¡Honrado serás hasta en tu tumba!
Debate histórico.
Zona Cero se complace en ofrecer a sus lectores una discusión de carácter histórico entre Jaime Abel del Portillo, hijo del dirigente obrero y político liberal de izquierda del siglo XX Abel del Portillo Gutiérrez, y el historiador de la Uniatlántico Jesús Bolívar Bolívar. El doctor del Portillo considera que su padre fue mal evaluado e interpretado por el historiador Bolívar Bolívar, en su libro Barranquilla, 1920-1950. Ciudad, élite y conciencia obrera. Aporta, en su escrito publicado aquí, información primaria acerca de la vida política de su señor padre, que entrega una idea muy distinta a la del historiador sobre la vida pública y la obra del dirigente mencionado. Zona Cero publicará también la réplica que realice sobre este documento Jesús Bolívar Bolívar.
Por Jaime Abel del Portillo
Desde muy niño comencé a experimentar por mi padre, Abel del Portillo Gutiérrez, un profundo respeto y admiración por su pasado político, por su pluma, por sus valores, por su valentía, por el amor que sentía por las clases más necesitadas y por la defensa que asumía de los pobres.
La vida de mi padre, fallecido en 1972, puedo rememorarla, leyendo El Álbum conformado por los recortes de los periódicos de la época, que mi padre iba seleccionando y en el que todavía pueden leerse los grandes acontecimientos de los años 20, 30, 40 y 50 del siglo pasado.
Además, aún resuenan en mi memoria con inusitada nitidez las palabras de mi padre, en reuniones familiares y de amigos en las que le solicitaban que contara las historias de su vida política y personal. Esas tertulias eran muy agradables pues, además de los temas mencionados, se hablaba de poesía y se declamaban los versos de Julio Flórez, Rubén Darío, José Santos Chocano, José María Vargas Vila, y otros más. También comentaba mi padre, aspectos de la vida departamental y nacional que no salían publicados en los periódicos, pero que no cabe duda, sucedieron en la realidad. El carisma, inteligencia y elocuencia de mi apuesto padre se imponían en cualquier reunión, en las que tomaba la palabra, logrando siempre los objetivos que se proponía.
“Si las masas me buscan es porque saben que interpreto su dolor y alicio sus necesidades” decía mi padre. Aquí las necesidades no eran económicas sino de justicia. Mi padre, hombre pobre económicamente hablando, no podía solventar la pobreza de los demás, pero no descansaba hasta lograr acuerdos justos para quienes procuraban su ayuda.
Por eso me sorprendió un estudio del distinguido profesor e historiador de la Universidad del Atlántico Dr. Jesús Bolívar Bolívar, de quien supongo no contaba con la suficiente información a cerca de mi padre para llegar a las conclusiones a las que llegó. Transcribo apartes de su estudio: “Los debates parlamentarios en nombre del obrerismo los llevaron a cabo con mayor decisión los militantes comunistas, que en algún tiempo alcanzaron escaños en el Concejo Municipal, la Asamblea Dptal., la Cámara de Representantes o el Senado de la República.
“Dentro de éstos, indudablemente, el de mayor trascendencia fue el comunista Augusto Durán Ospino, quien no solo hizo presencia política en el Concejo Municipal sino también en el Senado, sitios en los cuales con lujo de competencia enfrentó debates de talla local, nacional e internacional. Aquí también la influencia portuaria se hizo sentir pues el bastión más fuerte del movimiento obrero lo tenía Augusto Durán Ospino en la Fedenal. Su formación política, su roce internacional explican su mejor desempeño que el de Abel del Portillo (De origen portuario) quien a nombre del liberalismo obrero, tuvo una participación secundaria a pesar de haber permanecido como concejal y diputado por más tiempo que Augusto Durán Ospino, pero la grandeza teórica y política comparada con la de Abel del Portillo, no le garantizó una mayor influencia política militante y electoral dentro del movimiento obrero barranquillero, que la ostentada por el liberal Abel del Portillo, en toda su vida política como dirigente sindical y político. El apoyo oficial, la maquinaria electoral aceitada para cada campaña y la dicotomía entre conciencia sindical y conciencia política electoral, son elementos explicativos del hecho".
¿Participación secundaria en las luchas sindicales?
¿Grandeza teórica y política de Augusto Durán Ospino comparada con la de Abel del Portillo?
¿Apoyo oficial, maquinaria electoral aceitada? Se nota cierta tendencia del historiador de relacionar a mi padre con los vicios de corrupción política de la época, y a demeritar su honesto pasado sindical.
