El “misterio” del asesinato de Enehel, una de las 5 personas muertas en un mes en Lomita Arena
El joven trabajaba en la pesca y el mototaxismo.
Adalberto Ruíz, el papá de Enehel, una de las 5 personas asesinadas en el corregimiento de Lomita Arena en el último mes, pide a las autoridades, esclarecer “el misterio” en el que se ha convertido el homicidio de su hijo, de 26 años.
Don Adalberto contó que la muerte de su hijo, asesinado en la madrugada del 15 de marzo, es “misteriosa”. “¿Por qué?”, se pregunta y acto seguido él mismo responde: “No sabemos por qué me han matado al pela’o”.
En esa población del norte de Bolívar, dicen sus habitantes, "la gente se moría de vieja" y nunca habían soportado una escalada de violencia como la que viven. "Nunca ni en la época de la guerrilla o el paramilitarismo".
“Nosotros estamos con la duda. Quisiéramos saber por qué lo mataron, porque él era un pela’o trabajador, serio, responsable con su pela’íta, la dejó huérfana. Mírela ahí. Iba a trabajar para que la pelada comiera su comidita", agrega el papá de Enehel Ruíz Ochoa señalando a su nieta de apenas 6 años.
Recordó que Enehel trabajó el domingo 13 de marzo, día de las elecciones y al día siguiente, lunes, le amaneció la moto dañada.
El joven de 26 años llevó la motocicleta al taller y se la dejó al mecánico. Luego, en la noche, le dijo a su papá: “Voy a rebuscarme para pagar el arreglo de la moto”. Enehel programó entonces salir en la madrugada a pescar con un amigo
Como era su costumbre cuando salía en la madrugada a cumplir con sus faenas de pesca, dejaba su casa pasando la cerca del patio. “Vamos a ver que cuando sale de su casita, no sé si lo estaban esperando o si en el momento en el que él salía se enfrentaron con el matón. No sabemos”, dijo el papá de Enehel.
“Eso fue ahí mismo, ahí ‘atrasito’ de la casa”, agregó señalando la casa de bahareque que construyó su hijo en la parte posterior a la casa de la mamá.
Analizando lo que fueron los años de vida de Enehel, su papá asegura que si su hijo hubiese estado “en malas vueltas, él no iba a salir a pescar a esas horas”. Don Alberto cree en la inocencia de su hijo por lo que sabe su “pela’o no” andaba “en malos pasos”.
En defensa de su hijo, el pescador de 63 años sostiene que “menos mal que la comunidad, es la que habla”.
Recuerda que cuando su pelao amaneció muerto en el patio y curiosos rodearon el cuerpo que yacía en el piso, él les dijo: “amigos, cuál de ustedes sabe, que me lo diga de frente, si mi pelao andaba en malas vueltas. Que me lo diga. Que yo le agradezco a esa persona. Me respondieron: “Adalberto, no”".
Sostiene que a su hijo “lo han podido matar por equivocación'', pero nadie le da a don Adalberto una explicación.
En el rancho de barro de Enehel que su mamá le aseaba, quedó la motocicleta que el joven no pudo reparar.