Eduardo Movilla, el profesor que llevó la natación del Atlántico a sus ‘mejores aguas’
Tras una vida entrenando deportistas, su nombre le será colocado al nuevo complejo acuático de la ciudad.
Un día cualquiera del 2009, Eduardo Movilla se encontró mirando las destartaladas Piscinas Olímpicas de Barranquilla, e hizo la introspección más delicada que hasta ese momento pudo haber concebido detrás de sus finos lentes: consideraba retirarse del entrenamiento de la natación.
Para ese entonces, hace apenas unos meses que había tocado el punto más alto que cualquier entrenador deportivo podía tener con sus pupilos: llevar a un atleta suyo a los Juegos Olímpicos.
Sin embargo, por esas vueltas de la vida, en ese instante mientras miraba lo que era la vieja piscina, ya para entonces remodelada tantas veces, la idea de irse de la natación era algo que le deambulaba en la cabeza.
“Yo creo que todo entrenador tiene un sueño: ya sea tener un deportista en unos Juegos Olímpicos o ganar una medalla olímpica. Cuando yo hice el caso de Julio Galofre, me di cuenta que en las condiciones que teníamos (para trabajar) no íbamos a tener un nadador de mejor rendimiento del que él tuvo. La otra cosa es que Julio se fue en febrero del 2009 para Antioquia, donde le ofrecieron mejores condiciones de las que tenía aquí. Se me acabó lo que tenía en las manos”, rememoró con tranquilidad.
Desde esa clasificación a los Olímpicos, ya han pasado 10 años. Una década larga donde la vida le cambió a Eduardo Movilla, en la que pasó de creerse un desconocido entrenador a aportar su nombre a la obra que habrá de cambiar de una vez y para siempre la natación en la ciudad.
“La ciudad de Barranquilla por intermedio de su Alcalde, Alejandro Char, me da el honor que un escenario de esta magnitud lleve mi nombre. Creo que ha sido el reconocimiento a un trabajo que vengo haciendo desde el año de 1968 y los logros que he tenido con varios nadadores del Atlántico en la Selección Colombia, los que han despertado en la comunidad el deseo que este escenario lleve mi nombre”, manifestó.
El contraste durante esos años estuvo en la nueva camada de nadadores que fue descubriendo con el tiempo el profesor Eduardo. Esos talentos nuevos impulsaron a un compromiso en cual sacrificó otra vez navidades, años nuevos, semanas santas y a madrugar casi que a diario para ir formándolos.
Le recordó porque en el año de 1968 empezó a dar clases de natación, la cual aprendió desde sus 9 años, y que lo llevó a transformarse en entrenador y cosechar éxitos de manera casi que inmediata con sus atletas.
“En 1970 tuve un excelente nadador, Mauricio Mejía, que fue mi primero en una Selección Colombia, después vienen muchos nadadores como pueden ser Ricardo Mena, Julio Galofre, Diana Lohrer, Paula Peña, entre muchos otros que es injusto no nombrar. Estos nadadores fueron los que me forzaron a mí a seguir capacitándome. Hasta el final he tenido nadadores como Laura García y Camilo Marrugo, que está en Francia, compitiendo”, rememoró Movilla.
Durante todo ese proceso de reinvención como entrenador, en las que se volvió a cargar de entusiasmo, Movilla fue uno de los dolientes de las antiguas Piscinas Olímpicas de Barranquilla. Ya a esa altura no eran más que una sombra del escenario deportivo que una vez fueron.
Por eso, Zona Cero lo acompañó a conocer las obras del nuevo escenario acuático que llevará su nombre. La impresión no pudo ser mejor para el veterano adiestrador, quien preguntó por cada detalle de las piscinas, las tribunas que albergarán a más de 1900 personas y las piscinas de carreras, clavados y calentamiento que cumplirán con cada una de las indicaciones de la Federación Internacional de Natación (FINA).
Muchas veces las antiguas piscinas fueron cerradas por las malas condiciones en el agua por su tratamiento. Sin duda no se compara con las que hoy en día se construyen, como lo admite el mismo entrenador.
“Pienso que hay una distancia muy grande. Del cielo a la tierra. Aquella era una piscina que tenía 70 años y que fue remodelada dos o tres veces, que se quedó en el tiempo y en las medidas que debía tener de 2 metros 40 centímetros de profundidad para hacer torneos internacionales. Esto nos obliga a tener una natación mucho mejor hacía los próximos 5 o 10 años”, explicó Movilla.
Las ‘brazadas’ que daba Movilla en la piscina de la indiferencia están por acabar. Eduardo está muy cerca de llegar hasta el otro lado de la 'pileta' y su sueño ahora es poder llevar a sus muchachos con las marcas suficientes a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
“Si se dan las cosas, yo pienso que sí. Tenemos deportistas del Atlántico que los entreno yo y que los entrenan otros profesores, que tiene posibilidades de ir a Tokio. Esto va ser un antes y un después, que lo van a construir las personas que están al frente de la natación en estos momentos. Ya no vamos a poner de excusa la piscina, tendremos que buscarnos otra. Hay que dar el tiempo que se masifique y no podemos equivocarnos”, señaló.
Mientras que llega el día para el primer chapuzón en la piscina, estimado para mediados de junio, Movilla tratará de seguir dejando su legado más allá de las piscinas que llevarán su nombre.
“Yo no creo que ese chapuzón sea mío. De pronto será de un grupo de nadadores que invitemos a que lo hagan. Uno piensa que las cosas de uno la gente no las ha visto. Yo sé que hay personas que no van a estar de acuerdo con que se mi nombre, yo respeto todas las opiniones. Uno dice: algo he hecho para que las personas se acuerden de uno. En eso estoy y eso me compromete a seguir trabajando", cerró.
Hasta tanto, Movilla descansa en su lucha de toda la vida mientras que ve cómo se levantan las nuevas piscinas de la ciudad. Muy pronto, los atletas de esta disciplina llegarán a unas renovadas, prometedoras y mejores aguas como nunca las habían tenido.