Emily Clavel, ‘mano a mano’ con su sueño de ser campeona mundial de Ironman
Un cáncer obligó a que le amputaran el brazo, pero no las ganas de vivir.
Emily Saray Clavel Useche es una sonriente y soñadora venezolana, de 29 años, compuesta por metro y medio de pura valentía y con un corazón que bombea chorros de voluntad por cada uno de los 43 kilos de su menuda existencia.
Pese que desde que era una bebé la vida le quitó un brazo, ella se la ha jugado mano a mano para cumplir sus sueños y ahora está a meses de disputar el campeonato mundial de Ironman, una de las pruebas más exigentes en el mundo del deporte.
Quién pudiera pensar que una mujer que parece tan frágil hoy en día estuviera preparándose para medirse a la furia del mar, la indolencia de la carretera y la extenuante longitud de una caminata que doblega los espíritus más valientes y que por su extrema dificultad corona a su ganador como un ‘Ironman’, hombre de hierro, en inglés.
“No voy a decir nombres, pero la gente me miraba raro cuando estaba entrenando para el Ironman y me preguntaban si había hecho triatlón, incluso me pasó con el entrenador que cuando lo conocí le dije que quería hacer la válida de Puerto Velero y me dijo que no estaba preparada. Luego me le presenté nuevamente para hacer el ironman de Cartagena y me dijo que técnicamente sí podía y allí fue que me abrió la puerta”, recordó para Zona Cero.
La complejidad del reto al que se va enfrentar no es para menos. No se trata de una competencia para atletas paralímpicos o en condición de discapacidad. Se trata de una competencia a nivel mundial, que se desarrollará en Sudáfrica y a la que accedió tras ganar como novata en la competencia de este tipo hecha a nivel nacional en Cartagena.
“Bueno, primero muy agradecida con Dios. Estuve participando en el ironman el año pasado, en diciembre, en Cartagena. Fue mi primera vez en una competencia de triatlón. Es una distancia larga, equivalente a 1.9 kilómetros de natación de aguas abiertas, después 90 kilómetros de bicicleta y finalmente una media maratón que son 21 kilómetros. Todo el mismo día, uno tras otro. Lo logré terminar y ganar un cupo para el Mundial de Sudáfrica este año, el primero de septiembre”, narró.
La falta de su brazo izquierdo es el recuerdo que siempre lleva con ella de que en la vida nada debe ser excusa para abandonar el deseo de superarse, de vivir y de trascender.
Todo en su vida está marcado por las luchas y saber sobreponerse a ellas. Desde el mismo hecho de haber nacido con cáncer, perder un brazo, irse de su país natal a estudiar más allá del océano, llegar de vuelta a uno nuevo para empezar un negocio y por último incursionar en un deporte del cual nunca había tomado parte.
“Yo nací con un cáncer que se me desarrolló en el dedo pulgar de mi mano izquierda y la historia corta es terminé con una amputación de mi brazo izquierdo a los dos meses de nacida. Pero bueno, mi forma de ser criada y de ver la vida no me detuvo nunca e intenté varios deportes de pequeña, entre ellos la natación”, recordó.
“Cuando yo me mudé a Barranquilla, porque soy de Caracas, me di cuenta que aquí hay mucha gente practicando natación y me recibieron con los brazos abiertos. Yo no vivía aquí en Colombia, pero mi familia sí tenía mucho tiempo viviendo aquí. En el 2013 me fui de Venezuela a formarme en Inglaterra, hice una maestría, soy contador público y tengo una maestría en contabilidad y gerencia financiera”, agregó.
Con su título debajo del brazo, cargada de muchas ganas de salir adelante y al darse cuenta que en Venezuela no encontraría mucho para ella, decidió emprender camino a la ‘Puerta de Oro’, para allí encontrarse con su familia y empezar un nuevo reto: un gimnasio con diferentes estilos de entrenamiento.
“Cuando terminé decidí venirme a Colombia y coincidí con este gimnasio, en donde soy la dueña y la persona que administra el lugar. Es una combinación perfecta porque mi trabajo me permite entrenar”, resumió.
Emily es la cara esperanzadora de una sociedad golpeada por el dolor. A través de su ganas de vivir y constante esfuerzo, desea que sus compatriotas, muchos de ellos en Barranquilla, puedan ver un espejo para salir adelante de la precaria situación.
“De pronto he tenido un poco más de suerte que mis compañeros venezolanos. No es fácil para nosotros salir de nuestro país y enfrentarnos a otro mundo, a otra cultura, otras formas de hablar. Nosotros anhelamos mucho que dejamos atrás. La clave está en la disciplina, en el deseo y poner la mente, el corazón y el cuerpo en función de lo que queremos lograr”, les dijo.
“Los que estamos por fuera debemos estar en función de mejorar las cosas en donde estamos, así no sea nuestro país, y dar siempre más allá de lo que esperan de nosotros. Yo invito a todos los venezolanos que este país que nos abrió las puertas, si están en Colombia, o donde estén, que dejen su nombre en alto. Al final somos todos habitantes del planeta”, cerró.
Un día Emily soñó con participar en el Ironman de Cartagena, solo para probarse a ella misma. Ahora sueña con ese primero de septiembre, al otro lado del mundo, cuando se mida mano a mano a las mejores del planeta y tal vez pueda levantar el puño en alto cuando cruce la meta y apuntar con su dedo índice: las metas siempre están al alcance de la mano.