El príncipe heredero saudí "sobrevivió" a su primera gira tras el crimen de Khashoggi
Era el invitado incómodo del G20.
El príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, sobrevivió a su primera gira internacional tras el crimen del periodista Jamal Khashoggi con el respaldo de los países vecinos, constatando que era el invitado incómodo en el G20 y tomándose una foto con Vladimir Putin para el recuerdo.
El príncipe Mohamad (MBS como es conocido internacionalmente) completó en Argelia la última etapa de una gira que arrancó el pasado 23 de enero por Emiratos Árabes y que le ha llevado además por Baréin, Egipto, Túnez, Mauritania y Argentina, donde asistió a la cumbre del G20, momento álgido de la gira y prueba de fuego ante los líderes mundiales.
Mientras en los países de la región, salvo algunas protestas en Túnez, Mauritania y Argelia, su periplo fue más o menos cómodo, en Buenos Aires pasó de ser ignorado antes de la foto de familia a reunirse con líderes de China, Rusia, Italia, India, Reino Unido, Sudáfrica, Indonesia y el anfitrión Argentina.
"No diría que Mohamed bin Salman ganó o perdió, diría que sobrevivió", indicó a Efe el analista Timothy Kaldas, del Instituto Tahrir para Oriente Medio.
Para Gerd Nonneman, profesor de la Universidad Georgetown de Catar, el viaje de Bin Salman "no fue un completo chasco porque tuvo buenas reuniones con (el primer ministro indio, Narendra) Modi, y Xi (Jinping) de China".
"Pero creo que no llega a compensar la impresión general de que fue (...) evitado por muchos", agregó.
Hay dos imágenes que marcaron la presencia del príncipe heredero en Buenos Aires. La primera, la de los minutos eternos que pasó antes de que los jefes de Estado y de Gobierno que asistieron al G20 se hicieran la tradicional foto de familia sin que prácticamente nadie le saludara.
"Las imágenes y el vídeo de un líder tras otro pasando delante de él sin ni siquiera hacer contacto visual, no será fácilmente olvidado y de hecho se ha vuelto ya viral en las redes sociales", dijo Nonneman.
La segunda fue la de su efusivo saludo con Vladimir Putin al inicio de la reunión de los líderes.
"Fue un momento de jubilosa solidaridad entre dos personas que tienen el habito de matar a periodistas que no les gustan", resumió a Efe Kaldas, al destacar cómo la escena también demuestra que "Occidente está dispuesto a hacer negocios con gente que comete crímenes que no son muy distintos de los que comete Putin".
El saludo pareció un mensaje para navegantes de una Arabia Saudí que tal vez ha visto que tiene que diversificar sus relaciones tras el caso Khashoggi, y que quiso escenificar su disposición a buscar nuevos aliados.
También el propio Putin buscó mostrarse amistoso insinuándose como un posible aliado en caso de que los tradicionales socios de Riad le den la espalda, según los analistas.
Para Kaldas es llamativo que dos países "inmersos en conflictos a través de terceros el uno contra el otro" en lugares como Siria "simultáneamente choquen los cinco alegremente" e indica "hasta qué punto miran cínicamente a la violencia que generan".
En ese sentido, afirmó que quienes hacen análisis de los conflictos en la región en base a elementos ideológicos deberían "mirar más a los intereses materiales que manejan estos conflictos más que a la absurda idea de esta guerra entre suníes y chiíes sin base histórica".
Para Nonneman, el saludo con Putin no es una imagen agradable para "nadie que tenga problemas de confianza en el líder ruso", y da alas a quienes en el congreso de Estados Unidos quieren imponer sanciones al príncipe Mohamed.
Al final, el balance del viaje es "más negativo" en términos de relaciones públicas y demuestra que el asunto Khashoggi está aún lejos de desaparecer, dijo Nonneman, para quien ha quedado claro que "MBS incuestionablemente se ha convertido en un gran lastre político para el reino y para la familia Saud".
"Se puede decir que se ha convertido en la mayor amenaza para el éxito de sus ambiciosos planes de reformas económicas", afirmó.
EFE