Con toda la humildad que me caracteriza trataré de ampliar un poco más el trabajo del historiador Bolívar, en lo que respecta a la historia de don Abel del Portillo Gutiérrez, como se le conocía por aquellas calendas. Comienzo por transcribir, a manera de un pequeño prólogo, la alusión que hizo de mi padre un posible anarquista llamado Biófilo Panclasta, sobre el perfil psicológico de mi padre y que según el historiador lo hizo para elogiarlo y “ganar para las huestes ácratas al bisoño líder obrero… Dice así: “Un siglo de pasión hecho hombre. Un corazón convertido en centella que incendia e ilumina... Un luchador, rudo, como un sembrador de rayos Puro como el cristal de roca. Generoso y sincero como el sándalo que perfuma hasta el hacha que lo hiere. No es periodista, sabio, ni artista. Es un rebelde: es algo más, es un obrero que en tanto que amasa con sus callosas manos el pan cotidiano, forja en su cerebro volcánico tempestades libertarias"
Aclaro que la intención del autor no es lograr la adhesión política de mi padre “a las huestes ácratas”, como lo supone nuestro historiador de marras, sino un sincero análisis de varios personajes, en un órgano informativo llamado claridad (Proletarios de todos los países uníos ) editado en Bogotá el 4 de mayo de 1928, titulado : “Comprimidos psicológicos de los revolucionarios criollos”, donde, además de mi padre, figura el análisis a Jacinto Albarracín, Ramón Bernal Azula, Pablo E. Mancera, Juana J. Guzmán, Escolástico Álvarez, Carlos F. León, Fidedigno Cuellar y Enriqueta de Cuellar, y seis personajes más. De manera que hay que considerar la buena voluntad del autor y no suponer absurdas intenciones de reclutamiento político. Tengo en mi poder un ejemplar del informativo en mención y por ningún lado observo la firma del tal Biófilo Panclasta. Muy curioso.
Abel del portillo G. fue un hombre de acción, y realmente forjaba en su cerebro volcánico tempestades libertarias. Se declaraba liberal revolucionario independiente, como Uribe Uribe y Benjamín Herrera, y su accionar político siempre estaba orientado hacia la justicia social y la verdadera democracia. No fue comunista, y aunque compartía la teoría ideológica ortodoxa del partido, no comulgaba con lo que se vivió en la práctica durante la dictadura de Stalin, en la que se crearon los Gulag y donde perecieron 20.000.000 de personas en esos campos de trabajo forzado, o por el hambre o por ejecuciones. No son buenas las dictaduras, aunque provengan del proletariado, decía mi padre, así sean temporales como lo aseveraba Lenin; pero sí se declaraba de acuerdo con la adopción de plataformas socialistas acordadas en la convención liberal de Ibagué de 1922. Nunca tuvo en cuenta ideario político, sexo, raza o religión para beneficiar a los humildes que requerían de su auxilio, y jamás exigió compensación monetaria o electoral por sus servicios. Fue un sobresaliente autodidacta que logró forjarse una excelente formación política y cultural, de la que hizo gala con su vibrante pluma en numerosas publicaciones en informativos, diarios locales y nacionales. Mantenía correspondencia con la Crom de Méjico en la época de Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calle y, según sus palabras, introdujo en Colombia el Sindicalismo Científico. No se detenía en pormenores cuando de denunciar a funcionarios deshonestos se trataba, conducta que le acarreó atentados contra su vida que, afortunadamente, supo desactivar. Y tuvo el valor de defender, junto con una centena de campesinos armados con sus herramientas de trabajo, las tierras de Maná y Almadillo, que el gamonalismo de la provincia de Sabanalarga, Atlántico, las había vendido a la casa de Otto Nader, contra la voluntad del pueblo, legítimo poseedor de esas tierras, quedando el campesinado sin suelo donde trabajar. “Lo primero que hicimos, publicó mi padre, como medida prudencial, fue constituir el Sindicato de obreros y campesinos, como la mejor medida de robustecer la lucha que íbamos a emprender contra el gamonalismo absorbente y organizado. Con el pensamiento encaminado en un prisma elevado y enaltecedor, desafiamos las iras de los explotadores del pueblo, resueltos a la conquista de un derecho que nosotros considerábamos justo y reivindicador".
Más tarde, la Federación Obrera del Atlántico, en vista de la conformación de otros sindicatos de campesinos en los corregimientos de Sabanalarga, resolvió fundar en esa ciudad la Federación Obrera y Campesina, a fin de que se pudiera controlar de cerca los nuevos organismos que habían constituido, una verdadera potencia proletaria en el Departamento, con la adhesión de la Federación Obrera de Bolívar. La confederación asignó la dirección del nuevo organismo al profesor Pedro Gutiérrez Valera, por estar capacitado intelectualmente para regir sus destinos.
Es justo destacar la personalidad del ilustre profesor Pedro Gutiérrez Valera, caballero de fina estampa, de amplia cultura y conocimientos, a quien tuve el honor de conocer en mis años de infancia, y que fue vicepresidente de la Federación Obrera del Atlántico, en los años en que Abel del Portillo regía los destinos de esa organización.
Mi padre supo entender con claridad el momento histórico de la nación y del Departamento que, ensombrecidos por los años siniestros de la hegemonía conservadora, elevaban a la categoría de subversivos al liberalismo, al socialismo, al comunismo y a los anarquistas. Tuvo que acogerse a la reglamentación sindical emanada de los gobiernos de la época para no caer en la ilegalidad y poder alegar reivindicaciones para la clase obrera. De igual manera, cuando se debatían proyectos en el concejo o la asamblea departamental para elevar tarifas de servicios públicos, por ejemplo, a sabiendas de que serían aprobados por la mayoría, luchaba porque saliera triunfante el menos oneroso para los intereses del pueblo raso, de manera que eso ameritaba una conciliación con los partidos elitistas.
Y es que mi padre siempre se mantuvo al margen de la corrupción, por lo que contaba con una cauda de enemigos políticos que querían acabar con su prestigio y su presencia política en el departamento. Jamás contó con ayuda oficial o “maquinarias aceitadas” para perpetuarse en el consejo o la asamblea. Solo contaba con el pueblo, seducido por su honestidad, trayectoria de lucha y por sus obras; legado que a través de la prensa escrita y oral llegaba a la conciencia ciudadana para que esta se constituyera en depositaria del voto libre y espontaneo.
