‘Semillas de amor’: inclusión, pasión y compromiso por la educación
Colegio ubicado en el barrio Las Malvinas, liderado por la profesora Liliana Leguía.
El sufrimiento de muchos padres de familia diagnosticados con alguna condición se ha vuelto un verdadero calvario en Barranquilla y el Atlántico.
Las instituciones educativas y Centros de Desarrollo Infantil (CDI) son insuficientes para la demanda de los niños que buscan todos los días la oportunidad de ingresar al sistema educativo.
Para los padres, la búsqueda de colegios con inclusión se hace extensa, agotadora y muchas veces sin éxito.
A eso se le suman las precarias condiciones en las que se encuentran las instituciones en los estratos 1 y 2, pues el entorno luce poco motivador por los problemas sociales y económicos que se presentan.
En Las Malvinas, uno de los barrios vulnerables de la ciudad, entre casas muy humildes y calles estrechas, distanciado de la vía principal, se encuentra el colegio 'Semillas de amor', donde la solidaridad se hace notar en cada uno de sus habitantes que hacen parte de este bonito proyecto, donde la pujanza ante las adversidades es su mayor cualidad.
“El colegio que acepta a todos los niños, un regalo de Dios”
Así es “Semillas de amor” para muchas familias que no tenían ya esperanza de que sus hijos tuvieran formación académica.
“Profe Lili, si usted no me lo acepta, no va poder estudiar”, exclamaba una madre a la profesora Liliana Leguía, quién con mucha dedicación y cariño se convirtió en la “salvadora” para los infantes del barrio que ningún colegio aceptaba.
Leguía cuenta cómo, por cuestiones del destino, pudo ingresar a trabajar a un CDI en el barrio El Bosque, pues se había ido una de las maestras y necesitaban urgente a una auxiliar.
“Fui maestra durante 10 años en un CDI en el barrio El Bosque, gracias a la directora del Instituto Olguita, Mary Luz Yépez, porque me dio la oportunidad de iniciar como auxiliar y pude pagar mi universidad para estudiar Educación Inicial”, contó.
Relató que “me dejaron un salón que nadie quería porque tenía un niño con Trastorno del Espectro Autista (TEA) y así empezó mi historia. Ahí seguí hasta que vino el momento de la pandemia, y tuvimos que suspender”.
“Después de la pandemia muchos niños quedaron a la deriva y no me lo vas a creer, pero un día soñé con Dios que me hablaba y me decía pon tu colegio y hasta su nombre me dio”, dijo muy emocionada.
La maestra narró que se retiró de donde estaba trabajando en noviembre del 2021, para cumplir con ese sueño, y una amiga le prestó un local para que pudiera dictar clases de refuerzo. Sin embargo, ya no daba abasto, pues se corrió la noticia de que estaba aceptando a todos los niños sin excepción.
“Y en febrero del 2022 empecé otra vez con el proyecto de la escuela en el barrio El Romance y le puse como Dios me había mostrado ‘Semillas de amor’, en ese momento todas las personas empezaron a donarme cosas, la Iglesia Plenitud, donde asisto, me ayudaron desde un principio”, sostuvo la profesora Lili.
Relató cómo las madres llegaban “seño Lili si tú no me recibes a mi niño, no va poder estudiar porque ningún centro lo quiere matricular. Me decían el colegio que recibe todos los niños, porque siempre tuve la oportunidad de tener niños con cualquier condición y o sea niños abandonados, con déficit de atención, autismo y de conducta”.
“Mi amiga Daniela Maita fue la que me apoyó desde un principio, estábamos siempre las dos, a ella no le importaba el dinero, solo ayudar a los niños”, describió.
Con grandes recuerdos describió que en ese momento recibió una gran donación del Colegio San José. “Nos hicieron la donación de todo lo que era material pedagógico”.
“Teníamos los grados de Jardín y Transición, pero se nos quedó pequeño, eran dos salones, solamente teníamos la jornada de la mañana”, narró.
Nostálgicamente sostuvo que desde agosto de este año se mudaron al barrio Las Malvinas. “Todo el mundo me conocía aquí porque vivo por el sector, y los que estaban en la otra sede también se trasladaron para acá”.
Y es que en ‘Semillas de amor’ se respira camaradería, solidaridad y compromiso por la educación de los más pequeñitos.
