Wendy colgó la jabalina por una lesión, tomó el bate y se volvió la mejor shortstop
La atleta no se dio por vencida y ahora se destaca en una nueva disciplina.
Hace dos años, una lesión en el manguito rotador del hombro derecho hizo que por poco la brillante carrera deportiva de Wendy Mejía Jaramillo se fuera al olvido.
Resurgió, cambió la jabalina del atletismo por el bate y la manilla del softbol para convertirse en la mejor shortstop del reciente campeonato nacional.
Los obstáculos, a menudo esos que hacen parecer que el esfuerzo de una vida se pierde por completo, son los suficientemente fuertes para que las personas simplemente pongan punto final a como llevaban los acontecimientos de sus vidas.
Sin embargo, siempre existen personas que inspiran con sus actuaciones, determinación y capacidad de resiliencia para saber que cada piedra que se cruza por el camino solo es una excusa para poder dar un salto más alto.
Wendy Mejía Jaramillo ha consagrado casi todos los 23 años de su vida a la actividad deportiva. Ya sea como una simple espectadora o como una deportista de tiempo completo y horas extras. O mejor dicho, de extra innings, pues su primer aproximación al mundo del deporte vino de la mano del ‘ajedrez de los campos’.
“Fue algo familiar. Desde pequeña veo béisbol, por mi hermano Andrés, que desde pequeñito ha jugado béisbol. Ya cuando tenía 8 años me decidí y le dije a mi mamá que quería jugar béisbol. Mis papás me apoyaron”, dijo Wendy a Zona Cero, sentada en uno de los dogouts del recién construido estadio de softbol Edgardo Schemell.
Con ese impulso familiar, pronto Wendy fue descubriendo que la práctica del deporte se le iba dando muy fácil. Al parecer, no era la única en su casa que había salido con el talento para la actividad muscular. Eso la fue llevando a intentar experimentar retos nuevos, lo que la llevó una tarde al atletismo.
“Un día fui al estadio Metropolitano a practicar atletismo y desde los 13 años comencé a combinar el lanzamiento de jabalina con el béisbol”, recordó Wendy, que más temprano que tarde entró en una encrucijada.
Seguir jugando un deporte que no le daba garantías de nada o meterse de cabeza a una actividad tal vez menos divertida pero que le daba más posibilidades.
“Jugué hasta los 16, ya estaba en 11 grado y el béisbol no me ofrecía nada y me dije que tenía que irme por algo seguro, que en ese momento era la jabalina. Me ofrecieron becas en Colombia e internacionalmente, y preferí estudiar aquí con mi familia. Me gradué el año pasado en la Universidad Autónoma del Caribe de Ingeniería de sistemas”, recalcó.
Una buena decisión
El tiempo demostró que colgar el bate y la manilla fue la mejor determinación para Wendy. No solo por las garantías de formación profesional que esto le ofreció, sino por lo que en el camino fue cosechando gracias a sus duras jornadas de entrenamiento, combinado a su capacidad física natural.
“Desde que comencé infantil, menores, juvenil, sub-23 e incluso mayores fui campeona nacional. Fui a campeonatos sudamericanos, panamericanos, subcampeona sudamericana universitaria y hasta clasifiqué a campeonatos mundiales universitarios”, rememoró.
Pero justo cuando todo iba con viento a favor, el entrenamiento fuerte, a veces demasiado rudo para ella misma, le pasó cuenta de cobro y como castigo una lesión en el hombro derecho, su brazo de lanzar, hizo que frenara cualquier actividad deportiva.
A la fecha, ya van dos años sin que Mejía Jaramillo haya podido luchar por demostrar que es la verdadera reina del lanzamiento de jabalina en el país. Por lo menos en lo que tiene que ver en su categoría. Dos años en los que casi una década de labores se pudieron haber tirado al olvido.
Pero no fue así. Al contrario, el ‘stop’ obligatorio recomendado por los médicos y los fisioterapeutas le terminó abriendo la ventana a una vieja pasión. Una que no la dejó desmoronarse en el peor momento, tras un año sin hacer ningún deporte.
“Fue algo complicado. Incluso mis papás me dijeron que si no era la jabalina hiciéramos algo con las piernas: ciclismo, patinaje, karate, o sea algo en el que no utilizara el brazo. Pero yo dije que iba a recuperarme. En ese momento comencé a enamorarme del softbol, porque al principio era un deporte que no me gustaba. Y le cogí amor, tanto que hasta fui al campeonato nacional”, explicó.
Nueva bola, otro reto
Pese a tener todo el adiestramiento y las bases fundamentales para la práctica del softbol por sus años jugando béisbol, su paso a este deporte en los primeros meses no fue nada sencillo. Las dimensiones de la bola blanda, su peso, la forma en que se lanza fueron todos dolores de cabeza en los primeros días.
“Cuando comencé a jugar se me dificulta bastante porque la pelota es más grande en comparación a la que yo lanzaba, qué es la de béisbol, que es mucho más pequeña. Pero comencé a jugar y en una posición que en béisbol no jugaba, que es la de shortstop”, dijo.
Ella, que se acostumbró a otras posiciones en el cuadro interior como la de segunda base, primera, tercera y hasta lanzadora, convertirse en la ‘torpedera’ era algo nuevo. Así mismo descubrió que su capacidad para batear era más de la que sospechó.
“Cuando jugaba béisbol era con niños y me lanzaban más duro. Entonces, si bateaba pero no como ahora en el softbol. Ahora que juego con mujeres de mi misma edad, me destaqué mucho más. Realmente me gusta más batear. Ponerme en la caja de bateo y pegarle a la pelota. Tengo mucha fuerza, tengo buen contacto y se me da bien batear”, dijo.
La mejor shortstop del país
El sonido de la bola reventando contra el bate de aluminio da como resultado un sonido metálico, que en el caso de Wendy se transforma en un ‘campanazo’ que “suena bastante bien. Hasta puedo decir que suena rico”, según sus mismas palabras.
Por eso no es de sorprender que durante el reciente campeonato nacional realizado en Barrancabermeja, donde Atlántico finalizó sexta y se clasificó a los Juegos Nacionales del próximo año, la organización tras ver sus estadísticas la hayan definido como la mejor del puesto de shortstop del torneo y por ende, del país. Una revancha para ella.
“Me lo propuse el año pasado cuando comencé a entrenar más disciplinada y enfocada. Le dije a mis amigas que iba a estar en los Juegos Centroamericanos y del Caribe. No se pudo, pero en el torneo nacional me propuse demostrar que sí podía haber estado y quedé ‘champion shortstop’. Fue algo chistoso, gracias a Dios me fue bastante bien e hice muchos outs”, describió.
En medio de toda esta preparación en un nuevo deporte, Mejía ahora tiene una nueva meta. Seguir destacándose en el softbol, al mismo tiempo que buscará retornar por sus coronas en el lanzamiento de jabalina. Su hombro se sanó, pero sus ganas de competir no se han ido, solo aumentaron con el tiempo.
“Este año pienso comenzar a hacer la preparación general para la jabalina, pero manteniéndome igual en el softbol. Ya estoy pensando que en las mañanas me tocaría combinar jabalina con las tardes y las noches de softbol. Va ser bastante difícil, pero es un nuevo reto que tengo”, cerró.
Hasta tanto, Wendy Mejía Jaramillo espera llegar tan lejos en el softbol como vuelan las jabalinas cuando las lanza, y que su regreso al atletismo sea tan impresionante como su inicio en el softbol. La idea, al final es la misma para los dos casos: ser la mejor, por encima de cualquier dificultad que se atraviese en el camino.