Tengo en mi poder varias “papeletas" en las que aparece el listado de los candidatos y suplentes al concejo y a la asamblea, conformado por sencillos personajes de la época, honestos y transparentes, del Liberalismo Independiente.
Intentaron seducirlo con un alto cargo en la gobernación y una imprenta con linotipo para que desistiera de su lucha sindical, pero mi padre no aceptó, acontecimiento que llegó a oídos del diario La Nación que no tardó en publicarlo. (Tengo el ejemplar).
Fue cofundador de la Federación Obrera del Litoral Atlántico, y a comienzos de diciembre de 1927, fue elegido por unanimidad presidente de tan prestigiosa organización; no en 1932, como afirma nuestro historiador, pasando por alto los tremendos acontecimientos de 1928, cuando mi padre, al frente de la Federación Obrera, acusa al gobernador del Atlántico, general Eparquio González, ante las Cámaras Legislativas de la República, precipitano su destitución , y las tremendas huelgas de braceros de la aduana, del transporte marítimo, fluvial y ferrocarrilero que ocurrieron en ese año; de la detención arbitraria de mi padre en un cuartel de la policía, que agravó la situación de la protesta y que provocó la concentración de cientos de obreros al frente del mencionado cuartel, y en medio de tremendo aguacero nadie se movió ni dejó de exigir la inmediata libertad del compañero presidente. Igualmente se pronunciaron todos los sindicatos del litoral Atlántico, y hasta del interior de la República llegaban las voces de solidaridad. La Federación estaba conformada por 22 grupos sindicales, y al frente de ella mi padre luchó con tenacidad y valentía por las reivindicaciones de la clase obrera, tales como las salariales, condiciones laborales, horas de trabajo, día de descanso, etc. La huelga de choferes, fue otro acontecimiento ocurrido en ese tiempo con la obtención de resultados exitosos gracias a la mediación de la Federación liderada por mi padre.
Era tal el dominio de la política sindical, que mi padre ostentaba el reconocimiento de sus actuaciones como legítimo defensor de la clase obrera, y de la simpatía que irradiaba a nivel local y nacional, que el General Alfredo Vásquez Cobo quería contar con su participación en la contienda electoral de 1930, y le dijo estas palabras: “Ruéguele a Dios que triunfe mi candidatura porque su porvenir será brillante”. Mi padre, que no era un elemento ambicioso, agradeció las intenciones del héroe nacional y declinó la invitación argumentando su fidelidad a la campaña de Enrique Olaya Herrera. Sin embargo, quedaron como amigos, al punto que mi padre bautizó a mi hermano mayor con el nombre de Alfredo. Y es que mi padre pudo ser senador de la república, pero no llegó a serlo por problemas familiares, ofreciendo la candidatura al senado a Pedro Juan Navarro.
Quiero resaltar en este escrito la fundación del barrio San Felipe, por ser una obra que aún perdura, como claro testimonio de la idiosincrasia y generosidad de un hombre que lo entregó todo por las clases más necesitadas. Obras son amores y no buenas razones, como dice el adagio popular, no necesitándose un rótulo partidista en la frente para poder actuar.
En los años 40, mi padre atravesaba una situación económica bastante complicada y, sabedores de esta situación, los hermanos González Porrati lo llamaron para entregarle un documento en el que todavía puede leerse lo siguiente:
A quien corresponda
Certificamos que hemos autorizado al señor Abel del Portillo Gutiérrez, para ocupar en la forma que lo crea más conveniente, nuestro terreno situado en el kilómetro 4 a 5 de la carretera de la Cordialidad.
Barranquilla septiembre 15 de 1942.
Firmado: Juan González Porrati y Roberto González Porrati.
Posteriormente, los señores Juan Ujueta y Gustavo Consuegra, dueños de terrenos anexos al ya mencionado, al percatarse del uso de las tierras donadas por los Gonzalez Porrati, decidieron contribuir, donando cada uno una faja de terreno.
Pero dejemos que sea mi propio padre quien nos informe acerca del destino de estas donaciones, a través de un artículo publicado por él en el diario El Nacional, con fecha 24 de febrero de 1947:
Historia de barrio Abel del Portillo
Una injusticia.
Señor
Director de EL NACIONAL
La ciudad
Estimado señor director.
De la manera más atenta me permito solicitar las columnas de su importante periódico, para darle a conocer tanto a usted como a la ciudadanía en general, la historia del barrio que lleva mi nombre, las causas que originaron su formación, y los hechos que en la actualidad se están sucediendo en dicha urbanización, debido al poco interés que el gobierno seccional ha tenido para contribuir a la realización completa de esa obra que entraña un hondo sentimiento social, que en otro país que no fuera el nuestro, hubiera merecido el apoyo y el amparo del Estado.
