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Juan Cruz Real, entrenador de Junior, se marcha al camerino con la escultura del Cristo Negro, bajo los insultos de los hinchas.
Juan Cruz Real, entrenador de Junior, se marcha al camerino con la escultura del Cristo Negro, bajo los insultos de los hinchas.
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Cristian Mercado.

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El ‘cabeza dura’ Juan Cruz Real le agotó la paciencia a hinchas y directivos de Junior

Por primera vez el técnico sintió el profundo rechazo de los aficionados.

El amargo empate, con cara de derrota, que obtuvo Junior la noche de este sábado ante el Deportivo Pereira terminó de dinamitar la poquita paciencia que le quedaba a los aficionados y directivos con el entrenador Juan Cruz Real, quien por primera vez se notó abatido y con gesto perdedor cuando se retiraba a los túneles del camerino para dejar de ser entrenador del equipo.

Tanto al término del primer tiempo, como cuando se acabó el juego, una vez el central dio el silbatazo, la gente se paró de sus sillas a insultar, vociferando todo el repertorio de palabras de grueso calibre que se sabían, a la humanidad del argentino. Coritos nada celestiales. 

Cruz Real repitió las dos veces la misma secuencia. Cabeza contra el piso, inmutable ante el aguacero de insultos y botellazos, para recoger la escultura del Cristo Negro que siempre carga en cada partido e irse meditabundo y en paso ligero al camerino.Recordando siempre, que las agresiones físicas son inaceptables desde todo punto de vista. 

Juan Cruz Real se marcha a los camerinos.

Su gesto taciturno y el desquicio de la gente es por una sola cosa, no se gana. Y es un dato que desnuda que la situación del entrenador ya es insostenible: de los últimos 10 partidos –entre Liga y Copa- Junior nada más ha ganado 3.

Tres triunfos, por cuatro empates y tres derrotas, no dan para que los augurios sean buenos. Especialmente por ese verso que se tenía de la fortaleza en condición de local, que se ha visto reducida dramáticamente en esa racha a esas tres mismas victorias, más un empate y dos derrotas.

Los argumentos se les han caído a pedazos, así como el juego del equipo que se ha visto mermado en la parte física desde la salida del anterior preparador físico Cristian Juliao, en una situación todavía poco clara y del cual se rumora hubo un desacuerdo con el entrenador detrás.

Cruz Real mira desde la línea el desarrollo del partido, con gesto de preocupación.

El clamor de la gente era uno solo la noche de ayer, luego de un primer tiempo sin un solo tiro al arco y una segunda mitad donde Sebastián Viera evitó una catastrófica derrota al atajar un penal: el entrenador debía presentar su renuncia en rueda de prensa.

La respuesta del argentino

"Si algo tengo, es que soy cabeza dura y no abandono proyectos. Hay una directiva que toma decisiones, y cuando más dura está la situación yo me quedo. No tengo cansancio de seguir intentando", afirmó.

En pocas palabras, él no renuncia. Mejor que prescindan de sus servicios. Tal vez por la convicción de poder hacer buenas cosas. O de pronto para no apartarse de la jugosa indemnización que seguramente estaba plasmada en su contrato.

El entrenador regresa al banco a buscar la imagen del Cristo Negro.

Sea como fuere, el ‘cabeza dura’ de Juan Cruz Real dejó desconsolada y alterada a la gente que nunca. Jamás en su ciclo el técnico había sentido el rechazo tan palpable en el ambiente, a pesar que desde que llegó nunca ha sido del agrado unánime de la hinchada.

El optimismo no era mucho para el juego del miércoles ante el Unión Magdalena por el partido de vuelta de la Copa Colombia, serie que se pierde 1-0. Para muchos dejar que Cruz Real dirija ese partido era renunciar anticipadamente a la esperanza de remontar.

El técnico con los aficionados molestos en el fondo.

Las horas pasaron y se supo la verdad, la suerte del entrenador de Junior estaba echada. Y se dio a conocer más temprano que tarde. Ojalá, a tiempo para salvar el semestre. No hay 'cabeza dura' que dure cien años, ni Comesaña que se resista a volver.