La mordaza de la mafia: 2.000 periodistas italianos han recibido amenazas
Sólo treinta de estos comunicadores cuenta con escoltas.
Para las mafias, controlar el territorio implica también someter y amordazar a la prensa, según un informe aprobado esta semana por el Parlamento italiano, que desvela que en los últimos 10 años cerca de 2.000 periodistas han sido amenazados y una treintena cuenta con escolta.
Es la primera vez que en Italia se aprueba en el Parlamento un documento en el que con datos y testimonios de periodistas se afronta el problema de una libertad de información bajo amenaza.
"Relación sobre el Estado de la Información y las condiciones de los periodistas amenazados por las mafias", es el título del informe elaborado en los últimos años por la comisión parlamentaria antimafia y en el que se toma conciencia de que las organizaciones criminales en Italia "someten la libre información, pretenden respeto y quieren obligarla al silencio".
Los números son escalofriantes para un país europeo: son 2.060 periodistas los que han sido amenazados desde 2006 hasta 2015 y con un constante incremento, como los 421 casos de "actos de violencia" contra reporteros en 2014.
"Y más de 30 periodistas viven bajo medidas de protección por parte del Ministerio del Interior", añade el informe.
El último que ha tenido que recibir una escolta hace unos meses es Sandro Ruotolo, un conocido reportero del programa televisivo "Servicio Público", a quien sus valientes investigaciones sobre la Camorra le llevaron a que Michele Zagaria, exjefe de Los Casaleses, la despiadada familia de la Camorra pidiese desde la cárcel que "le despellejasen vivo".
El repertorio de advertencias por parte de las mafias presentes en el territorio italiano va desde balas enviadas a casa, falsos paquetes bomba, cartas, llamadas de teléfono y, esta es la novedad de los últimos tiempos, el linchamiento en las redes sociales.
Para pasar también a la violencia física con agresiones y daños a las propiedades u otro tipo de amenaza, la legal, con cientos de demandas y querellas con resarcimientos pretenciosos que tienen el objetivo solo de "inducir al silencio y a la autocensura".
"Ya no existen zonas francas", denuncia el informe, pues el crimen organizado que antes estaba localizado en el sur del país ahora ha llegado a todo Italia y así las amenazas a los periodistas.
Probablemente, añade este documento, las cifras son solo la punta de un iceberg de "la magnitud de la violencia mafiosa contra los periodistas en Italia" porque solo se conocen los episodios denunciados o conocidos y recuerdan que la asociación sobre la libertad de prensa "Ossigeno" sugiere multiplicar por diez los casos conocidos.
Rosaria Capacchione, experiodista que desde hace años vive bajo escolta por las amenazas de la Camorra desde cuando trabajaba en el diario de Nápoles Il Mattino y que forma parte de la Comisión antimafia que ha redactado este informe, explica a Efe que el problema reside en "el poco respecto por la prensa en general".
Capacchione, senadora ahora en las filas del Partido Demócrata (PD), argumenta que "el periodista está considerado siempre un enemigo en muchos sectores" y que esto "provoca en estos grupos una especie de legitimación a hacer lo que quieran, intimidaciones, amenazas, atentados o el recurso a demandas legales".
Una de estas historias es la de Ester Castano, de solo 25 años, intimidada y querellada por el alcalde de Sedriano (en el norte de Italia) tras sus artículos en el diario local sobre las infiltraciones en el municipio de la Ndrangheta, la mafia calabresa.
El alcalde acabó arrestado y Sedriano ha sido el primer ayuntamiento del norte disuelto por mafia, lo que puso el fin una pesadilla para la joven periodista a la que "tomaban por loca", como se lee en el informe.
"El gran problema es la soledad del periodista; luego el peligro real viene después con las amenazas, pero a estas casi uno se acostumbra", dice con un velo de tristeza Capacchione.
Capacchione subraya cómo todos los periodistas con los que se ha hablado para elaborar este informe han destacado la "condición de soledad generalizada".
"Soledad y censura", asegura la senadora que son las palabras más usadas por los redactores.
La senadora explica que con su entrada en política su vida ha cambiado "radicalmente", aunque después, suspirando, añade: "Pero no a mejor".
Hace unos días, un nuevo sobre con una bala y su nombre escrito junto a otros políticos llegó a la sede del PD en Caserta.
EFE