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Sesenta

Crónica sobre la edad.

Por: Alfonso Ricaurte Miranda

“Si alguien te pregunta tu edad, mi recomendación es que no se la digas, o que le mientas, porque seguro, seguro, no te la creerá y si te la cree, seguro, seguro te criticara”.

Soy un convencido de que lo único que mueve a muchos de los que se interesan por conocer la edad de los demás es criticarlos, porque estos, los que preguntan, son quienes se torturan contabilizándola solo con la suma de los años transcurridos

¿Porque tengo ese convencimiento? Porque lo primero que hay que preguntarse es  el motivo del por qué y para qué quiere saber un dato tuyo tan personal.

José Saramago, el extraordinario poeta portugués,Nobel de Literatura, muestra también su desacuerdo e incluso su enfado a esta pregunta, respondiéndola magistralmente en su poema titulado,

¿Qué cuántos años tengo?

¿Qué cuántos años tengo?

¡Qué importa cuántos años tengo!

¡No quiero pensar en ello!

Pues unos dicen que ya soy viejo

otros "que estoy en el apogeo".

Pero no es la edad que tengo,

ni lo que la gente dice,

sino lo que mi corazón siente

y mi cerebro dicte.

Preciosa respuesta para alejar a quienes se creen jueces del tiempo con atribuciones para valorar e incluso para sentenciar o absolver tu apariencia física. Y todo esto, de acuerdo al estereotipo que ellos tienen de cómo debe ser, vestir, pensar y comportarse una persona de determinada edad.

Para ellos siempre tendrás  más años de los que aparentas o los que tú dices tener, o aparentas menos de los que tienes.

Y ojo con esto último que no es para alegrarse, porque posteriormente estas personas en su intimidad agregaran a la valoración que han hecho sobre tu edad.

- Mira al otro o a la otra. Tiene 50 años y todavía se viste y se cree uno de 25.

Particularmente pienso que la edad en nuestra sociedad es vista como un lastre, porque se contabiliza como un número de años transcurridos. Y digo que es un lastre porque a mayor número de años transcurridos quiere decir que te acercas a la vejez y nuestra sociedad ve a la vejez como el paso hacia la dependencia y la perdida de facultades físicas y sobre todo mentales.

Esto es fácil de constatar. En el campo laboral por ejemplo, los hombres y mujeres que llegan a los 50 años de edad, cada vez encuentran más dificultades para ser contratados por las empresas, o reengancharse al mercado productivo.

Situación que cada año es más evidente, pese a que ya se han tomado algunas medidas como las de no exigir que se indique la fecha de nacimiento en los curriculum, para evitar que el interesado en una posición laboral sea descartado en los procesos de selección  por su edad, antes de que se valore su conocimiento y experiencia.

En otras sociedades en la que la edad no sólo se contabiliza en años sino también y sobre todo en la riqueza de conocimiento y experiencia que se adquiere con ellos, el concepto de la vejez es otro, menos discriminatorio, incluso con algo de riqueza, porque estas personas son vistas como una fuente importante de conocimiento y experiencia necesaria para las nuevas generaciones.

No me gusta que me pregunten la edad. Eso ha quedado claro. Pero un día deje de cabrearme y decidí mentir cuando me la preguntaban. Opte por quitarme un número de años dependiendo del estado de ánimo que tenía en el momento en que me lo preguntaban y les juro que en ocasiones me quitaba hasta una década.

Un día de mi cumpleaños, cuando me preguntaron:

- ¿Y cuántos te caen?, - porque así es como algunos lo preguntan en una clara alusión que para ellos, los años que tienes es la losa que vas cargando.

Ese día respondí, yo no cumplo años, celebro mi nacimiento.

Un año en el que celebraba mi nacimiento, me visitaron las musas y escribí entonces Sesenta. Uno de mis cuentos que más me gusta y que está en mi reciente libro El Secreto de Hilda. Valórenlo ustedes.

Sesenta

No recuerdo cuando borré del calendario de mi vida la imposición social de contabilizar mi edad con cada año vivido.

No, no lo recuerdo, pero tuvo que ser en uno de esos días en los que me visitaron mis musas y estas consiguieron que mi imaginación soslaye la realidad de mi tiempo para vivir mi historia, como el personaje que habita en un mundo en el que los años no se suman, sino que se celebran por todos los conocimientos y experiencias adquiridas.

Lo que sí recuerdo con total claridad fue que decidí hacerlo para aislarme de quienes se consideran jueces del tiempo con poderes para valorar y censurar si aparentas más años de los que tienes, o tienes menos de los que aparentas.

- Con tu edad ya no puedes aspirar a llegar a ese objetivo.

- Eres muy joven para los compromisos que tendrás que enfrentar.

- Tienes apenas veinte años y vistes y actúas como alguien de 60.

- Tienes 60 años y vistes y actúas como alguien de 20.

Desde la visita de mis musas intento convertirme en un ser etéreo que construye en la tierra un espacio donde la edad no existe y que cada quien se vista, actué y se comporte como se sienta en el momento en que vive.

Un espacio idílico donde esos estereotipos no coarten tu imaginación, ni limiten tu comportamiento al patrón preconcebido de determinada edad.

Pediré a las musas que los visiten y que al igual que a mí, les permitan soslayar su realidad para que puedan crear también su historia o vivan la mía. Ésta que he comenzado a contarle y que tiene además del encanto ya revelado, el increíble don de revertir el tiempo para poder nacer como ancianos y con el paso de los años ir “enniñesiendo”, como los americanos en la canción de Piero.

Una historia de vida perfecta porque al nacer ancianos con las experiencias vividas, evitaríamos los errores de juventud, y en vez de sumar años a nuestra existencia los restaríamos hasta convertirnos en niños inocentes, sin patrones preconcebidos, sin envidias, sin maldades; desprendidos de todas las miserias que envenenan la convivencia y así puros con la inocencia o indiferencia de los recién nacidos, proporcionar felicidad a nuestro familiares y amigos.

Así hasta que llegue el final de nuestra vida, que será regresar al vientre de la madre y con ello nuestra partida no será motivo de dolor sino de ilusión por la llegada de una nueva vida.

Hasta el próximo viernes  

Si deseas escuchar otras crónicas y cuentos del autor, puedes hacerlo en el Podcast Relatos y Emociones. Pica el link

https://www.ivoox.com/audios-que-me-gustan_hc_recomendados_1.html

O si quieres adquirir el libro con todos los cuentos, comunícate con el correo electrónico alfon.ricaurte@gmail.com

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