Estudiantes afganos
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EFE

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Régimen talibán ordenó suspender clases en dos provincias de Afganistán

Después del veto a las niñas.

El Gobierno talibán ordenó la suspensión temporal de todas las actividades educativas en dos provincias en el sur de Afganistán y extendió las restricciones de educación también a decenas de miles de jóvenes y niños, un año y medio después del veto que limitó la educación de las niñas.

En una misiva emitida a las provincias sureñas de Kandahar y Helmand, el Ministerio de Educación afgano instruyó "suspender todas las actividades educativas hasta revisar los proyectos y actividades de las instituciones educativas, y resolver los temas controvertidos a nivel nacional" a partir de este lunes.

Los talibanes han designado en este sentido un comité de expertos para analizar e informar a las autoridades sobre los diferentes proyectos y actividades educativas que imparten las instituciones en estas dos provincias.

El portavoz del Departamento de Educación de Kandahar, Mutwakul Ahmed, confirmó la instrucción de las autoridades para suspender las actividades regionales y todas las instituciones educativas hasta nuevo aviso.

Un activista social de esa misma provincia, Mubin Ahmad Khalil, afirmó a EFE que el veto afectará a "decenas de miles de estudiantes en más de 600 clases que serán cerradas", lo que supone "un gran retroceso al sistema de educación ya vulnerable en Afganistán".

La incertidumbre por la falta de fecha para la vuelta a las aulas, similar a la prohibición "hasta nuevo aviso" de la educación femenina, preocupa a Khalil.

"Nuestra preocupación es cuánto tiempo tomará esta decisión, sobre todo para reanudar las clases educativas comunitarias en zonas rurales", dijo.

Esta nueva suspensión se produce dos semanas después de que los fundamentalistas impidiesen el trabajo a las mujeres empleadas de la ONU, y se suma a la larga lista de vetos contra el sistema educativo desde su llegada al poder el 15 de agosto de 2021.

Las mujeres afganas han sido el principal blanco del deterioro en la calidad de vida con una plétora de restricciones que van desde la imposición de velo, la segregación por sexos en lugares públicos o la obligación de ir acompañadas por un familiar masculino en trayectos largos.

La caída de Kabul supuso además la suspensión de la educación secundaria femenina hasta, supuestamente, adaptar sus contenidos a la ley islámica, una prohibición que se extendió el pasado diciembre hasta las instituciones universitarias de todo el país.

La realidad que viven las afganas a día de hoy se asemeja cada vez más a la época del primer régimen talibán de entre 1996 y 2001, cuando en base a una rígida interpretación del islam y su estricto código social conocido como pastunwali prohibieron la asistencia femenina a las escuelas y recluyeron a las mujeres en el hogar.

EFE

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