acudimos varios miembros de nuestra asociación como Rubén Jaramillo Vélez, Oscar Mejía y Guillermo Hoyos Vásquez de la Universidad Nacional. Manuel Quinche de la Universidad del Rosario, Juan Pabón Arrieta y señora Patria Arguelles y el que escribe la nota. Las delegaciones de España, Argentina, México, Perú, Estados Unidos, Brasil, Costa Rica y Bolivia. Fue un congreso con mucha altura intelectual IUSFILOSOFICA donde se debatieron las nuevas teorías de la filosofía del derecho contemporáneo.
Mi intención desde el principio era llegar a la Isla negra donde se encuentra la casa del poeta Premio Nobel de Literatura Pablo Neruda que está cerca de Valparaíso.
Le dije a Juan que al terminar el congreso nos iríamos a visitar a la casa de Neruda. Así lo hicimos y se nos unió Manuel Quinche, la profesora investigadora mexicana María Teresa Martínez Terán. Salimos de la Universidad y nos embarcamos en un bus que pasaba a una cuadra de la casa de Neruda. Duramos quince minutos viajando, cuando el chofer de pronto nos dijo: Calle de la burra. Casa de Pablo. Caminamos cincuenta metros y allí estaba su morada.
Recuerdo haber estudiado la autobiografía del poeta: Confieso que he vivido del círculo de lectores. Barcelona (1974). Y en ella cuenta que el contacto con España lo había fortalecido y madurado. “Las horas amargas de mi poesía habían terminado. El subjetivismo melancólico de mis Veinte Poemas de Amor o el patetismo doloroso de Residencia en la tierra tocaban a su fin. Me pareció encontrar una veta enterrada, no bajo las rocas subterráneas, si no bajo las hojas de los libros”.
Y el poeta se interrogaba: ¿Puede la poesía servir a nuestros semejantes? ¿Puede acompañar la lucha de los hombres? Tenía que detenerse y buscar el camino del humanismo, desterrado de la literatura de su contemporaneidad; Pero enraizado profundamente en las aspiraciones del ser humano, porque había caminado durante largo tiempo por el terreno de lo irracional y de lo negativo.
Ya estaba trabajando su libro Canto general. Pero necesitaba un sitio para su trabajo y encontró uno que es como una casa de piedra frente al mar, lugar desconocido para todo el mundo, llamado Isla negra. Propiedad de un viejo socialista, capitán de navío español. La estaba construyendo y se la vendió en el año 1939. La pagaron los editores a cambio de su obra Canto general que termino en la Isla negra.
“Esa casa está situada en la comuna del quisco, provincia de San Antonio, región de Valparaíso. Es como un barco en tierra”.
Canto general es la idea de un poema central “que agrupa las incidencias históricas, las condiciones geografías, la vida y la lucha de nuestros pueblos”. Era como una tarea urgente por su transformación de su conciencia a una consciencia posible para que su pueblo latinoamericano buscara una maroria de edad y decidiera por cuenta propia.
“La costa salvaje de la Isla negra, con el tumultuoso movimiento oceánico, me permitía entregarme con pasión a la empresa de mi nuevo canto”.
Al llegar a la casa, se nota que junto a ella, se encuentra una locomotora, que “el poeta gran amante de los trenes, acarreó hasta el lugar con bueyes y dos jeeps. El salón de estilo náutico parece parte del océano, con sus enormes ventanales, modelos de barcos, bustos y estatuas”. Nos dimos cuenta que esa casa tiene un baño del tamaño de un armario que está decorado con fotografías antiguas. Muchas espadas, pipas y conchas marinas.
Ahora la casa es la Fundación Neruda que también tiene una tienda de recuerdos donde se realizan recitales de poesía, exposiciones, conferencias y un café-restaurante donde preparan el famoso Caldillo de congrio que inmortalizó en Odas Elementales.
Esta casa fue expropiada por la dictadura del régimen de Augusto Pinochet devuelta a su primer dueño.
Ese día que la visitamos había un encuentro de los poetas jóvenes chilenos y pedimos permiso para entrar al recital. Nos abrieron la puerta y duramos dos horas escuchando poesía; eran unos poemas muy secos y sin dolor y sin dientes. Se notaba que el régimen del general Augusto Pinochet había transformado la conciencia de la niñez y su juventud chilena. Era prohibido estudiar el Premio Nobel Pablo Neruda por profesar la ideología de la igualdad comunista.
Después del recital, él moderador del evento nacional pregunto: ¿Y los colombianos nos pueden regalar un poema?
Nos miramos las caras entre nosotros, hubo un silencio sepulcral y entonces NAGO alzó la mano y comenzó a recitar la canción Lloraré del juglar vallenato Gustavo Gutiérrez Cabello, que tiene mucha influencia Nerudiana. Nago declamaba e interrumpía después cantando la canción:
Deja
Déjame decirte negra
Si ya te alejas
Si ya te vas
Quiero
Quiero decirte al oído
Cuanto en la vida mi dolor será
Ya me iré
Como el rio que en turbulencia va
En camino corriendo
Hacia el mar
Nadie lo puede detener
Lloraré
Cual los hombres
Que sinceros son
Cuando no los
Quiere una mujer
Y en sus noches
Gime el corazón
Volveré
Volveré
Cuando ya con
El tiempo destruyó
El veneno malevo
Que fue tú querer
En el cielo un lucero lejano
Me indique y me diga
Ya puedes volver
Ay sed infinita de besos
Entre suspiros y suspiros
Ay sed infinita que crece
Hoy no te encuentras conmigo
Crece
Crece la angustia dormida
Astillas en mis ojos
no me dejan ver
Tú eres
Tú eres la única culpable
Que viejos anhelos
Ya no puedan ser
Lloraré
Cual las piedras
Que animadas están
Silencioso y sin consuelo
Añoranzas mis cantos serán
Lloraré
Cual los hombres
Que sinceros son
Cuando no los
Quiere una mujer
Y en sus noches
Gime le corazón
Partiré
Partiré
Hacía tierras
Lejanas del mundo
Galope tendido
Sin ningún control
Donde solo
Las aves del campo
Escuchen mis cuitas
Mis versos de amor
Ay sed infinita de besos
Entre suspiros y suspiros
Ay sed infinita que crece
Hoy no te encuentras conmigo.
Al finalizar la canción hubo muchos aplausos para Nago y se le abalanzaron los jóvenes poetas para que les copiara la canción estilo vallenato y nos invitaron almorzar. Les pregunté, el por qué no se notaba la presencia de Neruda en ellos y muchos me dijeron que no lo conocían que estaba prohibido y algunas poetas me contaron que él era mujeriego.
Se acabo el almuerzo, regresamos al hotel pensando que Pablo Neruda se ha quedado con nosotros y los jóvenes chilenos se quedaron con el juglar Gustavo Gutiérrez Cabello.