Eleider utiliza la memoria de su madre como amuleto para ganarle a Kovalev
El pegador afronta uno de los retos más grandes de su vida.
Entre la música, la pereza por asistir a la escuela y una que otra pelea callejera transcurría en Apartadó, Antioquia, la niñez de Eleider Álvarez Baytar, un niño que a sus escasos diez años de edad prefería pasar durmiendo sus tiempos libres.
Tanta inactividad hizo que su madre lo obligara a practicar boxeo, deporte que no le llamaba la atención y el cual le restaba tiempo para practicar música junto a un grupo de amigos que conformaron un conjunto al que bautizaron Infancia Vallenata.
Sin embargo, las primeras peleas de Eleider no fueron sobre el ring, sino en las calles de su municipio, contra quien hoy es uno de sus mejores amigos. Ganó la primera y perdió la segunda, la tercera ya sería sobre el ring y con los guantes puestos.
Impulsado por su madre, a quien recuerda como decidida y de fuerte carácter, o como él la llama, “una mujer jodida”, Eleider pasó a las manos de Oswaldo Ricard, un entrenar de boxeo que vivía justo al frente de su vivienda.
El día de los sparrings llegó y fue el joven con el que Eleider llevaba un empate en peleas callejeras quien se postuló para ser su rival, a lo que Álvarez Baytar se negó inicialmente.
“Miré a mi mamá y me arrugó las cejas y dije ‘aquí me tocó’. Me puse los guantes y le di una muñequera, como decimos nosotros. Le di mucha trompada y lo hice quitar los guantes”, recordó Eleider con una sonrisa pícara.
Desde ese entonces Eleider quedó matriculado como uno de los más grandes prospectos que entregaba Apartadó al boxeo colombiano. Su preparación fue tomada más en serio y ni siquiera el lamentable fallecimiento de su madre, a los 14 años de edad, a causa de problemas de azúcar, le impidió continuar en su carrera deportiva.
“Ella no pudo verlo ni como amateur. Sin embargo, fue ella la que lo llevó a practicar boxeo y fue ella quien hizo que le cogiera confianza al boxeo”, recordó Jorge Álvarez, padre de Eleider.
Integró selecciones Colombia y asistió incluso a Juegos Olímpicos. Después dio el salto al profesionalismo, asentando su sede en Canadá, en donde ha llevado su campamento para 23 peleas que ha ganado y las cuales lo han llevado a pelear este cuatro de agosto por el título mundial que hoy luce Sergey Kovalev, el semipesado de la OMB, en Atlantic City.
“Me vine a otro país donde la cultura, el lenguaje y el clima son diferentes. No a todos les gusta este frio. Pero yo soporto todo esto porque quiero ser campeón del mundo”, sostuvo.
Para esta pelea, Eleider conserva su amuleto, ese mismo que le ha dado siempre resultados y en el que confía que no lo defraudará: la memoria de su madre.
“Ella es mi amuleto. Siempre quiero hacer las cosas bien”.
*Tomado de Boxeo de Colombia.