Los "restaurantes santuario", lugares donde la discriminación está prohibida
Este nuevo movimiento quiere ofrecer apoyo y recursos a trabajadores, empleadores y consumidores del sector de los restaurantes afectados por políticas discriminatorias.
Después de las llamadas "ciudades santuario" que amparan a los inmigrantes indocumentados, en Estados Unidos han aparecido oportunamente los "restaurantes santuario" para combatir todo tipo de discriminación en el sector de la restauración.
"Por ser judío he recibido muchas bromas a lo largo de mi vida que la gente piensa que tiene permiso para hacer y que yo las tengo que aceptar porque sí", explica el neoyorquino Adam Orman, uno de los propietarios del "restaurante santuario" L'Oca d'Oro, situado en la zona norte de Austin (Texas).
Para Orman, la discriminación, ya sea por raza, religión, sexo u orientación sexual, es un problema endémico de la cultura estadounidense y advierte que realizar burlas de este tipo es algo "muy peligroso" para la sociedad.
Con el objetivo de erradicar este tipo de mofas y otras vejaciones, nacieron a principio de enero los "restaurantes santuario" en Estados Unidos, un movimiento inspirado en las "ciudades santuario".
Estas son ciudades de todo el país que se niegan a cumplir las leyes migratorias evitando colaborar con las autoridades federales en lo que se refiere a perseguir a los indocumentados, amparándolos en lo posible de la deportación.
Y la ampliación de este movimiento a los restaurantes es especialmente oportuno con el comienzo de la Presidencia de Donald Trump, que durante su controvertida campaña electoral polarizó al país con un discurso xenófobo, insultos a los minusválidos, las mujeres, los latinos y los musulmanes.
Este nuevo movimiento quiere ofrecer apoyo y recursos a trabajadores, empleadores y consumidores del sector de los restaurantes afectados por políticas discriminatorias contra inmigrantes, musulmanes, lesbianas, gais, transexuales y bisexuales (LGTB) y otros colectivos, de acuerdo con su manifiesto fundacional.
"El respeto que hay entre los propietarios, los trabajadores y los clientes en este restaurante es máximo y la creencia en estos valores fue el motivo que me inclinó a trabajar para ellos", apunta el cocinero mexicano Fermín Núñez, que lleva trabajando cerca de 10 años en el sector de la restauración.
Los insultos, las faltas de respeto e, incluso, las subidas de tono están estrictamente prohibidas dentro del local, donde se respira una gran armonía gracias a los valores que transmite la empresa a sus empleados.
Aunque antes de unirse al movimiento de "restaurantes santuarios" ya eran puntos indispensables dentro de la cotidianeidad del negocio, ahora los jefes son "más cuidadosos", tanto en la elección de personal como en el comportamiento y en el lenguaje usado, según reconoce Fiore Tedesco, el otro propietario de L'Oca d'Oro.
"Ahora no solo representamos la imagen de nuestro restaurante, sino que también formamos parte de la cara visible de este nuevo movimiento, que supone un gran reto y una gran responsabilidad para nosotros", sentenció Tedesco.
De los 24 restaurantes fundadores del movimiento hay siete en Michigan, seis en Nueva York, tres en Minesota, dos en Austin (Texas), dos en Maine, dos en Massachusetts y otros dos ubicados en Pensilvania y Chicago (Illinois).
"Es bonito y un orgullo ver cómo recibimos nuevos clientes que nos agradecen que seamos uno de los restaurantes fundacionales de esta corriente", señala Orman, que espera que muchos más restaurantes de Austin, en concreto, y de Texas y todo Estados Unidos, en general, se unan pronto al movimiento.
De hecho, la próxima semana Orman y Tedesco actuarán como abanderados del grupo al reunirse con propietarios de cinco restaurantes más de la capital tejana que han mostrado su interés en asociarse.
Para Núñez, el cocinero mexicano, trabajar en L'Oca d'Oro es como formar parte de "una obra de arte" en la que el respeto y la limpieza son los protagonistas principales.
Al tener una cocina totalmente abierta al público, relata, tanto los cocineros como los camareros, que son de hasta siete etnias distintas, forman parte de un "espectáculo" dirigido a los comensales donde no hay cabida para malas palabras.
EFE