Es el caso, señor director, que los señores Roberto y Juan González Porrati, lo mismo que don Juan Ujueta, en un gesto noble, de patriotismo y desprendimiento, que solamente yo sé valorizar y apreciar, me cedieron una faja de terreno de su absoluta propiedad en el kilómetro 5 de la carretera de la Cordialidad, para que hiciera de él lo que estimara conveniente. A pesar de mi pobreza, de mi precaria situación y sin rentas de qué vivir, preferí hacer de ese inmueble algo noble y digno de mis sentimientos democráticos, y resolví urbanizarlos para amparar un centenar de familias desvalidas, que más tarde les sirvieran de albergue y por ende libertarlas de la explotación de los arrendatarios. Luego de llenar las formalidades legales que una obra de esa magnitud requiere, hice la repartición de los solares respectivos, sin averiguar de los beneficiados su color político o religioso, pues para mi da lo mismo un obrero liberal, conservador o comunista, y solo me basta saber que es una víctima de la explotación del hombre por el hombre.
Después de haber llevado a feliz término mis sinceros propósitos, aun cuando en esa barriada faltara la estética de sus edificaciones por la excesiva pobreza de sus moradores, y que más tarde era objeto de las más severas críticas por lo que jamás han hecho nada digno del pueblo, de la ciudad y de su espíritu, el doctor Pumarejo en su carácter de gobernador en ese entonces, comprendiendo la situación en que estaban colocados los habitantes de dicho sector, por carecer de los servicios públicos más indispensables para la vida de una población, como son la luz, el agua, transporte, etc., en un gesto digno, patriótico y propio de su estirpe, me propuso permutar ese terreno, por otro aledaño a la ciudad, donde las familias que allí vivían estuvieran en mejores condiciones higiénicas y sociales. Viendo las ventajas y conveniencias de su proposición acepté gustoso, y fue así que en cumplimiento a la ordenanza número 55 del 28 de junio de 1945 que votó la suma de 40.000 pesos, se le compraron al doctor Arturo Fabio Manotas 129 solares, a razón de un peso con cincuenta centavos el metro cuadrado, donde más tarde fue trasladado dicho barrio con el compromiso, por parte del Gobierno, de correrles inmediatamente las escrituras correspondientes. Algo más: se convino que en las referidas escrituras hubiera una cláusula que imponía la obligación a cada habitante de que no podía vender ni pignorar su casa por el término de cinco años, con el fin de evitar que malbaratara esa donación que, tanto el gobierno como yo, le hacíamos para bien de su familia y de su propio bienestar.
Dada la circunstancia del cambio de gobierno, el doctor Pumarejo no alcanzó a llenar tal formalidad y, por lo tanto, han surgido por ese motivo una serie de anomalías que deprimen el espíritu, aniquilan la voluntad de seguir sirviendo a una causa que no es valorizada por algunos de los que se benefician de ella. Éstas son, señor director, que determinados sujetos de mala fe, especuladores profesionales, que jamás han anidado en su corazón un sentimiento bueno, se han dado a la tarea de atemorizar a muchos habitantes del mencionado barrio, valiéndose de su humildad e ignorancia, haciéndoles ver que el gobierno los hará salir de allí, culata en mano, y los obligan a vender sus solares y mejoras por cualquier precio, obteniendo ellos las mejores ganancias por concepto de comisiones, y dando por resultado que muchas de esas gentes han vuelto a quedar en la calle, sin techo y sin hogar, y perjudicando el objetivo de una obra que costó tanto dinero y sacrificios.
Con el fin de ponerle coto a esta serie de infamias y abusos, toda vez que esa propiedad es intocable por carecer del instrumento legal que permita negociarla, me he dirigido personalmente al señor gobernador para solicitarle el cumplimiento de las escrituras respectivas, obteniendo por respuesta que me entienda con el Secretario de Hacienda, por estar empapado del asunto, lo que así he hecho pero sin ningún resultado, porque éste funcionario me ha contestado que me dirija al Sub Secretario de Gobierno, con quien no ha sido fácil inteligenciarme sobre el particular, debido a sus múltiples ocupaciones, y también por no gozar del privilegio de las audiencias. En resumen, señor director, nada y nada, porque desgraciadamente en esta tierra, toda obra grande, noble y patriótica naufraga en los pantanos de las bajas intrigas y pasiones, donde el indiferentismo es la mejor manera de corresponder a las ideas que van encaminadas a buscar un sitio preferente en la suerte y destino de los pueblos.
No ha estado en mi ánimo, señor director, hacer crítica al señor gobernador, con quien me ligan lazos de hondas consideraciones y respetos, lo mismo con el resto de sus colaboradores, pero los hechos antes relatados me han puesto en el penoso trance contra mi querer, de ver si es posible lograr por medio de estas líneas, salvar parte de esa obra social que tantos desvelos y sacrificios me ha costado, y evitar también que se sigan despilfarrando tranquila e irresponsablemente, los dineros del Departamento por falta de una clara y sincera comprensión.
Agradeciendo al señor director la atención que le preste a la presente, me es grato quedar
Su atto y ss. Abel del Portillo G.
Con ésta “bailada del indio”, como diríamos en nuestro argot popular, se nota el interés, no tan subliminal, de la oligarquía liberal de la época, por acabar con la trayectoria política de un hombre que se había convertido en una piedra en el “zapato” para los intereses oscuros de algunos miembros del liberalismo. El nombre inicial del barrio Abel del Portillo fue borrado de la faz de la tierra barranquillera, y en su lugar fue oficializado el de barrio San Felipe, como es conocido en la actualidad. En búsqueda por internet de la historia del barrio San Felipe, ni siquiera mencionan a mi padre y atribuyen su fundación al Instituto de Crédito Territorial. Así son las cosas en este país.
