Carlos Espósito, árbitro de las semifinales de la Copa Libertadores de 1989.
Carlos Espósito, árbitro de las semifinales de la Copa Libertadores de 1989.
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"250 mil dólares. Llévenselos, sus vidas acá no valen nada": 'Popeye' a árbitro de la Libertadores del 89

El juez argentino relató cómo entraron en la habitación del hotel, a punta de ametralladoras.

La aplastante victoria en Medellín del Atlético Nacional por 6-0 ante Danubio, en las semifinales de vuelta de la Copa Libertadores de 1989, es apenas el único recuerdo alegre de ese día para el argentino Carlos Espósito. 

El retirado silbato contó, a más 31 años de aquel 17 de mayo de 1989, cómo vivió aquel partido presionado por el 'Cartel de Medellín' bajo las órdenes del extinto y cruel jefe del mismo, Pablo Escobar Gaviria y su jefe de sicarios, Jhon Jairo Velásquez, alias 'Popeye'. 

"Todo arrancó desde que llegamos al aeropuerto de Medellín. Los árbitros colombianos que nos fueron a recibir ya nos habían entregado, estuvimos obligados", arrancó su relato a la emisora Radio La Red, de Buenos Aires. 

Espósito notó el ambiente raro desde que llegaron al hotel, pues insistentemente los jueces colombianos lo invitaron a comer, algo que declinó por seguridad. 

"Los árbitros no acostumbramos dejar el hotel. Me invitaron a una cena y les dije que no. Me levanté a pagar y le dije a la camarera que me llevara un bidón de agua (a la habitación), porque no había agua potable... me golpean la puerta. Y estaba la chica con una botella chiquita. Le recordé que le había pedido una grande. Vuelven a golpear la puerta y le pido a Juan (Bava, juez de línea) que se levantara. Y fue Bava. A Bava lo conocen... Es difícil mover una mole de ésas. Pero Bava voló", detalló el central. 

No se había recuperado de la sorpresa de ver caer a su fornido compañero, cuando un comando, con armas largas, entró intempestivamente a la habitación.  

"Entraron cuatro, uno con ametralladora, a Gnecco le pusieron una nueve milímetros en la cabeza. Y atrás entró el famoso 'Popeye', bien vestido, traje, corbata. Traía un maletín. Lo abrió y dijo, 'acá hay 250 mil dólares. Llévenselo, tranquilos, van a salir de Colombia sin problemas'. Les respondimos que habíamos ido a trabajar como corresponde. Cerró el maletín y nos dijo: 'La vida de ustedes acá no vale nada. Y en Buenos Aires nos puede costar 1.000 dólares por cada uno'. Y ahí se fueron", recordó.

Lo peor fue la noche sin dormir sabiendo la amenaza que pesaba sobre sus cabezas. Consideraron de todo, huir, esconderse y hasta pedir auxilio al presidente de la AFA, Julio Grondona. 

"¿Qué hacemos? les pregunté a Bava y Gnecco (el otro asistente). No sabíamos para qué lado arrancar. Les sugerí agarrar las valijas e ir a dormir al aeropuerto. Pero Gnecco, que conocía Colombia, y que una vez le habían bajado una puerta de un tiro, me gritó: '¡Escuchame pelotudo, nosotros de acá no nos podemos mover!'. Esto fue un día antes del partido. Me asomé por la ventana y abajo había cinco tipos que no se movían. Pensamos en llamar a Grondona. Al otro día, sin dormir, salió Bava a comprar cigarros, a pesar de que habíamos dejado de fumar hacía meses. En eso vino un árbitro, voy a dar el apellido: Sierra, y nos dijo que nos debíamos levantar porque había que ir a sacar un permiso de trabajo", narró. 

Una vez en el estadio, pidieron ayuda a la Policía. El uniformado con el que habló lo reconoció como uno de los personajes del seriado 'Escobar: el Patron del mal', y fue uno de los tantos oficiales asesinados por el Cartel de Medellín. 

Para empeorar las cosas, a su camerino les fueron a dejar una virgen como gesto para la velación. El juez Gnecco la destrozó en mil partes de una patada nerviosa. 

"El partido terminó 6-0. En alguno de los goles, lo miré a Bava y nos hicimos la cruz. Al final hubo como 15 muertos por la gente que salía a los balcones y tiraban los tiros al aire. Terminamos yendo al aeropuerto. Y estaban los uruguayos, que se tomaban el mismo vuelo. Vino el presidente de Danubio, un tipazo, y me preguntó si la habíamos pasado mal. Sabían todo. A ellos les había pasado lo mismo".

Sobre qué hicieron con los 250 mil dólares no se supo mucho más, igualmente entre ellos se juraron no contar detalles de la historia, pero la misma se fue conociendo con los años y no les quedó otra que dar los detalles. 

A la postre, Nacional se coronó campeón de la Libertadores de ese año con una exhibición en los cobros desde el punto penal de René Higuita, ante el Olimpia de Paraguay. 

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