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La celebración de Mbappé.
La celebración de Mbappé.
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EFE

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Apareció Kylian Mbappé y Francia venció 2-1 a Dinamarca

Partido complicado para el campeón.

Tenía que aparecer Kylian Mbappé, como si de un guión se tratara, para liberar a Francia del laberinto danés, en el que tantas veces se ha enredado la campeona del mundo, pero a la que consiguió doblegar con dos tantos del parisiense que les convierte en la primera nación clasificada para octavos de final en Catar.

La magia del "10" acabó por encontrarle la vuelta a un partido que llenaron de ocasiones, pero ninguna tan clara como para pensar que Dinamarca debió salir del estadio 974 con una goleada de escándalo.

Francia, que este año había perdido los dos duelos de la Liga de las Naciones contra los escandinavos, prosiguió su singladura virtuosa mundialista. Encadena ya seis triunfos en esa competición, la mejor racha de su historia, mientras las piezas del engranaje de Didier Deschamps parecen ir armonizándose a base de resultados.

El juego fue menos brillante que ante Australia en el debut, quizá también porque el rival estaba más armado y porque su sola mención despierta fantasmas en la campeona, que ya temía con fracasar de nuevo en su objetivo de doblegarlos hasta que apareció Mbappé.

El atacante del PSG consiguió un doblete que, con menos de 24 años, le coloca en cifras de leyenda en los Mundiales, en la senda de Pelé por su precocidad.

30 goles 

Suma ya 30 goles como internacional, 14 de ellos en los últimos doce partidos, en los que se ha convertido en el santo y seña de su selección, más aun tras la baja por lesión del Balón de Oro Karim Benzema.

En la vida de un campeón del mundo, el peso de la responsabilidad se traduce en un hambre permanente, todo sabe a poco cuando en ataque hay tanta dinamita.

Francia atacó con método, distribuyendo bien el balón por las bandas, sobre todo por la de Ousmane Dembelé en los primeros compases, en los que el barcelonista parecía listo para firmar una gesta en un número de genio, que como ya le sucedió en el primer partido, fue incapaz de hacer durar.

El extremo derecho, bien respaldado por su compañero de equipo Jules Koundé, animó al público con jugadas de circo, tan hermosas como ineficaces.

Pero que sirvieron para dar el tono al partido, para advertir a Dinamarca de que tendría que achicar el juego de bandas. Por la izquierda amenazaba también Mbappé y desde ambas arreciaban los pases a la cabeza de Giroud, deseoso de dejar atrás a Thierry Henry.

Sin someter a Dinamarca a un acoso asfixiante, Francia acechó permanentemente, cada vez con más unidades que se sumaban a la ofensiva, Koundé, que sustituyó a Pavard en el once, Rabiot, que obligó a estirarse a Schmaichel, Varane, que regresaba tras lesión, Griezmann, que también buscó el tanto.

Mientras Dembélé seguía sometiendo a un calvario a Maelhe Christensen tuvo que placar a Mbappé para evitar que, tras un pase medido de Greizmann, el parisiense se plantara solo en el área.

El jugador del Atlético de Madrid marró una buena ocasión en el 59, pero dos más tarde una combinación entre Theo y Mbappé permitió al delantero abrir la lata danesa.

El tanto no desembarazó a Francia de su pesadilla danesa. Los escandinavos adelantaron líneas y, a balón parado, Christensen igualó el duelo con un potente cabezazo tras un rechace de Andersen que descolocó a la zaga gala.

Contratiempo que descentró a la campeona que vio como Lloris salvaba evitaba la remontada en un disparo de Lindstrom a bocajarro y Braithwaite rozaba el palo en otra jugada.

Los fantasmas reaparecían y Francia estaba encasquillada, rota, sin brújula. Pero volvió a aparecer Mbappé, de nuevo servido con maestría por Griezmann, de nuevo magistral para colocar a su equipo en la ruta hacia una nueva final.

EFE

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