Y para que se tenga una idea acerca del odio que despertaba mi padre dentro de las clases privilegiadas y élites políticas, expondré apartes del llamado “Formidable manifiesto que dirige al Liberalismo y masas proletarias de la ciudad y del Departamento, nuestro compañero de luchas Abel del Portillo G. encerrando un verdadero programa de orientación política y social y que fue leído por los micrófonos de las Emisoras Unidas, La voz de la Víctor y Barranquilla, el día 18 de los corrientes”. Y dice así:
“Tenía el firme propósito de retirarme a mi vida privada por algún tiempo, como un justo descanso de las labores desarrolladas en 20 años consecutivos en favor del pueblo trabajador de Barranquilla y del Atlántico, donde no he desmayado un sólo momento por conseguirle una transformación en sus distintas manifestaciones de vida, ya sea dentro de su órbita social, económica o política, por ser éstas el fundamento de la existencia de los pueblos civilizados (…). Pero exigencias superiores a esa determinación mía, han hecho quebrantar mi voluntad que, modestamente hablando, es propio de los hombres que, como yo, han nacido para vivir en una constante agitación de ideas”.
Mucho más adelante dice: “… En el partido Liberal, dirigido por esos hombres de ayer, las masas veían el camino de sus reivindicaciones por medio de sus luces y por sus ejemplos, que eran cumbres de moralidad política, de sacrificios sublimes y de un convencimiento profundo del valor de las ideas que tienden a formar nueva vida en la conciencia de los pueblos. De ahí que Rafael Uribe Uribe, Benjamín Herrera, Antonio José Restrepo, Olaya Herrera y otros que sería largo enumerar, fueran representantes y senadores vitalicios, sin que por ello se hubiera pensado jamás en una injusta monopolización de las aspiraciones y derechos que otros buenos servidores de la causa tuvieran, para vigilar los sagrados destinos de la patria y de nuestras convicciones ideológicas.
“Pero cuán triste es comparar aquellos tiempos de emocionantes inquietudes, a los días que corren, donde la generalidad de nuestros orientadores parece que hubieran olvidado la grave responsabilidad que les asiste, al llevar a las masas liberales por el camino de la corrupción, contribuyendo con ello a la depravación social y política, que ponen en peligro su propia estabilidad, dentro del orden democrático que ha venido sosteniendo el liberalismo a manera de equilibrio, en el transcurso de nuestra historia republicana.
“Podría decir, con la seguridad de no equivocarme, que nuestro pueblo habrá perdido su vieja altivez partidarista, cuando su voluntad y derechos que le confieren nuestras leyes para elegir libremente sus representantes en los cuerpos colegiados del país, estén sobornados por prácticas y sisatemas degradantes, que vienen implantando politiquillo inescrupulosos y sin prestigio, que, sin mérito de inguna índole, han convertido la función electoral en un comercio vulgar y de funestas consecuencias, no solo para la estabilidad del liberalismo en el poder, sino para el pueblo mismo que contribuye ciego e irresponsablemente a robustecer las ambiciones de las clases capitalistas, al llegar a esas corporaciones donde está vinculada la existencia económica y social del país.
“¿Pensemos por un momento cuales serían los resultados, si el adversario, conocedor profundo de nuestra psicología política, en una elección donde se elija presidente de la República, como la que se avecina, por ejemplo, llevara al debate un vasto capital para jugarlo en la plaza pública a fin de invertirlos en la compra de votos irresponsables? Fácilmente y sin ningún esfuerzo, reconquistarían el poder que tantas luchas y sinsabores le costara al liberalismo para adquirirlo, para luego perderlo por culpa de la impericia y de las ambiciones individualistas de nuestros directores, que no se han detenido a pensar por un momento en la gravedad de estos hechos, que, a no dudarlo, son presagios de muerte para el porvenir del partido y de la democracia colombiana.
“Igual cosa sucedería con las clases burguesas, poseedoras de grandes capitales, que, inspirándose en esos ejemplos de inmoralidad política, se apoderaran de los órganos legislativos del país sin mayores sacrificios, y los hijos del pueblo, los que hasta ahora han podido medio surgir SIN apoyo de nadie, sufriendo toda clase de humillaciones y vejámenes para alcanzar una mediana posición en esos cuerpos de responsabilidad; los valores auténticos del proletariado nacional, repito, que no tienen más capital que su amor a las ideas y su inteligencia, para ponerlas al servicio de la causa de sus hondas convicciones, quedarían burlados y sin ningún respaldo para contrarrestar los abusos e injusticias de esas castas, que han venido estableciendo en nuestro país un reinado de eternos privilegios, como si ellas fueran las únicas que tienen el derecho de la vida".
La alocución continúa un largo trecho, donde mi padre expone con apasionado y brillante discurso, sus concepciones de la democracia y del futuro de la Nación, convirtiéndose en un verdadero visionario de la suerte que correría nuestra patria en los tiempos actuales, plagada de corruptos, asesinos y narco-paramilitares.
En otra vibrante conferencia por los micrófonos de La Voz de la Patria dedicada al liberalismo independiente, y al pueblo en general, contraataca a calumniadores y difamadores de su pulcritud y acrisolada honestidad, con el siguiente discurso:
“Esta conferencia, que es hija de mi sinceridad, de mis sentimientos más nobles, nacidos de un sublime idealismo, purificado en el “vaso santo” de excelsos sacrificios, va dirigida, desprovista de enconos y de bajas pasiones, a los hombres libres e independientes de mi partido, al proletariado en general y a todos aquellos que tengan de la Patria un claro concepto de su grandeza y tradición histórica,
“Va dirigida, repito, a los espíritus de recia contextura moral y de empinada dignidad ideológica, que, al calor de amargos desengaños y hondas decepciones en el viacrucis de la lucha, se mantienen impertérritos en su tesonera aspiración de conquistar el triunfo de sus caros ideales simbolizados en la justicia, la razón y el derecho".
