Vallenatos para Nairo: un odontólogo y un ingeniero le llevaron serenata con acordeón
Antes de la partida de la cuarta etapa del Tour Colombia.
La tranquilidad frente al tráiler de Movistar se vio interrumpida intempestivamente este viernes por la música de acordeón. Dos amigos, el antioqueño Iván Jiménez, un odontólogo, y el barranquillero Manuel Villamil, un ingeniero químico, decidieron llevarle a Nairo Quintana una serenata, pero con música de acordeón.
La situación tomó por sorpresa al mismo Nairo, que tan rápido como pudo se bajó del bus para ir a celebrar con ellos que se colaron hasta los camerinos para rendirle un tributo musical al más importante ciclista colombiano de todos los tiempo.
“Somos aficionados al deporte en Colombia, en todas partes del mundo. Estuvimos el día de la contrarreloj por equipos y el domingo también vamos a estar. Estamos haciendo una parada en el camino para festejar con Colombia”, manifestó Iván, nacido en Medellín y que siempre ha tenido dos pasiones, el ciclismo y cantar.
“Estamos felices. Esto es una fiesta para Colombia, es una oportunidad increíble para sacar el país adelante, para apoyar el país en este momento el esfuerzo que está haciendo todos los directivo y los ciclistas con Rigo a la cabeza. Esto es un ejemplo para la juventud, un deporte muy duro que nosotros practicamos”, reseñó.
Iván es la típica estampa de paisa. De tez caucásica, con pinta de oficinista y el acento marcado de la gente que vive en las montañas de Antioquia. Un total contraste con Manuel, un negro regordete y bajito con cara de bonachón, que se come la ‘s’ al final de las palabras y que vivió su infancia entre el Atlántico y Bolívar.
Manuel dice que aprendió a tocar el acordeón en su natal costa, y luego de graduarse de la universidad, se radicó en Medellín, donde hizo amistad con unos fanáticos de la bicicleta, que al final le terminaron por pegar el gusto.
“Yo aprendí a tocar el acordeón entre Barranquilla y Cartagena. Me vine a vivir a Medellín y aquí me quedé. Yo soy barranquillero. Por allá el acordeón es pan de cada día, y aquí adentro me encontré con amigos como Iván que es ciclista desde que nació. Y ya, me contagió este man”, sentenció.
Nairo les agradeció el gesto, les estrechó la mano y saludó a unas decenas de aficionados que desde las gradas lo saludaban. Se fue presuroso a firmar planilla y tomar la partida de la etapa, eso sí, con el sonido del folclore vallenato aún retumbando en su cabeza. Es que Nairo no pedalea solo por el orgullo del altiplano, sino por cariño a toda Colombia.