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El Carnaval que corre corre por mis venas

Barranquillera y amante del Carnaval, esa soy. Dicho eso, me resulta paradójico que mi primera experiencia en una comparsa tipo “Vía 40” haya sido en la ciudad de Barcelona, España. Desfilé por la Vía Parallel, sentido playa-montaña, en un frío febrero del 2011, junto a un muy calidoso grupo de barranquilleros, a los cuales nos unía un mismo sentir: estar lejos de casa. Todos añoramos el calor de nuestra tierra, el sonido de nuestros tambores, empegostarnos de maicena mezclada con agua y sudor y, claramente, el Carnaval.

Vestida de la cumbia tradicional de cuadros rojos con blancos y bailando al sonido de la tambora y la gaita, pero de noche, rodeada de catalanes, a -2 grados de temperatura, granizando a dos manos, en medio de una multiculturalidad de comparsas y muy lejos de casa, es donde conocí y entendí la profunda pasión que siento por esta fiesta; pero, no me extraña que mi realización de conexión con el Carnaval haya sido así, en otro país y como al revés, algo políticamente in.correcta, como suelo ser.

La autora en la Rua del Carnaval de Barcelona en 2011.

No hay una justificación ni explicación profunda de por qué Yo y el Carnaval; pueden haber muchas razones o ninguna en especial, pero sea el motivo que sea, ésta es una historia que habla un poco de mí, de entender ese poder transformador de la cultura, de cómo una expresión del patrimonio inmaterial se enraiza, me define y me identifica de tal manera que marca la pauta de cómo pienso, soy y trabajo.

Desde que tengo memoria amo el Carnaval de Barranquilla y sus expresiones; creo que soy artista gracias a ese amor. Estudié Diseño Gráfico y no había trabajo que no tuviera que ver con el significado, la expresión o el colorido del Carnaval. Era realmente repetitivo, la verdad, pero digamos que también consistente. Para mí, el significado del color nace de este Patrimonio Inmaterial de la Humanidad… y del color nace mi arte y mi deseo por transformarme a mí y lo que me rodea; se puede decir que de aquí entendí el verdadero poder de la cultura y el del arte, lo que me dio pie a entender lo que hoy es mi trabajo.

Cumbiambera en Martes de Carnaval, foto tomada por la autora de esta columna.

Salí de Barranquilla a los 17 años, y por mucho tiempo viví lejos de la fiesta… pero sí que la llevaba conmigo siempre: en mis estudios, mis proyectos, mi forma de hacer las cosas y en mi baile- definitivamente que las caderas de las barranquilleras están conectadas con cada golpe de un tambor-.

Después de varios años volví y la vida misma, de diferentes maneras, me ha llevado a estar en el centro de ese colorido y ritmo que me ha guiado los pasos desde siempre: soy edil de la localidad en la que se encuentra Barrio Abajo, donde nace el Carnaval y desde donde en la actualidad se gestiona. Estoy trabajando temas de cultura, muy cercana a él, y es LITERAL, porque hoy escribo estas palabras desde la Casa del Carnaval.

La Casa del Carnaval de Barranquilla, donada por la familia Caridi

¡Qué lugar es este! No tengo cómo explicar este sentimiento que aflora cuando pienso en el Carnaval y más cuando estoy en la casa donde se gestiona año a año su celebración. Lo que siente uno aquí sentado, la energía que se vive no tiene palabras (irónico porque se los estoy tratando de escribir, pero ajá). PLENAMENTE COLORIDA, es todo lo que me viene a la mente cuanto estoy en esta casa que mantiene su estilo colonial, hermosamente remodelada a finales de los 80’s por la Familia Caridi, de un brillante color mostaza con ventanas y puertas verde-hojas y un vibrante color azul cielo, porque desde su plaza interna el cielo barranquillero se vuelve parte de esta paleta de colores carnestoléndica.

La autora, en su rol de fotógrafa en el Carnaval en Barranquilla.

Y es por eso que desde que volví de Barcelona no hay Carnaval que no me caminotee esa Vía 40 un sábado de Batalla de Flores, algunos años como bailarina con las tradicionales Marimondas de Barrio Abajo, otros como fotógrafa -llevo varios años registrando el Carnaval para un proyecto editorial, pero esa es otra historia- y otros… como ambas.

Sea vestida de marimonda o con una cámara al cuello, así empezó lo que ahora se va volviendo cada vez más mi realidad: Trabajar con y por el Patrimonio Cultural y el arte, para la gente, para la ciudad, para los artistas… para el Carnaval, al que llevo en mi ser, así tenga que bailar bajo cero “el día que caiga nieve en Barranquilla”.

La autora con el disfraz colectivo o comparsa Las Marimondas del Barrio Abajo.