“Mario Roso de Luna, en su gran obra La Esfinge, abre tres interrogantes que obligan al pensamiento a investigar el origen de nuestra propia existencia. ¿Quiénes somos?... ¿De dónde venimos? … ¿A dónde vamos? He aquí el punto básico de la razón que le asiste al hombre, para conocerse así mismo, ya sea en su propia personalidad, que lo distingue como un átomo dentro de la esfera social en la que se desarrolla por prescripciones biológicas, o como un ente de superioridad espiritual que ha recibido el bautizo de una encarnación de vidas anteriores, cuya sangre e inteligencia se mantuvieron en una completa evolución, para lograr una finalidad fundamental, dentro del derecho que la misma vida da al hombre, para su defensa y propia conservación
“Si queremos saber quién somos necesitamos primero conocer el origen de nuestro ser, por concepto de nuestra sangre que es el efluvio y la esencia del espíritu; por lo tanto, mis ansias de lucha, de conquista y mi inquietud constante para conseguir el objetivo de mis caros ideales, están incubados dentro de una razón genealógica que el pasado guarda reverentemente como una época excepcional, en la historia de la humanidad.
“Al abuelo de mi abuela materna, Don Marcelino del Castillo, un español bizarro que vino a estas tierras conquistadas por Bolívar para extirpar la simiente fecunda de la libertad y el derecho, le hicieron germinar en su espíritu de guerrero, el pensamiento de sus progenitores, que en ese entonces luchaban bravamente por esas mismas causas, contra las armas invictas de Napoleón primero. Comprendiendo que la libertad era el baluarte de todas las razones, el derecho de toda existencia fundamentada en la concordia de los pueblos, sintió en su corazón de luchador, el contagio de esa inspiración patriótica para hacer causa común con nuestros libertadores. Hoy su figura gallarda y procera aparece en la plaza de los mártires de Cartagena, como un símbolo de gloria que seguirá iluminando el camino de la libertad.”
"El padre de mi abuelo, también materno, Don José Antonio Gutiérrez Posada, de cepa Antioqueña y Cundinamarquesa, de arrogante estirpe y sobrino carnal del general y prócer de nuestra independencia Francisco Posada Gutiérrez, entró a la causa de la emancipación bajo el influjo sagrado de ese amor invulnerable que todos los hombres sentimos como un imperativo de nuestra propia existencia: La Libertad. Su vida, que sufrió todos los rigores de la lucha y amarguras del combate, tuvo la grandeza del dolor en sus manifestaciones más excelsas, saboreando la cicuta de todos los sacrificios que le llevaron al martirologio más heroico que hombre alguno pueda sufrir por una causa de arraigadas convicciones. Tomado prisionero por las fuerzas realistas, fue conducido a la ciudad de Medellín, donde el cadalso se presentaba ante sus ojos como un abismo insondable, en el que sería fusilado; y cuando ya todo estaba preparado para su ejecución, logró fugarse internándose en las montañas de Antioquia, donde duró perdido por espacio de seis meses, sufriendo los rigores del hambre y del trópico, y a los quince días de haber aparecido , convertido en una sombra humana, falleció como Cristo, dejando retratadas en sus pupilas la escena magnífica de su calvario doloroso, que simbolizaba la grandeza de su inmaculado patriotismo".
“De esas vidas surgieron más tarde otras generaciones que por vía ascendente en sus destinos genealógicos conservaron su pureza y siguieron transmitiendo el fuego de su loca rebeldía. Una de ellas fue mi abuela materna, Doña Ramona Varela del Castillo viuda de Gutiérrrez, de ochenta y seis años de edad, que constituye el orgullo de sus nietos y de sus hijos y es para nosotros, algo así, como una reliquia sagrada, que enciende en nuestros corazones la llama de todas las bondades, de todos los sacrificios para servirle con honores a todas las obras que tengan una altiva y noble finalidad. Heredero de su sangre y de su raza surge a la lucha de las ideas reivindicadoras El Suso Gutiérrez, quien a la edad de 22 años inició su campaña revolucionaria en el combate naval de Puerto Nacional, de donde vino herido y fugitivo, para retornar poco tiempo después a la misma lucha, al lado del General Robles.
“Habiendo caído prisionero por las fuerzas del gobierno fue conducido a las bóvedas de Cartagena, donde más tarde su padre logró libertarlo por su amistad personal con el general Joaquín F. Vélez, quien en ese entonces regía los destinos del Estado Soberano de Bolívar.
