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Abril, mes del Festival de la Leyenda Vallenata

Los acordeones se afinan para celebrar la fiesta del 26 al 30 de abril.

Los acordeones se afinan para celebrar la fiesta del 26 al 30 de abril.

 

Comenzó abril, mes del Festival de la Leyenda Vallenata y de inmediato aparece el recuerdo de las inolvidables palabras de Consuelo Araujonoguera ‘La Cacica’, al manifestar:

 “Cuando comienza Abril, en medio de la dura realidad nacional, nuestros acordeoneros, cajeros, guacharaqueros, compositores, verseadores y cantantes nos confirman una vez más que hay empresas grandes, pujantes, famosas y muy ricas, pero la mejor, la única empresa del espíritu que sobrevive y se mantiene pese a todo y más allá de todo, se llama Festival de la Leyenda Vallenata, ese que tiene como gran virtud una latente fuerza cultural de hondas raíces y grandes proyecciones que no podrán dejarse perecer”.

Voces de todas partes resaltan la más grande fiesta nacional y su mayor tesoro la auténtica música vallenata, que es ‘la identidad’.

El acordeón comunicativo

“No sé qué tiene el acordeón de comunicativo que cuando lo escuchamos se nos arruga el sentimiento”, dijo Gabriel García Márquez, para significar las bondades emocionales que produce un buen vallenato.

De los corrales

Excelente manera para exaltar una música que nació en los corrales de distintos caseríos de la costa Caribe colombiana, y que interpretaban con su acordeón hombres campesinos curtidos por el sol y las labores propias de su entorno, y cuyo descanso era divulgar los mensajes de la cotidianidad.

Con el correr de los años fue creciendo hasta llegar a conquistar el Premio Grammy Latino, aunque para llegar a este lugar de honor fue necesario que los juglares salieran de sus pueblos para dar a conocer sus mensajes cantados que tenían la esencia misma de la boñiga, la tierra mojada, el tinto mañanero y un sentimiento puro, ese que nace del alma y tiene agradable sabor a cielo.

La poesía campesina que mezclada con un acordeón, una caja y una guacharaca, hizo posible la diversificación de cuatro hermosos aires que tienen como particularidad distintas velocidades, partiendo de la lenta hasta llegar a la más veloz.

Convirtiendo el acordeón en una extensión del intérprete

La mejor forma de saberlo es cuando el acordeonero pone sus dedos a cabalgar en el teclado de su bendito instrumento, y salen las notas precisas que hacen sonar paseos, merengues, sones y puyas. Son cuatro hermanos que hacen posible que el folclor vallenato tenga identidad, y que sus juglares y artistas hayan adquirido renombre gracias a esas preciosas obras.

Quién no tiene presente al primer “arquitecto - compositor” que le prometió a su hija construirle una casa en el aire para que viviera bonito en las nubes con los angelitos. O cuando dos hombres curtidos por penas y alegrías se trenzaron en un duelo de versos para decirse verdades hasta que se acabara la vaina.

Las historias de las canciones vallenatas tienen el encanto propio de las cosas que nacen benditas, y con el paso del tiempo se van expandiendo como el bostezo, de boca en boca.

Máxima fiesta de acordeones

Todo sucedió un mediodía del mes de febrero de 1968, cuando varias personas se dieron cita en la casona de Don Hernando Molina Céspedes, para darle forma a lo que más adelante se llamaría Festival de la Leyenda Vallenata, que sería el complemento de la fiesta patronal de Nuestra Señora del Rosario.

De esta manera, el ex presidente Alfonso López Michelsen, la ex ministra de cultura Consuelo Araujonoguera y el maestro Rafael Escalona, pusieron a marchar la fiesta que coronó como primer Rey Vallenato a Alejo Durán Díaz, quien provenía de las sabanas del municipio de El Paso, Cesar.

La historia siguió su curso y el Festival de la Leyenda Vallenata se levanta victorioso y tiene la particularidad de abrir corazones, multiplicar alegrías y tener en sus acordeoneros y compositores a unos genios que se dedican a llevar correos cantados o ser simplemente periodistas musicales.

Después de 45 años de estar dándose en Valledupar una verdadera cátedra de vallenato auténtico, todo está listo para del 26 al 30 de abril, rendirle el más grande homenaje al compositor y poeta Gustavo Gutiérrez Cabello, ese mismo que puso su alma al servicio de la música vallenata y dibujó desde su corazón las historias que hoy son noticias cantadas.

 

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