Por Roque Yidi

Mientras Puerto Colombia celebra el auge de su desarrollo urbanístico con Ciudad de Mallorquín, Barranquilla se enfrenta a una situación desastrosa que promete caos vehicular y sobrepoblación en su sector norte.

Para Puerto Colombia, el desorden que se avecina en Barranquilla representa una ganancia camuflada. El incremento en la recaudación de impuestos prediales, derivado de la urbanización de 18,000 nuevas unidades de vivienda, promete inyectar más de 30 mil millones de pesos anuales a las arcas municipales. En otras palabras, Puerto Colombia pasaría de recibir 15 mil millones de pesos a 45 mil millones de pesos, duplicando los ingresos que hoy recibe el municipio de Soledad por el mismo concepto.

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Sin embargo, este beneficio para Puerto Colombia viene acompañado de graves preocupaciones para Barranquilla. Con un aumento proyectado de más de 20 mil personas en su población y la llegada de más de 5,000 vehículos adicionales, la congestión vial y la sobrecarga de servicios públicos en el sector dejarán a los habitantes del norte de Barranquilla en una situación insostenible.

Es imperativo que las autoridades de ambas ciudades tomen acción de inmediato y colaboren estrechamente para garantizar un crecimiento equitativo y ordenado que beneficie a todos, y no solo a los bolsillos de Puerto Colombia. Barranquilla merece más que ser sacrificada en el altar del desarrollo urbano irresponsable. Es hora de implementar medidas concretas antes de que sea demasiado tarde.