"Pasada la revolución tomó las riendas del poder el General Rafael Reyes, constituyendo su gobierno una amenaza para las libertades públicas, y un golpe fatal para el partido liberal, que aún no había logrado reponerse de su dolorosa pérdida. La reacción comenzó a surgir con nuevos ímpetus para combatir las prácticas implantadas por el dictador, que no daba cuartel a sus adversarios, y en la tribuna pública y en el periodismo, el Suso Gutiérrez lo combatía con ese calor, que solo es propio de los hombres que tienen una clara convicción de lo que vale el amor a las ideas. Estos hechos dieron por resultado que el General Diego A. Castro, entonces Gobernador del Departamento, tratara de desterrarlo a Orocué como la mejor medida de silenciar la oposición, que se imponía con admirable virilidad para volver por los fueros del decoro y del respeto gubernativo. La intervención de los jefes de nuestro partido, tales como, David Pereira, Demetro Dávila y Urbano Pumarejo, evitó que se consumara el nuevo atentado que en forma apocalíptica iba a estrangular el grito de la rebeldía libertadora".
“Al traer al escenario de mi vida política esta síntesis histórica de mis antepasados, no lo hago impulsado por tontas vanidades que pudieran exhibirme como un necio que desea alcanzar merecimientos por concepto de mi humilde tradición genealógica. ¡No y mil veces no! De sobra conozco los vaivenes de la vida, y en mi corazón han muerto los ridículos prejuicios que generalmente llevan al hombre a las riveras del fracaso, o a la cumbre de sus ambiciones, desprovistas de merecimientos personales. Solo lo he hecho para demostrar que mis inquietudes ideológicas provienen de vidas sacrificadas en aras de un ideal sublime y enaltecedor, y no de sanvres mercenarias cuya existencia solo sirvieron para levantar el pedestal de su poderío sobre el dolor y la miseria de los infelices que gimen bajo el peso de las grandes injusticias y de todas las infamias.
“De ahí, pues, que ambicione a toda hora y momento el triunfo de la democracia, porque como bien lo dijo el General Uribe, cuando ésta haya llegado al poder habrá triunfado el partido liberal.
"Verdad radiante como un sol que todavía vive en el corazón de los que no ambicionamos más prebendas que las del engrandecimiento de la Patria, por concepto de la tranquilidad y bienestar del pueblo. Porque, doloroso es decirlo, nuestros dos últimos gobiernos liberales solo han servido de remos para impulsar la barca de la eterna plutocracia, que narcotiza todos los pensamientos de reivindicaciones económicas y sociales. López, acercándose más a los principios de nuestros anhelos democráticos, encalló dolorosamente en el arrecife de las contemplaciones y favoritismos personales, que dieron al traste con todas las reformas que pudieran engendrar una transformación más efectiva y perdurable en la vida de nuestra organización nacional. El latifundismo aún perdura con su vieja tradición de acaparamiento, que mantiene en una completa inactividad las fuerzas vivas del Estado; la educación pública es una farsa vergonzosa cuyos métodos y prácticas no han sufrido modificaciones sustantivas que puedan elevarnos a un plano de mayor capacidad intelectual, porque un País que tiene un millón de niños analfabetos, es un millón de ciegos que ponen en peligro el porvenir de la República; la agricultura con su sistema rudimentario es un síntoma de muerte que amenaza con caracteres funestos la subsistencia del pueblo; el acaparamiento de la producción, por parte de los protegidos de todos los gobiernos, mantienen en una permanente zozobra la tranquilidad social; la carestía de la vida, por concepto de los monopolios que tratan de limitar hasta la capacidad alimenticia que el hombre necesita para su sostenimiento, son presagios de futuras hecatombes que impulsarían al pueblo a un nuevo despertar; el abuso infame y criminal de los terratenientes, que despojan de sus tierras a los infelices campesinos apoyados con las armas de la República, como viene sucediendo en la actualidad con algunas poblaciones del Departamento y otras del país, están diciendo con claridad meridiana que nuestros gobiernos liberales no son más que simples instrumentos, para que la burguesía siga acumulando riquezas y más riquezas a costa de la sangre y la vida del pueblo.
“Nuestras fronteras permanecen aún desprovistas de seguridades que puedan garantizar la integridad de nuestra soberanía, pues mientras Chile, Perú y Brasil no desperdician el tiempo en mejorar sus instituciones armadas, para lo que pueda sobrevenir, nuestros gobiernos distraen sus pensamientos en el favoritismo de determinados capitales para que sigan arraigando su poderío de infame explotación. Igual cosa sucede con nuestras riquezas naturales, tales como el oro, petróleo, etc., que van a engrandecer a otras naciones, con hondo menoscabo de nuestra vitalidad nacional. Del gobierno del doctor Santos no digo nada, porque el balance que arroja sus dos años de administración es dolorosamente negativo, o sea nada, pero absolutamente nada …”
“Pero lo que sucede con nuestro célebre y espectacular gobierno seccional, es algo que no tiene precedentes en la historia política y administrativa del Departamento. Es un gobierno de títere manejado detrás de bastidores por los Fu Manchúes de la alta sociedad burguesa, que con admirable habilidad manejan los resortes de la administración pública para disponer a su antojo y sin escrúpulos de los destinos de nuestro pobre pueblo. Allí el cacique liberal o conservador impone su voluntad a la manera de sus conveniencias personales, y toda iniciativa que tienda a buscar el mejoramiento del departamento o de la masa trabajadora, si no redunda a favor de sus propios intereses, va a morir en la sonrisa de una infame hipocresía.
"Mientras que los municipios del Suan, Campo de la Cruz y Candelaria vienen clamando para que el gobierno seccional los proteja de la amenaza constante del rio Magdalena que inunda sus poblaciones, las maquinarias del Departamento, compradas con el sudor del pueblo, tienen cerca de tres meses que se encuentran al servicio de un magnate conservador, para levantarle murallones de defensa en su magnífica finca, también a orillas del río, y así evitarle que éste vaya a destruirle el jardín de su bello paraíso.