La ‘profe Lili’ como le dicen “cariñosamente” se ha ganado el corazón de todos los representantes y de los vecinos de la comunidad de Las Malvinas, pues su labor junto a los otros nueve profesores voluntarios ha sido invaluable.
“Mi método de enseñanza se basa en potencializar la habilidad del niño, pues así será mejor el aprendizaje, a partir de su talento le enseño todo lo necesario, es muy personalizado”, añade.
Por eso expresó que se ha sentido muy agradecida porque con ese método se ha dado cuenta de habilidades que poseen los niños, que ni la familia lo sabía.
“Tengo niños con habilidades excepcionales, no es por exagerar, pero tengo pequeños de 6 años que alcanzan a dividir con facilidad, que son excelentes matemáticos, entonces si ya sé que le gustan los números, trato en lo posible en enseñarle las otras cosas utilizando lo que más le llama la atención”, asintió.
Trabajar en los valores y contra el bullying es su premisa. “Nosotros no permitimos el bullying acá. Siempre les repito que todos los niños son especiales, que todos somos iguales”.
“Por ejemplo, tenemos a Gabriel, con síndrome de Down, pero los compañeros no conocen el término “especial” porque yo les digo que todos son especiales, entonces les explico que Gabriel no es diferente a ellos, porque tiene ojos, nariz, boca igual que ellos, entonces usted puede llegar al salón y preguntar ¿cuántos niños especiales hay? Y todos levantan la mano porque todos son especiales”, expuso la maestra.
Sostiene que hay dos niños diagnosticados con autismo, que con ruidos a veces se irritan por los ruidos, pero los compañeros de clases ya saben cómo actuar en esos momentos, y guardan silencio hasta que a los menores se les pasa la crisis.
La ‘profe Lili’ piensa que “con este método de enseñanza no hubiese tantos adultos frustrados en trabajos que no quieren, pero que les tocó, a diferencia de mis alumnos, porque yo sé que ellos van a ser muy grandes y siento que es el amor de Dios sobre ellos porque me puso a mí para esa misión”.
Voluntarios de amor
La escuela ‘Semillas de amor’ es pequeña en tamaño, pero inmensa en intención, pues cuenta con tres salones actualmente para 60 alumnos, quienes ven clases en dos jornadas.
“Muchas veces los niños no se quieren ir, se quedan casi todo el día porque son niños que viven aquí muy cerca y se sienten muy feliz siempre en este lugar”, describió la educadora.
Cuentan con profesoras y profesores voluntarios de Psicología, dos de Música, cuatro de Educación Inicial y de Educación Física, quienes la mayoría son miembros de la Iglesia Plenitud, donde también tienen un salón de clases.
Los escritorios, sillas, materiales didácticos, juguetes e instrumentos de música, todos, han sido donados por personas, iglesia e instituciones que de buena fe han formado parte del desarrollo de este proyecto.
Gracias a las donaciones de los instrumentos musicales, los niños pueden disfrutar de las clases de música, que según la maestra Liliana es el día más esperado por ellos. “La música es el estimulante más grande que ellos tienen, por ejemplo, ayer me donaron una batería, tenemos un piano y disfrutan al máximo cuando les toca esa clase”.
“Los chicos que trabajan conmigo en la Iglesia en la comunidad cristiana son los mismos que me ayudan aquí, sin ningún tipo de interés, pues yo les pago cuando los padres me dan alguna donación”, sostuvo.
Recalcó que “aquí ningún niño deja de recibir clases porque su familia no tenga para dar su aporte de ese mes, digo aporte porque no se les exige una cantidad exacta, solo lo que ellos pueden dar, y como te digo, cuando ellos dan esa bendición, es que puedo pagar el arriendo porque la casa donde está ‘Semillas de amor’ es arrendada y también saco para darle a los profesores”.
“Todos los maestros son talentosos, tengo licenciados en biología, en matemáticas e ingenieros, y todo lo hacen por amor a los niños, para impartirles educación”, recalcó.
Asimismo, la profesora Daniela Maita manifiesta que trabajar en ‘Semillas de amor’ es realmente un placer.
“Bueno, el colegio ´Semilla de amor’ es un proyecto de mi amiga Liliana que nace en el corazón primeramente de Dios y ha sido para mí un placer ayudarla a darle amor a cada uno de los niños que llegan aquí”, recalcó Maita.
