Cristian Sangroni, de Santa Marta, uno de los ocho atropellados de Texas, EE.UU.
Cristian Sangroni, de Santa Marta, uno de los ocho atropellados de Texas, EE.UU.
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Cristian, el joven que salió de Santa Marta, cruzó el Darién y murió en el accidente de Texas

Salió el 22 de marzo pasado de su casa en el corregimiento de Gaira.

El 22 de marzo, el joven Cristian Sangroni salió de su casa ubicada en Gaira, se despidió de su mamá, María, prometiéndole que se iba a cumplir un sueño: viajaría a los Estados Unidos para conseguir plata y así comprarle una casa.

Así sin más, con el poco dinero que pudo reunir, Cristian salió junto con dos amigos, Ramón y Alejandro, en busca de un futuro mejor.

Cristian llegó a Estados Unidos de la peor manera, cruzando la selva del Darién, un recorrido fatal que marca la vida de las personas, pues no todos los que emprenden el recorrido, llegan a su destino: la fiereza de la selva viva fue un acecho permanente.

Pero el primero de mayo, Cristian había logrado lo que parecía imposible, llegó a la frontera de los Estados Unidos y se entregó.

Tres días después, el 4 de mayo, las autoridades ya habían procesado a Cristian y lo dejaron en libertad para que se rebuscara su destino. Se encontraba en Brownsville, Texas.

Cristian, ahora necesitaba 80 dólares para poder viajar hasta San Antonio, Texas, e instalarse en el refugio que la agencia de inmigración le facilitó durante un mes, como un beneficio mientras lograba resolver su situación migratoria.

En Colombia, la señora María, que antes no trabajaba cuando estaba acompañada por su hijo, se trasnochaba vendiendo chorizos en las calles de Santa Marta para ayudarle a pagar el arranque a su hijo, para que no durmiera en la calle en ese nuevo mundo en el que empezaba.

El 7 de mayo, después de que había reunir el dinero, Cristian le escribió a su mamá: estaba listo para tomar el bus que lo llevaría a San Antonio. Su mamá no alcanzó a ver el mensaje.

Cristian esperaba en la acera junto a más de una veintena de indocumentados para tomar el bus. Entre esos, estaba con Brayan García, colombo-venezolano residente en El Banco (Magdalena) a quien había conocido durante la travesía del Darién. Esperaban sentados en la acera, cuando el destino hizo que sucediera lo que cientos de peligros no materializaron.

De la nada, un hombre que manejaba una camioneta Land Rover apareció de la nada y embistió a 18 de las personas que allí estaban: entre ellos a Cristian ya Brayan, así como a muchos venezolanos que también esperaban el bus. Una escena dantesca que en poco tiempo se volvió una noticia mundial.

En Colombia, la señora María se enteró de la fatal noticia. Fueron horas de pánico, pues los miles de kilómetros, la barrera idiomática y la falta de información impedía que la mujer supiera cuál fue el destino de su hijo.

Gracias a la ayuda de una familiar médica que reside en otro país, finalmente las autoridades lograron contactar a María, hasta que un policía le reportó la trágica noticia: su hijo, Cristian, estaba entre las víctimas mortales: murió cuando era atendido en el hospital.

Cristian y Brayan fueron dos víctimas del Magdalena en esta tragedia ocurrida en Texas, en la que un hombre, también de raíz latina, resultó ser el protagonista del hecho atroz.

María ha llorado hasta el cansancio, hasta el punto en que las lágrimas parecieran ya no correrle por el rostro. La mujer usa las pocas fuerzas que le quedan para clamar ayuda de las personas pudientes, para recolectar fondos suficientes para viajar a Bogotá y visitar el consulado, para ver quién le ayuda a gestionar la repatriación del cuerpo de su hijo.

Sin saber cómo es el procedimiento, la mujer espera que el dinero que le donen le alcance, incluso, para “sacar la visa” y poder viajar los Estados Unidos a traerse a su hijo a descansar en paz.

El número de la señora María es  3044621790