"Hay mucha lágrima de cocodrilo en los obispos": Víctima chilena de abusos
Su testimonio junto al de otras cuatro víctimas lo pudieron escuchar ayer los 190 representantes de la jerarquía eclesiástica.
El chileno Juan Carlos Cruz, una de las víctimas del sacerdote Fernando Karadima, expresó en una entrevista con EFE su esperanza sobre los frutos que dará la reunión sobre abusos a menores en el Vaticano, pero desconfió de lo que vayan a hacer después los obispos porque "hay mucha lágrima de cocodrilo".
Este periodista chileno y uno de los mayores activistas en la lucha por la responsabilidad de los obispos ante los casos de abusos se encuentra en Roma después de que el comité organizador de la reunión le encargarse formar un grupo de víctimas con las que poder reunirse antes de la cumbre.
Sobre la reunión que se celebra en el Vaticano con 190 líderes de la Iglesia católica, Cruz opinó que "algo bueno va a salir de esto" aunque con "mucha cautela".
El testimonio de Juan Carlos Cruz junto al de otras cuatro víctimas lo pudieron escuchar ayer los 190 representantes de la jerarquía eclesiástica en el inicio de esta cumbre.
"Para mi fue impresionante que comenzase esta reunión con mi testimonio y que escucharán la frase en la que los acusaba diciendo que se habían convertido en asesinos de la fe y de las almas", relató a EFE frente a la basílica de San Pedro.
A muchos de los obispos se les escaparon las lágrimas durante ese momento, aseguró a los medios el arzobispo de Luxemburgo, Jean-Claude Hollerich.
"Conozco mucha gente buena en la Iglesia y creo que algunas lágrimas son sinceras, pero también creo que hay mucha lágrima de cocodrilo", aseguró Cruz, después de años de lucha en los que nadie de la Iglesia le creyó.
Esta víctima, que junto con James Hamilton y José Andrés Murillo abrieron los ojos al papa con sus continuas denuncias sobre los encubrimientos del clero chileno, no se fía de cómo recibirán lo obispos las conclusiones de esta cumbre.
"Lo que me preocupa es lo que va a pasar después (de la reunión)", reconoció, pues explicó que aunque cree que el Papa "está haciendo lo que tiene qué hacer, lo que es preocupante es lo que harán los obispos cuando vuelvan a sus países".
"Porque se sabe que al papa le asienten todo y luego hacen lo que quieren", agregó.
Sobre las 21 propuestas del papa contra los abusos y para garantizar la responsabilidad de los obispos, Cruz argumentó que "algunas son un poco básicas".
También denuncia que los obispos se justifiquen diciendo que no tenían los protocolos adecuados para tratar estos casos.
"Por favor, no puedes violar y abusar de un niño, una niña, de una persona vulnerable, de una mujer ni en el siglo XXI ni en la Edad Media. Estos (los protocolos) no pueden ser una excusa", añadió.
La respuesta tras esta cumbre es clara. "Tienen que volver a sus países, colaborar con la justicia del país y ocuparse de las víctimas", apuntó.
Lo que puede dar esta cumbre, explicó, es la noción de que "se tiene que actuar y abordar el problema de manera global (...) Hay que dar igual respuesta en cada parte del mundo. Los niños son niños y las víctimas son víctimas".
Para Cruz, los obispos tienen que salir de esta cumbre "comprendiendo no de boquilla sino de corazón".
Cruz cree que en España se va a vivir lo mismo que en Chile porque "está estallando todo ahora" después de "la cantidad de abusos que han sido tapados durante años por los obispos".
Espera que lo que pasó en Chile, con varios obispos expulsados tras ser convocados por el Papa al Vaticano, "sirva de ejemplo para que el resto de obispos colaboren con la justicia, entreguen a los pederastas, que nos los escondan y menos aún que encubran los casos".
Sobre algunos de los obispos chilenos, Cruz asegura que son "verdaderos delincuentes, que no tendrían aún ni que ser obispos y que además tendrían que estar en la cárcel por las barbaridades que han hecho".
El presidente de la conferencia episcopal chilena, el obispo castrense Santiago Silva, no participa en esta cumbre en el Vaticano al estar investigado en un presunto caso de encubrimiento de abusos sexuales.
EFE