Imagen de referencia.
Imagen de referencia.
Foto
Selección Colombia

Share:

La emoción de ser colombiano

Una mirada para nuestra transformación y las oportunidades de cambio como sociedad.

Por Jorge Padilla Sundheim

Hacía ya bastante tiempo que los colombianos no teníamos una gran emoción colectiva, como la que acabamos de vivir en la final de la Copa América, donde disputamos el liderato con Argentina.

Considero que la tristeza que nos embargó por este último partido, donde perdimos 1 a 0 ante el equipo albiceleste, no puede borrar sentimientos constructivos de nuestra idiosincrasia y sociedad.

Por el contrario, es tiempo de sacar lo mejor de esa experiencia y hacer un balance de las cosas positivas que ocurrieron y de otras que debemos cambiar, tal como seguidamente lo enumeramos:

La primera: que los sentimientos y las emociones que nos conectan como sociedad, son un potente motor que tenemos a nuestra disposición para múltiples propósitos positivos. Esto nos puede agregar valor social, no solo en el deporte, sino también en la cultura, salud, política y en general como una sociedad en cambio en donde hay espacio y oportunidades para todos. La decisión de conectarnos con procesos de transformación personal y social nos llevará aotro nivel de empatía y convivencia que permitirá que seamos una mejor país.

Lo segundo: el poder de la unión es una energía no solo escalable en gran magnitud, sino que, a nivel medio, micro y personal, es un gran jalonador humano. Pensemos en nuestra ciudad, empresa, escuela, barrio, hogar o en nuestra vida; lo que podemos hacer en estos ámbitos con proyectos de emprendimiento, apoyo a la comunidad, formación para el trabajo, creación de hábitos comunes para nuestra salud y convivencia, manejo de las diferencias etc; seguro que todo cambiará cuando cada uno de nosotros cambie. Con la unión de enfoques que nos sincronicen en un propósito común de amor con nuestros semejantes, empezarán los cambios en la escala social, y con seguridad, nos hará una sociedad diferente.

El abogado Jorge Padilla Sundheim.

Tercero: hay enseñanzas frente a las que debemos ocuparnos y hacer cambios inmediatos. Lo más penoso, como país y ante la opinión pública mundial, fueron los desafueros de la muchedumbre que vimos en «el Hard Rock Stadium». Allí centenares de colombianos eran mostrados cómo se colaban y entraban de manera ilegal por ductos y paredes al partido, (cuando muchos que adquirieron la boleta no pudieron entrar) también se vieron riñas y discusiones protagonizadas por portadores de la camiseta amarilla que nos identifica. La Policía Nacional en el contexto del partido, reportó cinco (5) muertes y un número superior a cinco mil (5.000) eventos de riñas y/o conflictos domésticos en Colombia. Todo lo anterior nos reta a un cambio de mirada a las reglas de convivencia en sociedad, «no todo vale», también de actitud y de práctica de la vida frente al prójimo, es oportunidad de revisar la manera de enfrentar nuestras diferencias con el otro.

Finalmente, la lección del jugador argentino Di María, frente a lo ocurrido en la gran final, nos da una gran lección de humildad, empatía y amor al prójimo que todos los deportistas y nosotros los espectadores debemos practicar. El veterano mediocampista, en un gesto auténtico al finalizar el partido, fue donde cada uno de los miembros de nuestra selección y les regaló una mirada, les tendió la mano y les dio una palabra de apoyo. !Qué maravilloso remate de una contienda en donde cada equipo dio lo mejor de sí por el logro pretendido! Dejó en alto el nombre de su país y de los jugadores argentinos, y a nosotros una enseñanza humana valiosa para sentir y practicar. !Gracias Fideo! (como cariñosamente le llaman en su país)

 

(*)Abogado y emprendedor

Más sobre este tema: