Aunque lo intentaron, sus rivales nunca pudieron con Bolt.
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Se despide Usain Bolt: de aquí a la eternidad

El hombre más rápido de la historia competirá por última vez en el mundial, antes de su retiro.

Por grandes que puedan ser las proezas de los atletas en carreras trepidantes, saltos circenses y vuelos magníficos de artefactos lanzados por brazos poderosos, los Mundiales de Londres 2017 pasarán a la historia, inevitablemente, por un adiós: la despedida del más grande.

El sábado 12 de agosto, a las 21.50 locales (22.50 en Europa, 20.50 GMT) la final masculina de relevos 4x100 pondrá remate a la grandiosa trayectoria de Usain Bolt, diez años majestuosos entre los Mundiales de Osaka 2007, donde asomó la cabeza, y los de Londres 2017, donde la llama se extingue.

Palidecen, en presencia de Bolt, las excelencias de otros atletas de acrisolada calidad que, para su desgracia, han sido coetáneos del astro jamaicano.

Aquel muchacho de 17 años, larguirucho, desgarbado y tímido, que en 2004 se encomendó a la dirección técnica de Glen Mills (el hombre que un año antes había hecho campeón mundial al cristobalense Kim Collins en París), llegó el último, lesionado, en la final de 200 de los Mundiales de Helsinki, un año después.

En los de Osaka 2007 ya sólo le batió el estadounidense Tyson Gay, que vivió su momento de gloria con el doblete de la velocidad. Estaba a punto de producirse el gran estallido del Relámpago.

Por su morfología (196 centímetros de estatura, 76 kilos) siempre se encontró más cómodo en el 200. En Osaka, con 21 años recién cumplidos, Bolt perdió ante Gay, que hizo el récord de los campeonatos con 19.76 frente a los 19.91 del jamaicano.

Nunca más volvió a ser derrotado en grandes campeonatos, ya fueran Mundiales o Juegos Olímpicos. Sólo dejó escapar una medalla de oro, la de 100 metros en Daegu 2011, pero sólo por decisión del juez, que lo descalificó por salida prematura.

Ocho títulos olímpicos (perdió el de relevos 4x100 de Pekín 2008 por dopaje de su compañero Nesta Carter) y once mundiales resumen la asombrosa trayectoria que ahora viene a morir en el estadio olímpico de Londres.

Aficionados de todo el mundo se congregarán en la capital británica para asistir al último relampagueo del rey del atletismo, cuya figura se agranda a medida que se aproxima su ocaso. El sábado 2 de agosto, si no media un accidente, correrá su último 100. Diez días después su última carrera, la posta final del relevo corto.

Bolt ha renunciado esta vez a su distancia predilecta, los 200. Consciente de que ya no es el mismo a sus 30 años, se ha inclinado por el 100, la prueba más carismática, mucho más prestigiosa que el doble hectómetro, que a menudo se convierte en una segunda oportunidad para quienes fracasaron en el 100.

Como casi siempre en vísperas de grandes campeonatos, la forma física de Bolt suscita dudas, con sus eternos problemas de espalda y sus visitas al médico alemán Hans-Wilhelm Müller-Wohlfahrt, que hasta ahora siempre le ha dejado como nuevo, al menos por el tiempo suficiente para ganar las medallas de oro que se propone.

Ya le ocurrió antes de los Juegos de Río 2016, aunque en esa ocasión llegó con marcas intimidatorias (9.88 y 19.89). Ahora aterriza en Londres con solo tres carreras a sus espaldas y como séptimo del ránking con unos 9.95 que constituyen un modestísimo registro para quien tiene 9.58, su récord mundial en vigor desde el 16 de agosto de 2009.

Pero cualquier aficionado sabe que en la hora suprema Bolt se agiganta, achica a sus adversarios, como ocurrió aquí mismo en Londres 2012 con su doble victoria olímpica sobre un Justin Gatlin que llegaba en plan gallito.

La despedida de Bolt inaugura un debate paralelo sobre el sucesor. No sólo como rey de la velocidad, sino como gran estrella del atletismo en general. Si alguno de los cachorros de la velocidad consigue derrotarlo en Londres, habrá recorrido un largo trecho para hacerse con el liderazgo.

El estadounidense Chris Coleman, el más veloz del año (9.82), le gana por trece centésimas en el ránking pero las estadísticas resbalan cuando Bolt anda en juego. La misma distancia le separaba del líder en los Mundiales de Pekín 2015, Justin Gatlin, y sin embargo el jamaicano le batió en la final. Por una centésima, es cierto (9.79 por 9.80), pero con eso basta para ganar.

"No quiero retirarme perdiendo", ha advertido Bolt. Suele cumplir su palabra. El canadiense Donovan Bailey, antiguo plusmarquista mundial de 100 metros, advierte que apostar contra Bolt no es una jugada inteligente, aunque todo puede ocurrir en Londres.

Mal año para gente como Mo Farah, que intentará su enésimo doblete del fondo antes de pasarse al maratón; Wayde Van Niekerk, el más completo del mundo en la combinación 100-200-400; Elaine Thompson, reina de la velocidad; Ryan Crouser, invicto este año en el círculo de peso, o Mariya Lasitskene, que persigue con tesón el récord mundial de altura. Sus posibles éxitos recibirán menos espacio en los medios. Bolt lo ocupará casi todo.

EFE

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