La educadora dijo muy emocionada que “recibimos a todos los niños con amor y queremos expandir esto enseñándole a los padres también a cuidarlos, a sembrar en sus pequeños corazones ese amor que viene primeramente de Dios”.
Por su parte, Josué Padilla, profesor de música relató que tiene casi 8 meses trabajando con los niños y ha sido una experiencia para él muy bonita.
“Los niños son muy receptivos a la música y todo lo que han aprendido como las matemáticas, naturales, todo, lo llevan a la música”.
“Usted viera cómo los niños brincan de alegría cuando llego, y me dicen: profe estoy feliz porque me gusta la música. Entonces conmigo han aprendido muchas cosas, como tocar la flauta, las notas musicales, canciones como ‘estrellita, ¿dónde estás?’, la del cumpleaños y a los niños más pequeños les enseñé el sonido de los animales”, detalló el joven profesor.
Comunidad unida
Uno de los vecinos de Las Malvinas, quien es el arrendador de la casa donde está ‘Semillas de amor’ vive en frente y tiene una tienda, que utiliza para ayudar a los pequeños estudiantes, que por ser de bajos recursos, a veces llevan 500 pesos para la merienda, y muy amablemente ‘el vecino’ como lo llaman, les vende 200 pesos de gaseosa o lo demás en cualquier chuchería, dice la ‘seño Lili’.
A la maestra se le aguan los ojos cuando recuerda que los vecinos le prestaban sillas y abanicos, para que los niños vieran sus clases.
“La verdad es que con este proyecto yo he sentido la gracia de Dios, mi familia, mis amigos, vecinos y representantes han sido un medio para que recibiera las bendiciones les agradezco demasiado por su apoyo”, reparó.
Agradecimiento
Claudia Lima, madre de Gabriel Arévalo, un niño de 7 años, mostró un inmenso agradecimiento a la escuela porque gracias a la dedicación que le dan a su hijo ha avanzado significativamente.
“Yo siempre pienso que Dios tiene un propósito y sabe por qué hace las cosas sí, porque justo el año pasado que iniciamos con Gabriel en ‘Semillas de amo’, se nos cruzaron las terapias, entonces lo habíamos inscrito en otro colegio y en ese momento la señora me dijo no lo podía tener, entonces lo cambiamos, y desde ese momento ha avanzado mucho más”, manifestó la representante.
Explicó que el proceso del niño es diferente versus a un niño regular, sin embargo, ha logrado desarrollar muchas cosas.
“Es un niño que ha desarrollado muchas actividades motrices sobre todo porque ellos por su condición que es síndrome de Down, su proceso es un poco complejo y es un niño que ha hecho muchas amistades”.
“Realmente estoy muy feliz aquí, trato de ayudar a la seño en las actividades que hacen en el colegio y hacen cosas maravillosas no solo con Gabriel sino con muchos niños más, este colegio ha hecho que realmente los niños desarrollen sus habilidades”, insistió.
La docente Liliana Leguía está casada y tiene una niña de siete años y no se imagina la vida haciendo otra cosa sino es enseñar a los niños a ser mejores personas.
“Si alguien hoy me preguntara qué siento, diría que mucha alegría y gratitud a Dios porque tengo a los mejores alumnos, mi idea es no hacer robots sino formar seres humanos útiles a la sociedad, con mucha empatía que nos hace falta bastante”.
“Estoy segura, que el día que me encuentre con alguno de ellos cuando estén adultos, me encontraré con el mejor ingeniero, con el mejor doctor, con el mejor artista, porque todos los niños tienen un don y nosotros tenemos que desarrollarlos”, detalló.
“Hoy no son los niños los afortunados, soy yo el afortunada de tener a todos esos niños porque me atrevería a decir que tengo a los mejores niños de Barranquilla”, finalizó.
Maryuris Aparicio, Daniela Visconti, Katery Romero, Yulianis Sánchez, Jennifer Beleño, Eliacib Ramos, Josué Padilla, Dany Briceño y Erika Tejedor, hacen que este sueño sea posible.
*Los padres de familia estudiante de los niños dieron total autorización para la aparición de sus rostros en las grabaciones netamente informativas de Zona Cero.