“Idéntica cosa ocurre con las tierras que la Asamblea de la presente legislatura destinó comprar para vendérselas al pueblo a bajos precios, con el fin patriótico y humanitario de que hicieran sus viviendas y así aliviarlos en parte de su trágico vivir; y como dicha negociación no va a favorecer los intereses de alguno de los FU Manchúes, de los que he hablado antes, el señor gobernador le ha prestado oído de mercaderes, al cumplimiento de la ordenanza respectiva, importándole un bledo la suerte de miles de familias desvalidas; pero en cambio ha patrocinado que de los cien mil pesos que el municipio destinó para los V Juegos Centroamericanos y del Caribe, que tendrán lugar en el año de mil novecientos cuarenta y dos, se tomaran quince mil para dedicarlos al ensanchamiento y al arreglo, del Country Club, de propiedad particular, que nada tiene que ver con nuestros juegos olímpicos, restándole por este concepto dineros al Parque Suri Salcedo, que está situado al frente del barrio de Los Empleados, y que pertenece a la ciudad, para darse el lujo de que la sociedad burguesa de Barranquilla, tenga donde recrearse a su antojo y comodidad a costa del sudor del pueblo.
“Sabido es que las suscripciones que los periódicos destinan a las oficinas y bibliotecas públicas son absolutamente gratuitas, pero el señor gobernador, no conforme con esta atención del periodismo local y nacional, saca del tesoro departamental para sostener las suscripciones y avisos de El Tiempo y El Liberal de Bogotá, pensando tal vez que sus errores de mandatario quedarán de esa manera ocultos entre las sombras de la complicidad. De estos hechos doy fe porque reposan en mi poder los números de las órdenes de pagos respectivas, así como del nombre de la persona que figura como director suscriptor.
“Pero el señor gobernador que, con sus poses Napoleónicas, trata de entretener a la opinión pública, le hace ver al señor presidente de la República que acata su política, y que sus mandatos son cumplidos al pie de la letra. Esto es una farsa que todos percibimos, porque sabido es que su administración no es más que un tablero de ajedrez donde se están colocando las fichas de la corriente que sostiene en este departamento la candidatura presidencial del doctor Alfonso López, sin tener en cuenta que no se puede estar con Dios y con el Diablo.
“En mi próxima conferencia de depuración política y administrativa, seguiré puntualizando otros hechos que constituyen una vergüenza para el partido Liberal, por lo tanto, me limito a decirles, señores radioescuchas: ¡hasta luego!”.
No haré referencia a numerosos escritos de mi padre, con los que bien pudiera escribirse un libro, para no hacer interminable el presente artículo, limitándome a desvirtuar las conclusiones del historiador Bolívar, de quien, sin tener el honor de conocerlo, tengo la seguridad de que careció en su momento de los elementos informativos que le hubieran permitido realizar una justa lectura de la historia de mi padre. Sobre la vida de Augusto Durán Ospino no puedo decir nada, por carecer de elementos que me permitan reconstruir su vida sindical y política, pero que, sin temor a equivocarme, debió ser un grande hombre que luchó denodadamente por las reivindicaciones de la clase obrera. Solo diré que su fin es muy parecido al de mi padre, porque ambos quedaron en una pobreza franciscana, tomando fotografías, el primero, y vendiendo pólizas, el segundo, y, finalmente, compartiendo ambos el mismo cementerio.
A propósito de la muerte de mi padre, ocurrida el 25 de enero de 1972, encontrándome en Cartagena en ese momento por motivo de mis estudios, fui enterado telefónicamente del doloroso suceso y de inmediato partí hacia Barranquilla. Al llegar a la casita del barrio San Isidro, donde aún vivimos, encontré en las afueras de la residencia, un nutrido personal desconocido para mí, y en medio de la incertidumbre le pregunté a mi madre sobre la presencia de esos señores y ella me respondió que eran obreros y campesinos amigos y compadres de mi padre. Y fueron precisamente ellos quienes, cargando el féretro, marcharon detrás de la carroza fúnebre hasta la entrada del cementerio Universal, donde un hombre con voz firme exclamó: ¡Alto ahí el cortejo!... Abel del Portillo Gutiérrez, ¡Honrado serás hasta en tu tumba!
¡Que siga el cortejo!...
Este acto, que mereció la desaprobación de algunos familiares por considerar la interrupción del cortejo como una falta de respeto, para mí y la mayoría de los presentes, lo calificamos como el mayor homenaje que difícilmente se repetirá en la historia de este país a político alguno, homenaje, repito, proveniente del pueblo raso, y que a diferencia de otros homenajes que mutuamente se reparten entre ellos mismos las oligarquías, lleva impreso el sello de la sinceridad, de la nobleza y del agradecimiento.
Bibliografía: Diario La Nación, diario El Mercurio, diario La Prensa, diario El Nacional, diario El Liberal, Interdiario La Organización, Informativo Claridad, Diario del Comercio, Revista del Atlántico, El Espectador, Aurora Social (Órgano del sindicato de choferes del Atlántico); diario El Heraldo, Informativo El Faro, informativo Letras, Informativo Comité Central Pro Abel del Portillo, La Tribuna, El Debate y testimonio oral de mi padre (Publicaciones de los años 1925 a 1955).